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12 horas de infarto para cerrar Canal 9

Las alertas se encendieron a última hora de la tarde del jueves, después de que el Gobierno Valenciano se reuniera de urgencia pese a que tenía pleno ordinario a la mañana siguiente, para desarrollar la ley de liquidación de RTVV. Poco después se sabía que el pleno de Consell se reuniría en Ibi, en la provincia de Alicante, a más de 150 kilómetros de la capital. Fabra huía con sus consellers.

El primer corte lo sufrió Ràdio 9, alrededor de la medianoche del jueves. Mientras transcurría el programa ‘La Taula esportiva’ los oyentes dejaron de escuchar la señal radiofónica. El desconcierto se apoderó del estudio tras alertarse de la situación vía redes sociales, hasta que se tomó conciencia y se continuó con el programa, pero sólo con emisión a través de Internet y SíRàdio. Se preparaba el fundido a negro con nocturnidad y alevosía.

Por el contrario la normalidad seguía en televisión. Canal 9 emitía la película ‘Tarancón, el quinto mandamiento’ y en 24 horas los boletines informativos normales. Pero la sentencia llegaba a las 00 horas de la madrugada con la publicación de urgencia en el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana (DOCV) donde se fijaba que el cese de emisiones se haría en el mismo día en que se publicaba el desarrollo de la ley. Para ese momento la policía ya rodeaba los diferentes centros de RTVV en diferentes ciudades para no dejar entrar a los trabajadores de relevo.

Emisión especial

Minutos después Canal 9 interrumpía su programación y conectaba con los informativos que presentaba el periodista Frederic Ferri. Durante las siguientes horas trabajadores y políticos que se agolpaban a las puertas conseguían entrar pese a la resistencia de las fuerzas de seguridad, que continuamente, hasta a través de las ventanas y con carreras entraban clandestinamente en el edificio central.

Alrededor de las 2 de la mañana entraban miembros del comité de liquidación que junto con un técnico, Paco Telefunken, tenían la misión de interrumpir las emisiones. Pero la resistencia de los trabajadores y la falta de garantías jurídicas frustraban este intento pese a contar con la custodia de la Policía Nacional. Al mismo tiempo televisiones como TV3 y otras emisoras de radio se solidarizaban y conectaban en directo con la programación de Canal 9.

A las tres de la madrugada los trabajadores empezaban a recibir correos en los que se les informaba que tenían un permiso de vacaciones “retribuido” por lo que no tenían que volver a sus puestos de trabajo. Pero no hacían caso. El periódico ABC, manejando información directa de la Generalitat, anunciaba el cierre para las 4 de la madrugada. Pero tampoco se produjo.

Nervios, incertidumbres y primeros anuncios de denuncia a los tribunales que exigían el desalojo. En principio no se admitía a trámite y se mantenía la euforia entre los trabajadores. Mientras tanto relevos en los presentadores, entrada de periodistas históricos, y menos variaciones en los tertulianos políticos: del PSPV, Compromís y EU, el PP estuvo invitado pero no asistía.

La mañana

Al alba empezaban los informativos matinales de televisión y radio de todo el estado abrían con la rebelión del ente público valenciana. Ya sobre las 8 de la mañana el simbólico Paco Telefunken desistía y se marchaba, no iba a ser él quien cortara la señal de Canal 9. Pero poco después caía la emisión en directo por Internet.

Con la luz del día también entraron las entrevistas, especialmente simbólica la de Beatriz Garrote, presidenta de la asociación de víctimas del metro, en la que tenía que ser su primera entrada en la casa tras seis años de ignominia y de olvido. Tras ellas entrevistas también a periodistas de referencia como Manuel Campo Vidal e Iñaki Gabilondo, ambos recriminaban a los trabajadores de Canal 9 que no hubiese entrado antes el colectivo de víctimas.

A media mañana el mazazo. El juzgado de instrucción número 1 de Paterna ordenaba el desalojo de las instalaciones de RTVV, amenazando con el desalojo forzoso a manos de la policía. Los trabajadores, asesorados por sus servicios jurídicos, empezaban a resignarse porque una actitud negativa podría afectar la liquidación de sus contratos todavía en vigor hasta que se apruebe el Expediente de Regulación de Empleo.

Pero se esperó a la entrada de la policía en el control técnico. Los gritos eran unánimes: “esto es un golpe de estado” y “Fabra dimisión”

Poco más de 12 horas después de que la radio pública callara su voz, la televisión valenciana cerraba sus ojos.