Esquerra Unida convoca una asamblea extraordinaria para renovar su dirección tras la salida del Gobierno valenciano

Las aguas bajan revueltas por Esquerra Unida tras la salida del Gobierno valenciano. La formación que dirige Rosa Pérez Garijo celebrará una Asamblea Extraordinaria para renovar su dirección el próximo marzo, como estaba previsto, una cita a la que acude con una brecha notable en el órgano de gestión.

La formación se encuentra en un complejo proceso interno desde que el pasado enero dimitieran cinco miembros de la Ejecutiva, perdieran en mayo la representación en las Corts Valencianes de nuevo -esta vez de la mano de Podem en la coalición Unides Podem- y salieran del Gobierno autonómico. En cuatro años, Esquerra Unida ha pasado de ser una formación extraparlamentaria a gestionar una conselleria, y de nuevo la piedra ha comenzado a rodar colina abajo, situándose en el punto inicial.

En este contexto, seis meses después de la pérdida de espacio institucional, el partido celebró su Consell Polític el sábado. El máximo órgano entre Asambleas (el equivalente a un congreso) acordó la renovación de la dirección con carácter extraordinario y evaluó el mandato de Pérez Garijo, con un sector crítico que se ha ensanchado en los dos últimos años. La exconsellera sacó adelante el informe de gestión política por la mínima, y también por la mínima su propuesta para la Asamblea Extraordinaria: el documento de análisis con las aportaciones de las comarcas se aprobó con 51 votos a favor de entre 97 participantes, 45 en contra y una abstención; mientras que la propuesta de renovación contó con 50 votos a favor y 45 votos en contra, con una participación de 95 de las 98 personas que componen el órgano. El partido renovó la confianza en Pérez Garijo en diciembre de 2021 en unas primarias en las que obtuvo el 71% de los apoyos de la militancia. En esa asamblea, el informe de gestión de la entonces consellera obtuvo un 78% de respaldo.

En un comunicado, Pérez Garijo manifiesta “una clara apuesta por el fortalecimiento de la organización a través de la participación directa de la militancia”. “Nuestro mayor deseo es que la militancia pueda elegir una nueva dirección para fortalecer internamente nuestra organización y afrontar los retos del contexto político y este nuevo ciclo que apenas acaba de iniciarse”, asegura la exconsellera, que redobla la apuesta por la coalición con Sumar, como la dirección federal de Izquierda Unida.

Los integrantes del sector crítico reclamaron la dimisión de Pérez Garijo y la constitución de una gestora, asegurando que en la formación falta “debate político” y rechazaron que este proceso se limite a “cambiar personas”. Este sector considera que la exconsellera ya ha sufrido bastante desgaste, que ha perdido la legitimidad y la acusan de mantener la organización partida por la mitad. Además, alegan falta de rendición de cuentas por parte del responsable de finanzas de EUPV, “más teniendo en cuenta la falta de recursos” después de perder la representación en la Generalitat, o la “falta de transparencia” a la hora de comunicar el encuentro “sin recoger el sentido del debate que se ha producido”. El órgano de gobierno no se había reunido desde junio, poco después de las elecciones que confirmaron el declive electoral de la izquierda valenciana y la pérdida del Ejecutivo.

La formación atraviesa una crisis constante desde que el pasado enero cinco miembros de la Ejecutiva dimitieran de sus cargos orgánicos, una dimisión en cascada iniciada con el cese del subsecretario de la conselleria de Transparencia que dirigía Pérez Garijo. Con la salida de la institución se inició la salida orgánica. Los dimisionarios eran, a su vez, los pocos miembros del partido que ostentaban entonces responsabilidad en la Generalitat o en las Corts Valencianes -la entonces portavoz parlamentaria, el secretario autonómico de Transparencia, el director general de Memoria Democrática, el subsecretario de la conselleria que fue cesado un mes atrás- además de la responsable de Juventud en el partido, sin cargo público. Ninguno dimitió de sus responsabilidades en la Generalitat o las Corts Valencianes y su marcha orgánica fue interpretada como una forma de presión a la coordinadora en la formación.