En las últimas décadas la esfera local ha ido ganando protagonismo en la toma de decisiones. Las ciudades son las que han liderado los grandes cambios y han ofrecido respuestas a las crisis globales, con la pandemia como máximo exponente, de la mano de las políticas de adaptación al cambio climático. La administración local cuenta con la ventaja de la cercanía al ciudadano tanto en identificación de sus problemas como en capacidad de acción. Tras un punto de inflexión como la crisis sanitaria, que se agrava con la económica y con la guerra, la ciudad de València piensa y reflexiona sobre su futuro en un foro urbano que vertebra los objetivos de la Agenda 2030.
El Foro Urbano, que arrancó el 2 de mayo y se clausura este martes en el Veles e Vents, se ha constituido como espacio participativo y aglutinador del tejido social de la ciudad, planteando una mirada conjunta al futuro. Las jornadas han abordado la movilidad, la transición energética, la situación cultural, la vivienda, el urbanismo; han mirado la ciudad con perspectiva de género y con perspectiva sostenible y proyectado algunas respuestas a los retos.
Durante un mes la ciudadanía ha asistido a charlas, jornadas y talleres de participación que han abordado los retos urbanos a medio y largo plazo, con las aportaciones recogidas por técnicos, que serán procesadas para crear un plan que exceda los mandatos políticos.
La clausura del foro, que ha contado con decenas de expertos, se realizará con la conferencia Una ciudad que mira al futuro, del catedrático en Geografía Humana y Comisionado para el Corredor Mediterráneo Josep Vicent Boira, seguida de un diálogo entre el alcalde de València, Joan Ribó, y Mariana Mazzucato, profesora de Economía de la Innovación en el University College of London.
¿Es posible una agenda metropolitana valenciana?
Las ciudades han ganado protagonismo en la toma de decisiones, pero hay retos globales que requieren de una mirada más amplia, compartida y de una gestión planificada a escala supramunicipal. En el marco de foro, València abordó su primer debate sobre áreas metropolitanas con un coloquio junto a los alcaldes de Meliana, Quart de Poblet, Riba-roja de Túria y Catarroja, precedido por una conferencia de catedrático en Geografía Humana Juan Romero.
En la práctica existen acciones compartidas entre municipios, especialmente en materia de transporte, gestión de residuos y servicios hidráulicos como la depuración de aguas; pero no una visión compartida ni una agenda de las políticas públicas. “La cuestión metropolitana no forma parte de la conversación democrática entre los actores políticos”, apuntó el profesor en la conferencia previa.
Romero destaca que Valencia es una excepción entre las grandes urbes sin política metropolitana y destaca esta forma de gobernanza como aporte de “valor diferencial” a las políticas públicas. La ausencia del diálogo, expone, “significa pérdida de oportunidades económicas, de sinergias, de ingresos, de eficacia, de coherencia y de desconocimiento del potencial de las grandes áreas urbanas como realidades subestatales”.
El profesor, que a estas alturas de la legislatura da por descartado el impulso a una legislación regional en este campo, plantea como alternativa convenciones entre alcaldes y mesas sectoriales para afrontar problemas de forma conjunta y “acordar formas flexibles de gobernanza que proyecten coherencia a las políticas públicas de los distintos niveles y esferas de gobierno y al tiempo favorezcan la cooperación público-privada”.
En la mesa posterior, con cinco alcaldes que representan a casi un millón de habitantes, cerca de una cuarta parte de la población de la Comunitat Valenciana, coincidieron en que Valencia, como metrópolis, ejerce cierto efecto centrifugador del resto, que se convierten en ciudades dormitorio. Los alcaldes se mostraron dispuestos a colaborar, aunque apuntaron que en lo que resta de mandato es imposible iniciar una estructura metropolitana. Falta estructura legislativa, organizativa y medios económicos y administrativos, apuntaron.