El adiós de Fran Ferri (Canals, 1984) fue uno de los más emotivos que se recuerdan en el parlamento valenciano. El portavoz de Compromís, diputado autonómico desde 2011, anunció el pasado viernes su reincorporación a la actividad privada tras seis años en excedencia como ingeniero industrial. El miércoles aprovechó el último pleno del año, el final del debate de presupuestos, para agradecer a todos los trabajadores de la cámara su trabajo y realizar un balance de las dos legislaturas del Pacto del Botánico, instando a sus compañeros a poner en valor los cuidados personales y los vínculos afectivos.
Ferri, que se incorporó a Compromís desde el activismo, deja la primera línea pero remarca que seguirá en política, desde un espacio más discreto. “Una de las cosas que hace que no me vaya de la política es que haya un discurso de odio que ampara a la gente que abusa, que ejerce violencia física o psicológica sobre las personas más vulnerables”, expresa, en referencia a la entrada de la extrema derecha en las instituciones. En su última intervención en la tribuna de oradores, el síndic se despidió de sus compañeros en el parlamento autonómico con tres peticiones: cuidar el Pacto del Botánico, tener más empatía y defender la democracia.
Ya ha comentado por qué ha decidido dejar la portavocía ahora. ¿Le ha costado tomar la decisión de regresar al sector privado?
Sí que me costó. Estuve una semana dándole vueltas, con los nervios a flor de piel, compartiendo con la gente más próxima a mí esa decisión. Compromís forma parte de mi vida, es un proyecto que me ha dado mucho y me costaba esa parte de irme, de saber que ahora se tienen que mover piezas para ocupar mi lugar. Todo lo que he aprendido lo he aprendido gracias a Compromís y pensaba que lo tenía que devolver de alguna forma. Pero vengo del sector privado, de la ingeniería de organización industrial, llevaba seis años desconectado y cada año de desconexión te hace más complicado reincorporarte. Ante la disyuntiva, en la que mi empresa dijo que me necesitaba y me pidió que lo pensara para incorporarme en enero, reflexioné mucho y tomé la decisión.
¿Esa desconexión respecto a la empresa, respecto a la calle...es habitual? ¿Este hemiciclo es una burbuja?
Creo que aquí se escenifican debates que no siempre se dan en la calle. También es cierto que la gran mayoría de la población no conoce que hay ciertas problemáticas que hace falta debatir. Imagino que todo el que está aquí tiene familia, tiene amigos y compañeros de profesión y espero que les hagan ver las realidades que hay fuera. Eso lo he intentado mantener siempre, en todas las comidas familiares se aprovecha para compartir problemas. También a través de las redes sociales la gente te cuenta sus problemas e intentas solventarlos. Creo que eso forma parte de cada persona. Habrá gente que solo piense en el vídeo que le hacen en las Corts y otra gente que se preocupa realmente de la ciudadanía.
No sé si las dinámicas del parlamento ayudan...
A menudo el debate, la agenda política, se marca por los partidos y los medios de comunicación y se nos olvidan otros temas, es complicado darle la vuelta. Es cierto que aquí hay dinámicas por las que se potencian problemas concretos: en este parlamento hemos hablado mucho más de Venezuela que de los problemas de los citricultores valencianos. Es algo sobre lo que debemos reflexionar para cambiar.
Comentó en una de las últimas intervenciones que la primera línea de la política es sacrificada, que implica muchas renuncias: a estar con familiares, con amigos... ¿Los ritmos de la política actual son compatibles con tener vida?
Muchos compañeros me dijeron que era valiente por volver a la empresa privada, pero yo creo que los valientes son los que se mantienen en las instituciones y trabajan cada día por mejorar la vida de los demás. Digo cada día porque el trabajo de un cargo institucional, en un Ejecutivo, un parlamento o un ayuntamiento, es diario; trabajas por la ciudadanía y muchas veces te llevas palos, palos personales. Las discrepancias políticas deben estar, deben generar debate, pero muchas veces los 'palos' son personales y creo que debemos reflexionar sobre la salud mental de quienes nos dedicamos a esto. Muchas veces renunciamos a amigos, a la familia, a las personas que queremos porque tenemos actos, reuniones, charlas, eventos... Los tenemos los fines de semana y por las tardes, dejamos de lado lo demás y eso afecta, más cuando los ataques son personales y no políticos. Yo cuando desde la tribuna critico a un diputado no es como persona, es respecto a lo que propone.
Hablamos de salud mental, de la política de cuidados, de poner en el centro a las personas... ¿Cómo se puede hacer una política que cuide a quien la ejerce?
Nos hemos de cuidar entre todos y todas. Hemos de dignificar el trabajo de la política y dignificar el agonismo político, debatir sobre las ideas, debatir sobre las propuestas para llegar a puntos de encuentro en algunas cuestiones. Debemos poner en valor que aquí hay 99 representantes de seis partidos políticos -aunque uno de ellos no se crea mucho esto de la democracia-, eso enriquece el debate, siempre que sea constructivo, criticando las ideas, las propuestas, con los argumentos sobre la mesa, pero evitando hacer daño a una persona. Esa imagen luego se traslada a la población y no solo fomenta la antipolítica, sino que hace que ese comportamiento se normalice.
¿Ha visto aquí muchos ataques personales?
Lo he pasado muy mal viendo los ataques a la vicepresidenta, Mónica Oltra. En cada pleno que se ha hecho lo he pasado mal, como si fueran a mí mismo. No critican sus ideas, no critican sus propuestas, repiten una serie de falacias y mentiras que hacen que parezca que haya sido la propia vicepresidenta quién ha sido condenada y otras cosas que ni tan siquiera son competencias suyas.
¿Qué se lleva de estos años en las Corts Valencianes?
Aprendizaje. He aprendido a respetar más las diferencias de opinión, que vivimos en una sociedad muy plural, más de lo que pensaba, y que escuchando esa pluralidad los matices que se pueden incorporar a las normas son positivos y las mejoran. Me llevo un bagaje en materia legislativa y parlamentaria, que casi convalida por un máster (ríe).
El martes firmó con los portavoces del PSPV y Unides Podem el compromiso para impulsar la tasa turística, uno de los escollos que había. ¿Se le ha quedado alguna espinita que sacar?
Espero que se impulse la ley de cambio climático. Creo que es importante que salga adelante y se retiren las trabas. Como habitante de este planeta me preocupa el futuro, veo que se va degradando con cambios extremos... Creo que se debe poner toda la fuerza posible para, al menos, paliar los efectos del cambio climático.
¿Y la ley electoral?
Me llevo un proyecto que está sobre la mesa, que sería la ley más avanzada del Estado. Por circunstancias partidistas, uno de los partidos que ayudó a elaborar esa ley, Ciudadanos, la echó atrás y no se puede entender si no es por interés partidista y no pensando en la mejora democrática de nuestra legislación... No salió adelante, ni la legislatura pasada ni esta. Toni Cantó pedía que se presentara ya y cuando se presentó anunció que se iba al PP, así que todo lo que había estado diciendo era una falacia, como casi todo lo que dijo en este parlamento.
En su última intervención dijo que las leyes de las que más orgulloso estaba eran la ley LGTBI y la ley Trans y que estaba tranquilo como parlamentario por haberlas aprobado. Pero desde hace dos años hay un grupo radicalmente contrario a estas leyes, que plantea derogarlas donde gobierna o donde es necesario para pactar. ¿Le deja tranquilo?
Una de las cosas que hace que no me vaya de la política es que haya un discurso de odio que ampara a la gente que abusa, que ejerce violencia física o psicológica sobre las personas más vulnerables, sean LGTBI, migrantes o mujeres. Contra eso habrá que trabajar desde las instituciones, los partidos y la calle; tejer redes de solidaridad para que no puedan aprovecharse de colectivos vulnerables. La extrema derecha lanza a colectivos vulnerables contra colectivos vulnerables y debemos evitarlo tejiendo una red pública que no deje caer a nadie. Me voy preocupado porque mientras se mantengan los discursos de odio se da manga ancha a aquellos que hasta hace unos años parecía que tenían vergüenza de expresarse así.
Dicen que estas leyes otorgan privilegios a los colectivos. La primera ley LGTBI que se aprobó en España fue la ley del matrimonio igualitario. Que me expliquen quién tenía un privilegio antes de esa ley. La ley nos iguala, penaliza la discriminación, penaliza la violencia ¿qué privilegio es ese? Se ha retirado el privilegio del abusador a ejercer la violencia.
¿Le preocupa que PP y Ciudadanos asuman esos discursos, que lleguen a acuerdos con quienes los promueven?
Me preocupa porque puede que pronto sea una realidad. En Madrid lo estamos viendo. Ayuso aprobará sus presupuestos a cambio de ser el primer gobierno que produce un retroceso en los derechos logrados. En el PP se abstuvieron ante la homofobia con la propuesta de derogación de la ley LGTB que hizo Vox; nadie se abstiene en una cuestión de derechos. Todos deberíamos estar a favor [de los derechos] y el PP se abstuvo. Luego el PP valenciano se hace una foto en el Orgullo con la bandera arcoíris, pero cuando deben ejercer esa voluntad de igualdad se abstienen. ¿Cómo puedes abstenerte en esa disyuntiva?
Estamos en un contexto en el que en los parlamentos se han ido blindando los derechos de los colectivos más vulnerables y han entrado grupos que promueven un discurso. ¿Cree que es un ciclo político o le preocupa que puede mantenerse?
Me encantaría que fuera un ciclo y que se acabase. El éxito de la extrema derecha no es su victoria electoral en sí misma, es mover el eje de la centralidad política en los espacios, arrastrar a su espacio a la derecha tradicional, al PP y Ciudadanos. En algunos momentos hemos visto discursos que se parecen más a los de la extrema derecha que a un partido que ha gobernado este territorio durante más de 20 años.
En su despedida mencionó expresamente a la exportavoz del PP Isabel Bonig y al portavoz del PSPV, Manolo Mata, con una evidente complicidad y cariño hacia ambos. La gente suele reprochar que en un parlamento dos rivales ideológicos tengan esa relación. ¿Ese cariño se entiende bien? ¿Es importante mantener esos vínculos personales con el rival ideológico?
Me llevo bien con Manolo e Isabel no porque sean portavoces del PP y el PSPV y me vea obligado a ello. Hemos pasado mucho tiempo juntos y en la distancia corta ha surgido esa amistad, si me permiten decir eso. Aunque muchas veces estemos en posiciones enfrentadas podríamos compartir un plato de paella, un espacio de diversión y un espacio de charla y de debate. Hay un respeto personal y afinidad. Pero es algo que en la calle también pasa.
Ahora que se habla tanto de polarización hasta en la mesa... ¿Esa cultura del respeto, de las emociones en un parlamento, esa parte humana, escasea?
Yo no me he encontrado esa falta de respeto aquí. Por ejemplo, con Rita Barberá apenas tuve contacto, era una persona de trato agrio conmigo, no sé por qué cuestiones... ese ejemplo fue el que más me marcó. En cambio, con otras personas, aunque hayamos tenido debates acalorados podemos hablar de nuestra vida y encontrar puntos de empatía. Es cierto que en las comidas familiares, con amigos, se ha trasladado esa polarización de los parlamentos, o es al revés; nunca sabré si es algo de ida o de vuelta, pero creo que debemos saber llegar al punto de hablar de cuestiones en las que tengamos diferencias sin alzar la voz, sin insultarnos. La gente con la que nunca me sentaría es aquella que antes de preguntar por qué has dicho o hecho algo te insulta. Muchas veces hay cuestiones personales detrás, si ese día estabas mejor o peor. Se nos olvida que somos personas, que tenemos emociones y que nos afectan.
También destacó la lealtad de ambos portavoces. ¿Es una rareza?
No sé si es una rareza, pero ha habido portavoces que se han ido de una forma muy fea, por la puerta de atrás, diciendo que volvían a su trabajo y se han ido a un chiringuito en Madrid; con los que pactabas algo y después se sacaban algo de la manga para no llegar a ese pacto. Creo que en política se debe ser leal: las cosas que se hablan en privado se deben mantener en privado y las cosas que se acuerdan se deben llevar hasta el final. Creo que lo he encontrado en el resto de portavoces, pero especialmente con Isabel, con Manolo y con el resto de portavoces del Botánico.
Pidió a sus compañeros que cuidaran el Pacto del Botánico. ¿A qué se refería?
A nada en concreto. El Botánico es una criatura que ha formado parte de mi vida en los últimos siete años y como la aprecio quiero que la cuiden. Ha sido una herramienta fundamental para transformar este país y para mejorar la vida de muchas personas. Debemos cuidarla par que continúe muchos años.
Ahora que ha terminado el debate de presupuestos, que es el momento parlamentario de mayor tensión entre socios. ¿Cree que el Pacto del Botánico se ha ido resintiendo?
Creo que estos séptimos presupuestos son los mejores que hemos aprobado y los que mejor han salido. A pesar de que se retrasaron un par de días, ese diálogo entre todas las partes, esa comisión negociadora, han hecho que los presupuestos llegaran a las Corts Valencianes con muchas medidas que otros años no se han podido aprobar. Creo que han sido los mejores presupuestos que han aprobado estas Corts.
¿Las fuerzas que lo componen están mejor ahora que en 2015?
A lo mejor estamos más quemados y más cansados. La primera línea quema mucho y hay gente que lleva mucha carga de trabajo, mucha presión sobre su espalda y puede que eso se note en la parte personal. Pero la iniciativa política está ahí, hay muchas cuestiones que cada año se ponen sobre la mesa, que son novedosas y se adaptan a la realidad. El Botánico continúa muy vivo.
¿Aunque ha dicho que no quiere marcar un sucesor en el grupo parlamentario, le preocupa que la elección abra alguna brecha o genere algún conflicto?
Me gustaría que la elección se hiciera como se ha hecho siempre en el grupo. No ha habido ninguna elección que haya supuesto una ruptura o discrepancia, siempre se ha hecho con la firma de todos los diputados, sin votación. Se ha hecho después de un proceso de diálogo de todos y todas, de las partes que formamos el grupo, aunque no funcionamos como patas de Compromís sino como grupo unido. Creo que se debe producir ese diálogo, se debe hablar, y los 17 deben sentarse y decidir quién debe ser el portavoz. Es importante que sea así porque eres el portavoz de los 17. Estoy seguro de que mis compañeros serán responsables.
¿Ha pensado en alguien?
He pensado en mucha gente. Creo que los 17, en mayor o menor medida, y cada uno sabrá su predisposición personal, pero cada uno está preparado o preparada para poder ejercer la portavocía. No olvidemos que hay gente que lleva ejerciendo como portavoz adjunto mucho tiempo y sabe muy bien cómo funciona. Hay tres portavoces adjuntos, alguno deberá entrar a ser síndic o portavoz adjunto y ahí estas personas que llevan años ayudarán a la nueva incorporación al cuarteto.
¿Se refiere a que uno de los tres adjuntos debe ser portavoz?
A que uno debe entrar al cuarteto y el que entre, sea o no síndic, tendrá la ayuda de los tres compañeros que conocen muy bien como funciona la institución.
Serán buenos escuderos
Sí.
Se ha apuntado desde el viernes, aunque era un nombre que planeaba desde la firma del primer acuerdo del Botánico, al conseller de Educación, Vicent Marzà, como posible portavoz. ¿En caso de que el grupo lo decidiera, estaría de acuerdo?
Portavoces pueden ser los 17 diputados. La vicepresidenta, el presidente de las Corts o el conseller de Economía. Cualquiera de ellos lo haría maravillosamente, no voy a pronunciarme sobre ninguna preferencia, pero es gente que tiene una valía demostrada y que es capaz de ejercer la sindicatura.
¿En caso de que fuera algún miembro del Consell, cualquiera de los tres que es también diputado, debería abandonar la conselleria?
El modelo Blasco no va con Compromís para nada. [Rafael Blasco compatibilizó el cargo de conseller de Solidaridad y Ciudadanía con la portavocía del PP en las Corts entre 2009 y 2011, antes de ser investigado en el caso Cooperación].
Seguirá en la Ejecutiva de Més -la rama mayoritaria de Compromís-. Aunque aún no hay elecciones convocadas, hay una serie de movimientos que apuntan a alianzas para unas generales y unas autonómicas. ¿Compromís debería confluir con otras fuerzas?
Me gusta mucho lo que dice Joan Baldoví: quan toque, regarem (cuando toque, regaremos). Como siempre hemos hecho en la coalición, nos sentaremos, hablaremos y miraremos los escenarios para ver qué es lo mejor para los valencianos y el valencianismo. No debemos olvidar que representamos un modelo político de proximidad, que somos una fuerza que tiene nuestra sede en el País Valenciano y debemos representar los intereses valencianos, desde un punto de vista de mejora de la calidad de vida de todos los ciudadanos. Mirando en retrospectiva, hemos hecho alianzas de todos los colores y tamaños. No sería la primera vez que vamos en coalición, pero tampoco la primera en presentarnos en solitario. Todo está sobre la mesa y buscaremos lo que sea mejor para los valencianos.
¿Habría que separar el escenario de las generales y las autonómicas?
Creo que sí, son dos escenarios distintos.
Esta semana, la coordinadora de Esquerra Unida, Rosa Pérez, abogaba por una candidatura unitaria de izquierdas frente al discurso de extrema derecha.
Bueno, hay fuerzas que suman más por separado que unidas, pero los escenarios políticos pueden cambiar mucho. Según los escenarios, buscaremos lo mejor para la ciudadanía.
¿Algún consejo para el próximo portavoz?
Que se apoye en sus compañeros del grupo parlamentario, que saben hacer muy bien su trabajo, y eso le ayudará a tener las manos libres para dedicarse a los temas que le tocan a un portavoz. A mis compañeros: larga vida al Botánico y que cuiden la democracia.