José Luis Ábalos (Torrent, 1959) es uno de los diputados más experimentados del PSOE. Fue secretario de organización, ministro de Transportes, y uno de los hombres que aupó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, arrancando con el proceso de primarias del partido y continuando en los procesos electorales. Tras su salida del Ejecutivo, en julio de 2021, se mantuvo discreto pese a los ataques de la ultraderecha. Dos años después, tras las elecciones autonómicas que han marcado un cambio de color político en varias comunidades, se presenta como número dos al Congreso por Valencia.
Hace dos años fue apartado del Gobierno y ahora es número dos por Valencia al Congreso. ¿Qué ha pasado en ese periodo de tiempo?
Se produjo una remodelación de Gobierno en la que no salí yo solo. Fue una remodelación importante que trataba de marcar una etapa política nueva, una vez superada la crisis de la pandemia. Mantuve el acta de diputado mientras estuve en el Gobierno y me incorporé al Congreso, me nombraron presidente de la comisión de Interior y ahí he estado. Soy diputado desde la IX legislatura, mantuve mi intención de seguir y no ha habido mayor problema.
Eso se interpretó, igual que los cambios de la estructura interna del partido, como una forma de apartarle.
Sí, tanto en un caso como en otro parece que las cosas generan una expectativa que uno no reconoce. Pero bueno, yo no vuelvo porque no me he ido.
Lo digo porque esa salida, de la que no se dio demasiada explicación, generó cierta perplejidad en unos sectores y elucubraciones en otros. El otro día, el candidato de Vox por Valencia, Carlos Flores, hacía alusión a esas elucubraciones en el debate. ¿Le molestan esos ataques personales?
Me molesta, sí. Primero, porque hablamos solamente de un medio. Hay un solo medio al que le presenté una querella que en este momento se está sustanciando de acuerdo a los procedimientos de la justicia, que son lamentablemente muy lentos. Ya en la fase de instrucción ha quedado absolutamente desacreditada la información. Pero bueno, yo en esto soy muy prudente, no me gusta comentar los procesos judiciales hasta que no acaban... Y no observo lo mismo, no solamente en algún medio en concreto, sino incluso en personajes como este que hace referencia. Pero es que... que este personaje, con una condena firme, y con todo lo que recoge la propia sentencia, se permita cuestionar a otras personas en ese tema... La verdad es que es el despropósito al que hemos llegado, ¿no? Que pueda ser tolerable... Es evidente que yo tuve un papel muy protagonista y el cese dio pie a especulaciones de cualquier tipo. El caso es que han pasado dos años ya y aquí estamos.
Más que por el proceso judicial, le preguntaba por el ataque personal y directo. Han publicado fotografías suyas en su casa.
Cuando se habla de esto de las campañas y tal, que el presidente ahora reconoce, yo fui obviamente de los primeros en sufrir todo el acoso de la ultraderecha a niveles desconocidos en lo personal. Bueno, Pablo Iglesias, por supuesto, ha tenido más, pero yo tuve una campaña en redes, con escraches en casa... Un acoso y hostigamiento que no tiene precedentes. La ultraderecha me puso el foco.
¿A qué cree que se debe?
Les molesto. Del que no molesta no se habla. La irrupción de la ultraderecha lo ha envenenado todo. Y la ultraderecha o la derecha radical no solamente es Vox, sino todo un entorno también digital. Es un contexto totalmente distinto, donde se ha permitido todo esto de la cacería a las personas y meterse en la intimidad. Va más allá de la hipocresía, que hasta ahora es lo que conocíamos. Es una forma de deshumanización, de eliminación del adversario por otros medios.
Y en medio de esta cacería, usted decide volver a ser candidato al Congreso.
Sí. Mira, esto es algo que viví en los escraches. Toda esta presión va dirigida a sacarte de la escena pública. A sacarte de la política. Cuando uno es consciente de que el propósito es que tú dejes de hacer política porque les molestas, lo que no puedes permitir, al menos a mí me ocurre, es que se salgan con la suya, porque ese es su objetivo: intimidar, destruirte, porque no les interesa que formes parte de la de la escena pública. Si tú te rindes, han conseguido su propósito. Creo que esta actitud es la que siempre más le molestó a la ultraderecha conmigo, porque yo les plantaba cara y eso no lo soportan. Se excitan mucho y son muy excitables. Hace falta muy poco para excitarlos.
¿Qué se juega el PSOE en esta campaña?
El PSOE se puede jugar lo que quiera, pero son 144 años de historia, de una historia muy difícil. A mí no me preocupa tanto qué se juega el PSOE porque el PSOE no es nada si no está al servicio de la sociedad, si no es un instrumento útil de transformación social y al servicio de los anhelos de la gente. Lo que me tiene que preocupar es que siga siendo ese intérprete, ese motor de proyectos que promueven el bienestar de las personas y la justicia social y la libertad. Lo que me preocupa, por lo tanto, no es cómo queda el PSOE, que tenemos capacidad para adaptarnos a las nuevas realidades, lo hemos demostrado históricamente. El problema es cómo queda nuestra sociedad.
¿Y cómo queda? ¿Qué viene?
Pues la involución absoluta. En 1977, Alianza Popular sacó 16 diputados de 350; en 1979, Coalición Popular, porque iba con ese nombre, bajó a diez de 16 y salió un diputado de extrema derecha, que no había salido en 1977, pese a tener 40 años de dictadura, que algo moldearían en la mente de algunos ciudadanos. Quiero decir, que en 1977, en 1979, en 1982, España dijo 'no' a la dictadura, no a lo que representaba la derecha radical, la ultraderecha, el fascismo. Y ahora, más de 40 años después, aquellos que eran 11 diputados de 350, se están planteando hacerse con el Gobierno de la nación. Eso es lo que me horroriza.
Me horroriza que se normalicen determinadas actitudes, que se comprendan, que se les quite importancia: a replantearnos la violencia de género, la igualdad entre hombres y mujeres, el reconocimiento de la diversidad sexual, derechos conquistados. Que se replantee, sin ser conscientes, rebajar los niveles de amparo y de protección como son las ayudas a la dependencia, como son la subida de las pensiones, la subida de los salarios. Todo esto es lo que está en cuestión. No es el PSOE, sino lo que hemos conseguido, no ya en estos últimos años, sino incluso todo lo logrado en la democracia. No es normal que tengamos representantes de parlamentos autonómicos que niegan la ciencia. Esto sí que es retrotraernos, no ya a la dictadura, sino a tiempos inquisitoriales. Que haya negacionistas de la ciencia que niegan el impacto del CO2 o que niegan las vacunas... es incomprensible. ¿Pero para qué hemos ido a la escuela? ¿Para terminar negando la ciencia? ¿Para estar aquí tolerando expresiones que atentan contra los derechos humanos reconocidos por Naciones Unidas?
Cuando hablan alegremente de derogar la Agenda 2030 lo que están es cuestionando la actualización de los derechos humanos. Están en contra de la protección de la infancia, que forma parte de nuestro ordenamiento jurídico. Están en contra de la diversidad sexual de las personas, tratándolas como enfermas. Eso es lo que nos jugamos. Y el PP puede decir que no, pero comparten ese discurso. Ese discurso es transversal entre ambas formaciones y entre otras cosas porque Vox no es sino una derivada perversa del Partido Popular, una segregación como consecuencia del fracaso del proyecto político del PP con Mariano Rajoy.
¿Le preocupa que si dan los números Alberto Núñez Feijóo firme con Santiago Abascal un pacto como el de Carlos Mazón con Carlos Flores?
Los pactos ya están en los territorios, ya están incluso allá donde no hacía falta. Yo digo que no es tanta diferencia. Nosotros hemos vivido cómo desde la Comunidad de Madrid se hizo una trinchera contra el Gobierno de la nación, prescindiendo de cualquier actitud de colaboración, de la lealtad que debe imperar entre las administraciones. Y los discursos eran exactamente iguales que los de Vox. Tan es así que Vox pierde terreno en la Comunidad de Madrid porque su discurso ya lo lleva la presidenta de la Comunidad de Madrid. Su estilo político ya lo lleva la presidenta de la Comunidad Madrid y es del PP. Comparten una parte de ese discurso de la prioridad, de la inquietud, de la sensibilidad. No en balde todas las leyes que tienen que ver con progresos en materia de derechos y libertades el Partido Popular las recurre al Tribunal Constitucional.
¿No se cree a Feijóo cuando ofrece, como el otro día en el debate, un acuerdo para dejar gobernar a la lista más votada en el Congreso?
Esto es una trampa que solamente busca que al Partido Popular siempre se le ponga fácil. Eso dicho después de Extremadura, de Canarias, de ayuntamientos como Madrid, Burgos, donde no han respetado la lista más votada, es la hipocresía. Nosotros en abril del 2019 ganamos las elecciones. ¿Tenía la oportunidad de haber apoyado la lista más votada y así evitar un pacto con Podemos, que es lo que ellos querían evitar, no? Y había un precedente de generosidad, donde la alternativa política, que era el PSOE, se abstuvo para que pudiera gobernar el PP en 2016. Ni siquiera tuvieron en cuenta ese precedente. No les sirvió. Y nos fuimos. Nos vimos abocados a hacer otras elecciones y nuevamente, por segunda vez volvimos a ganar y por segunda vez no nos reconocieron esa victoria. Entonces, con qué cara, con qué legitimidad, con qué credibilidad hacen esta propuesta, además televisada como parte de toda una escena del show.
El líder valenciano del PP, Carlos Mazón, en público decía que pactar con Vox era una línea roja porque su línea roja era el gobierno en solitario y en privado hemos visto que hablaba de cierta predisposición.
Pese a que comparte buena parte de ese discurso, la derecha radical en conjunto, la diferencia es que en el PP le dan a la estética un poco más de importancia, cosa a la que Vox no le da ninguna. Y en ese sentido, aunque pueden comprender las propuestas de Vox, de cara a la galería, por una cuestión estética, pretenden diferenciarse.
Las encuestas apuntan a dos bloques. En su caso, lo lógico sería pactar con las mismas fuerzas del Gobierno de coalición. ¿Están dispuestos?
Es evidente que aunque hay dos partidos mayoritarios muy consolidados que en todo este tiempo se han consolidado algo más después de la crisis de representación de 2015. Sin embargo, es evidente que hay que articular mayorías y a priori cabe pensar que el PP solamente puede tener mayoría con la ultraderecha y que el Partido Socialista puede alcanzar mayoría con el socio de coalición, que hasta ahora era Podemos y que ahora se presenta con el título de Sumar. Es evidente que la mayoría se puede articular en torno a esta alianza. Además, creo que para enfrentar una ofensiva tan radical, tan involucionista, nos hace falta el concurso de todos los progresistas de este país para hacer frente a esa involución.
¿Cómo ha sido gobernar con Podemos?
En mi caso particular no tuve ninguna dificultad. Yo soy muy partidario de cuando se llega a un acuerdo ser leal con el acuerdo. Se pueden tener todas las dificultades hasta conseguir el acuerdo, pero una vez conseguido hay que cumplir y hay que ser leal. Y yo siempre tuve estos principios claros dentro del gobierno de coalición, sobre el que, por otra parte, no había ninguna experiencia previa. Estamos hablando, además, de un Gobierno de coalición, de un partido con una experiencia institucional muy grande, de gobierno, muy institucionalista, como es el Partido Socialista Obrero Español, con una formación política que era bastante antisistema en su origen, no convencional, y que, sin embargo, pues asumió claramente la responsabilidad de gobierno. Yo he defendido siempre el gobierno de coalición y mi relación con los miembros de Podemos siempre ha sido muy buena en lo político. Siempre he notado la colaboración y aún hoy he sentido siempre su solidaridad. También es verdad que en mi caso he tenido un acoso que ellos entienden muy bien, nos ha hecho más comprensivos respecto de la realidad a la que nos enfrentábamos.
¿Y con González Pons, que le defendió el otro día en el debate de las acusaciones del candidato de Vox?
Creo que González Pons lo que hace es inteligente y tiene una salida oportuna. No puedo dejar de agradecer al menos el gesto, pero es evidente que trató de aprovecharse de una circunstancia para quedar bien con todos. Le agradezco esas palabras, González Pons es un político muy veterano.
¿Cómo ha sido la relación con el PP? Han pactado, por ejemplo, la reforma de la ley del 'sí es sí'.
Creo que hay veces que se producen efectos colaterales no deseados y que tendría que haberse afinado más las consecuencias de su aplicación, no tanto porque jurídicamente fuera mejorable, sino también porque luego ha de ser interpretada también jurisprudencialmente y hasta eso había que haberlo considerado. El propósito de la ley era muy positivo y es una buena ley, más allá de estas circunstancias que la derecha se ha empeñado en airear. Esa ley permite perseguir mucho más las agresiones sexuales. Pero bueno, estaban en contra de la ley, les ha venido muy bien la aplicación, en algunos casos de acuerdo a los principios que rigen el derecho penal. De todas formas el Grupo Socialista rectificó para poner fin a esta polémica a la que le había metido diente la derecha y había que ser rápido.
Viendo cómo ha ido la campaña de las autonómicas, con cuestiones como la ley del 'solo sí es sí', que empezó mucho antes de la campaña electoral ¿Qué esperan de esta?
El objetivo es que el ciudadano haga un análisis de la gestión real, es decir, de la política pública desplegada por el Gobierno, del paraguas social que ha procurado este Gobierno en una de las crisis peores que ha tenido España en los últimos años. En materia sanitaria, hacía 100 años que no teníamos una pandemia de este tipo y el país ha salido para adelante, en ningún momento se ha parado realmente. La lucha contra la pandemia no ha impedido desarrollar la agenda transformadora. Hemos seguido extendiendo derechos, libertades, generar mayor protección social. Se aprobó el ingreso mínimo vital, se han mejorado las pensiones, los salarios, las condiciones de vida de los trabajadores, se ha luchado contra la inflación, se han conseguido precios en la energía mucho más económicos, más baratos, cuando la amenaza era toda la contraria. En fin, se ha desplegado toda una serie de políticas públicas dirigidas especialmente a los más vulnerables, aquellos que necesitan más del amparo de los poderes públicos. Lo que nos gustaría es que la propia sociedad reconozca estos beneficios. Y frente a eso, o en el caso que incluso se puede estar en contra de eso, que se observe si hay una alternativa distinta, porque lamentablemente la oposición, los que aspiran a conseguir el gobierno, lo están intentando sin ninguna alternativa, sin ninguna propuesta concreta o confesable. Todo lo juegan a la deslegitimación del Gobierno, a la deshumanización de su presidente y de los miembros del Gobierno, al desgaste reputacional, a introducir elementos intangibles que no afectan para nada a la vida de la gente.
Sin embargo, en las autonómicas de hace un mes, en el caso valenciano todos los indicadores económicos y sociales iban mejor y el Partido Socialista perdió la Generalitat Valenciana.
Tratamos de ver las consecuencias de un voto que no pondera todas estas cosas. Lo que nos interesa es que la ciudadanía se dé cuenta de que decir que no no es necesariamente apoyar la alternativa que se les presenta. Que todo tiene consecuencias perjudiciales para uno mismo. Lo estamos viendo en los pactos que se están planteando, no por la propia presencia de la ultraderecha, sino por lo que ello implica respecto de las políticas. Responden a sus concepciones en materia económica, que no es sino sacar el mayor beneficio por parte de las élites económicas, que buscan desprenderse de todo compromiso o contraprestación con los trabajadores, pero también con el medio ambiente, ese sentido depredador de los recursos naturales.
Esto no es nuevo. Cuando Rajoy consiguió mayoría absoluta, por ejemplo, en materia de medio ambiente, toda su obra fue desmontar todo lo hecho por los gobiernos de Zapatero en favor de la lucha contra el cambio climático. En la protección del medio natural desarrolló una intensísima actividad destructiva de toda esa obra con Arias Cañete al frente del ministerio. Y en materia de protección social recortó todas las prestaciones, eliminó algunas ayudas como las que se daban a los parados de más de 52 años, recortó la dependencia, la sanidad, la educación, todo con la coartada de la crisis económica. Aquí, con la crisis sanitaria hemos hecho todo lo contrario. Al final, lo que uno tiene que saber es quién va a representar sus intereses. Y es evidente que el Partido Popular, cuando se plantea ponerle un impuesto a la banca o a las energéticas, se pone a favor de estos. Pero cuando se trata de subir salarios se pone en contra.
¿Y qué lectura hace el partido de los resultados de las autonómicas y municipales? Se plantearon casi como un plebiscito contra Pedro Sánchez.
El presidente lo expresaba así, se lamentó de que no se hubieran tenido en cuenta la gestión de los gobiernos locales y autonómicos y se centrara todo en torno a la figura del presidente, que no era su momento electoral. Así lo interpretó y por eso anticipó la convocatoria de elecciones. Pero más allá de una estrategia electoral por parte de la derecha radical, de ignorar la gestión de los gobiernos locales y autonómicos para seguir insistiendo en la descalificación del presidente, tiene que ver también con su desprecio al hecho territorial. La derecha no cree en las comunidades autónomas, que son los prestatarios de las políticas públicas. Si no te interesa la política social ni las comunidades autónomas, para qué vas a hablar de ello. Pues hablemos del presidente.
En la presentación de su libro, Ximo Puig hizo un análisis similar. Dijo que al presidente del Gobierno se le había tratado injustamente. ¿Usted también lo cree?
Yo soy más socialista que nunca. No me hice socialista para ir detrás de ninguna figura en concreto. Creo que cada uno tenemos una responsabilidad y nos representa a todos. Cuando se ataca al líder se nos ataca a todos. Esto que hace la derecha de separar sanchismo de socialismo o apelar a “lo que queda de socialismo”... A estas alturas, cualquier líder socialista les va a molestar. Es de un cinismo tremendo. Cuando algunos invocan a Rubalcaba después de las campañas que han hecho cuando vivía, y ahora que está muerto apelan a él... O cuando recurren a Alfonso Guerra... Yo creo que nos viene a la memoria aquello del general Custer: el único indio bueno es el indio muerto. Les da igual quién dirija el PSOE, salvo que ellos también nos tengan que decir quién es el líder.
¿Qué relación tiene con Ximo Puig?
Siempre nos hemos llevado bien. Somos de la misma generación, nos conocemos de hace décadas. Más allá de que cada uno hemos tenido la posición política que hemos querido tener. Tenemos un debate permanente siempre, pero siempre hemos podido preservar la relación. Con el tiempo, esa trayectoria personal se convierte en una relación afectiva, sucede con las personas con las que convives.
¿Cómo está el partido? En la elaboración de listas hubo cierto conflicto.
En algunos sitios. Si piensas en el número de circunscripciones, se reduce a una parte ínfima. Si uno revisa provincia a provincia no ha habido conflictos. Pero en toda elaboración de candidaturas hay problemas.
¿Cree que puede reabrirse el conflicto tras las elecciones? Algunos barones territoriales han estado estos últimos cuatro años encantados de salir a criticar las decisiones del presidente del Gobierno y secretario general.
Creo que no hay nadie en eso ahora, ni se podría entender que lo hubiera. Estamos en unas elecciones donde hay que echar el resto para impedir la involución en este país. Cada momento tiene su afán, pero no puede ser este.
¿Y en el PSPV?
Es evidente que tiene que haber una afectación por el resultado electoral, que genera mucha incomprensión- Si había una valoración de la gestión positiva cuesta digerir los resultados negativos. Realmente no tienen tanto que ver con los resultados del PSOE, que han mejorado, sino con la incapacidad para establecer alianzas con fuerzas políticas, de las cuales una ya no forma parte de la representación parlamentaria. Cuando uno no ve esa relación entre el reconocimiento de la gestión y el resultado y al mismo tiempo ve esos acuerdos entre la derecha radical que tanto espanta, cómo no va a afectar al ánimo. La única forma de superar esa contradicción es conseguir unos buenos resultados en julio; sería lo único reparador.
¿Cómo deja eso a Ximo Puig al frente del partido?
Es el secretario general y tiene que seguir ejerciendo como tal. Su responsabilidad es que el PSPV afronte estas elecciones generales con el mejor ánimo y procurando el mejor resultado. Esa es su tarea; y de los candidatos más todavía.
Usted votó contra la ampliación del puerto de València en 2007, cuando era concejal...
Votamos todo el grupo municipal, no yo solo. Siempre he votado lo que mi grupo ha decidido. Me abstuve con Rajoy pese a estar en contra y haberlo discutido en el Comité Federal. En aquel momento la decisión del grupo iba en este sentido; pero tampoco lo descontextualicemos. No se trata de votar no' a cualquier ampliación, si no a aquellas que no reúnan las exigencias ambientales y los elementos correctores necesarios. Aquí no se puede ser fundamentalista, hay que establecer un equilibrio entre la sostenibilidad y el desarrollo económico, tiene que estar integrada. Ni una cosa, ni otra. Hay quién plantea el crecimiento del puerto a costa de lo que sea y otros que intentan ignorar lo que supone para la economía valenciana la importancia del puerto. Hay que hacerlo conciliable, es lo que llamamos desarrollo sostenible. Esa es la posición que defendí como ministro también. Y también dije: en un sistema descentralizado como el nuestro, también uno tiene que asumir su parte de responsabiñlidad. No se puede estar criticando siempre al Gobierno de la nación eludiendo la responsabilidad.
¿Y como diputado, a partir del 23J, la posición será la misma? Se lo pregunto por la oferta que hizo la candidata de Compromís, Àgueda Micó, a Esteban González Pons, para firmar un compromiso de paralizar las obras hasta que haya un informe definitivo.
Le corresponde al Puerto hacer el estudio.
Pero el Puerto no puede ser juez y parte.
Le toca promoverlo. Es el órgano sustantivo, es quien tiene que hacer el informe de evaluación. Y tiene que cumplir con lo que en su día estableció la evaluación medioambiental. No se trata de juez y parte; el estudio no lo tiene que hacer el puerto, lo tiene que encargar.
Da la sensación de que entre organismos se han ido pasando la pelota.
Eso se ha pretendido. El tema no tendría por qué salir de la Comunitat Valenciana. Los puertos son autónomos y los presidentes de los puertos los proponen las comunidades autónomas.