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Entrevista | Manolo Mata, portavoz del PSPV

Manuel Mata: “Pensar que el PSPV pacta con otras fuerzas políticas al margen del Pacto del Botánico no es real, sobre todo porque no hay alternativa”

El síndic socialista, Manolo Mata, en la entrada de las Corts Valencianes.

Laura Martínez

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Abogado, socialista y apasionado de la política institucional. Así se define el portavoz parlamentario del PSPV en las Corts Valencianes, Manolo Mata, máximo representante del grupo desde hace cinco años. Mata es una de las voces que escucha el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, y su interlocutor con el resto de formaciones parlamentarias. Sus compañeros políticos y los periodistas lo definen como un hábil negociador y él reconoce que le gusta convencer, tanto en el juzgado como en el parlamento.

Considera que las relaciones entre Puig y el presidente Pedro Sánchez han mejorado considerablemente durante la pandemia gracias a las sucesivas conferencias de presidentes y que José Luis Ábalos es un gran valor para el socialismo valenciano en Madrid. Mata recibe a este diario en su despacho del grupo parlamentario, donde se ubica la pizarra que más de una vez ha convertido sus vídeos en virales en las redes sociales, para analizar la actualidad política, los movimientos en el partido y las similitudes con el ejercicio de la abogacía.

En el debate de política general, el preámbulo del curso político, se ha hablado mucho de aumento de las políticas sociales, sanidad, educación... En definitiva, de aumentar el Estado de Bienestar y la red de protección a la ciudadanía. ¿Estas políticas cómo se van a financiar?

Soy de los que cree que esta crisis no tiene nada que ver con la anterior porque en esta hay un exceso de liquidez en el mundo. La gente está dispuesta a invertir en letras del Tesoro al 0,35% de intereses, la Generalitat ha pedido un crédito de mil millones al 0% de intereses, nunca ha habido tanto dinero para inyectar en el sistema. Las políticas neoliberales, de austeridad, de reducción del gasto público y privatizaciones han muerto; eso a la derecha la pone en una encrucijada. Ningún país en Europa ha apostado por políticas de austeridad. Para financiar estas políticas hay varias vías; aunque no haya modelo de financiación, que no es sólo cuestión de la voluntad de un Gobierno y 135 diputados, porque compiten territorios, exigimos que haya 1.336 millones de euros para situarnos como la media nacional. Afectaría a Murcia, Andalucía, Cataluña, Baleares...[las comunidades infrafinanciadas], el Estado, con 4.000 millones lo tiene resuelto. Luego están las ayudas europeas; si presentas planes que encajan con lo que quiere la Unión Europea, con proyectos sostenibles y de innovación, tienes financiación. También queda explorar una vía con el Gobierno de España que es penalizar a los grandes patrimonios. Aquí mantenemos el impuesto de patrimonio, sucesiones y la cuota del IRPF, creo que tenemos poco margen. Y por último, la fiscalidad verde, que no tiene por qué ser vía impuestos, sino mediante bonificaciones; premiar al que va en bicicleta, al que mejor recicla.

¿Hablamos entonces de una subida de impuestos, de gravar a grandes patrimonios?

Los ricos se han hecho más ricos, así que con los mismos impuestos, la recaudación subirá. Luego hay un debate de penalizar a los súper ricos, y algunos apuestan por ello. Roosevelt ponía un impuesto del 94% a quienes ganaran más de medio millón de dólares; cuanto más alta era la fiscalidad, mejor iba el país. Tú te haces rico aprovechando las infraestructuras financiadas con impuestos de quienes te han precedido. Si el Gobierno toma esa decisión, nos puede beneficiar. Si sumamos la compensación por infrafinanciacón, ayudas europeas, fiscalidad verde y algún plan para súper fortunas, podemos financiar perfectamente las necesidades. Los anuncios que hizo Ximo Puig suman 21.000 millones en seis años.

¿Hubo cierto cachondeo con los 'Xximoanuncios', pero qué nos jugamos con los fondos europeos?

Absolutamente todo. La Comunidad Europea recibirá miles de proyectos, ha dicho los ejes que quiere y tendrá que ver qué encaja. Uno de los que enunció el president fue regenerar la Albufera, un plan de 240 millones que, si Europa lo ve, es preservar un parque natural y genera muchos puestos de trabajo. Hay muchos vinculados a investigación y desarrollo, al teletrabajo... al mundo del futuro.

Hablando de financiación. ¿Cree que habrá base para el nuevo modelo este año?

Base sí, pero es un debate perverso. Nos peleamos dentro de cada partido con nuestros propios compañeros. Los asturianos, cántabros, riojanos o gallegos ven la cosa diferente a cómo la vemos catalanes, murcianos, andaluces o valencianos. Ellos quieren primar despoblación y envejecimiento, nosotros somos cinco millones de habitantes y hay un factor de divergencia. Los argumentos son razonables, pero llevamos muchos años debajo de la media nacional y queremos estar en la media nacional. Los cálculos de los técnicos del IVIE estimaban que al Gobierno le costaría 4.000 millones ponernos en la media a todas las comunidades autónomas. Pues mientras tenemos borradores, que venga eso. Como compiten territorios, no ideologías, es difícil articular una mayoría.

Tanto en el debate de política general como en el acuerdo de reconstrucción hay puntos en común con PP y Ciudadanos. ¿Ven posible un pacto con la derecha para los presupuestos?

Seguro. Posible es. Porque la derecha ha llegado a la conclusión de que su modelo económico, social y político ha fracasado. Ahora proponen políticas de gasto. Si ves el pacto de reconstrucción, todo es gasto, y cuesta dinero. Solo que lo quieren sin subir impuestos.

Y que recorten en asesores.

Tenemos infinitamente menos que otros territorios. Y por mucho que ahorres en asesores y altos cargos, hacen números que son absurdos. Si eliminas una conselleria quitas lo que gana el conseller y los altos cargos, pero los funcionarios siguen. Estamos en una ratio de cargos públicos mucho más baja que otros territorios. El presidente de la Diputación de Alicante cobra 10.000 euros más que el president de la Generalitat y su jefe de gabinete más que un conseller; en la Comunitat Valenciana tenemos un eventual -un asesor- por cada 42.000 habitantes, en Murcia uno cada 29.000. Tenemos la mitad de altos cargos y eventuales que Cataluña o Andalucía. Reducir eso no solventa nada.

Los socios de Gobierno parecen estar molestos con el acercamiento a Ciudadanos.

Eso creo que es una lectura paranoica de la situación política. Pensar que aquí el PSPV pacta con otras fuerzas políticas al margen del Pacto del Botánico no es real, sobre todo porque no hay alternativa. Hay una mayoría parlamentaria que no va a cambiar, pero nuestro deseo es que Ciudadanos y el PP se puedan sumar. Si se ha acordado algo con Ciudadanos ha sido junto a Podemos y Compromís. Hay municipios en el que la relación es mala, no salen los presupuestos y llegan dos concejales de Ciudadanos... Es accidental, no hay ninguna voluntad de cambiar el pacto.

Esa reunión de Ximo Puig con Toni Cantó en el Palau de la Generalitat, tan institucional, ¿ha podido alimentar eso?

En los últimos meses, semana sí, semana no, Toni Cantó le propone al president tomarse un café. Yo he estado en algunos y se habla de política y situación general, no hay ningún pacto secreto. Cantó ha hecho propuestas y hemos buscado soluciones entre todos los socios del Botánico. Si Bonig [Isabel Bonig, líder de la oposición] llamara mañana, pues se reuniría con él, igual que se reúne con [Mónica] Oltra o con [Fran] Ferri.

¿Cómo lleva volver a ejercer la abogacía?

Nunca lo he dejado, es una profesión que nunca dejas.

¿Es más abogado que político o más político que abogado?

Soy fundamentalmente abogado. La política es mi pasión, la política institucional. Nunca he estado mucho tiempo en los sitios porque es durísimo, absorbe tu vida, cambia tus relaciones sociales, familiares. La gente que está en el Gobierno tiene un componente heroico, es una profesión dura.

¿Las tácticas como abogado le han servido en las Corts Valencianes? ¿Es más fácil persuadir a un juez o a la oposición?

Ambas son el arte de persuadir. A mí me gusta intentar convencer y no lo consigues siempre. No recuerdo quién decía que cuando la gente pide justicia lo que pide es que le den la razón. Y en política, cuando alguien quiere pactar, quiere que le den la razón. Pero como no la tenemos siempre... se da el arte de llegar a acuerdos, que dice Gabilondo. La cultura de la mediación se está recuperando.

¿Ha encontrado más psicópatas en el juzgado o en la política?

La política es una radiografía en pequeñito de la sociedad; si la sociedad está crispada, la política está crispada. Si la sociedad es amable, la política es amable. Vivimos una situación peculiar, ya no hay sesudos discursos que se leían por analistas, ahora las redes sociales son la fragmentación del discurso y acaba saltando la frase. Pero esto requiere reflexión, pedagogía y aprendizaje.

¿Y más puñales en el juzgado o en el partido?

Los puñales, en el partido. Siempre te hacen más daño los tuyos. ¿Con quién tienes mayores broncas? Con tu familia, amigos y en política, con los de tu partido. Y las que más duelen son las que se producen en el interior de los partidos.

Ahora que se ha incorporado a la defensa de dos imputados en el caso Alquería, ¿Creen que puede afectar al partido o dañar al president?

No, creo que tuvo mucho de espectáculo con las detenciones, pero rascando ves que es una situación discutible en términos jurídicos. Sobre lo que es un alto cargo y cómo criminalizarlo... Creo que la malversación ya se ha descartado y es una cuestión muy técnica sobre si se podían contratar altos cargos que estaban para evitar el expolio que se hizo en Imelsa. Confío en que mucha gente no llegue ni a juicio.

Hay movimientos en la Generalitat con cierto olor a congreso. Su partido tiene una tradición algo conflictiva en ello... ¿Cómo ve el panorama?

Las fechas son imprevisibles. Nosotros tenemos congresos en cascada. En esta situación no creo que alguien sea capaz de fijar fecha de un congreso. Pero después de una época convulsa ahora tenemos una sintonía mayor de la que se percibe entre Ximo Puig y Pedro Sánchez. Unieron sus destinos electoralmente y hacemos políticas parecidas porque tenemos aliados parecidos. El partido tiene un componente nítido de izquierdas, que hace políticas de izquierdas y avanza en la federalización. Si esa sintonía existe es difícil que haya revueltas. Hay una sintonía Madrid-Valencia como no la ha habido antes. Un elemento clave para ello han sido las reuniones de presidentes, donde el papel de Ximo Puig ha sido muy relevante y Moncloa lo ha visto. Hemos sido leales, peleando por nuestro espacio propio, sin hacer daño a nadie.

¿Y la relación con el poder valenciano en Madrid que encarna el secretario de Organización del PSOE y ministro, José Luis Ábalos, cómo es? ¿Aún hay heridas abiertas en el PSPV?

Puig y yo conocemos a Ábalos desde hace 30 años y tenemos muy buena relación personal. Él tiene el cargo más importante que se puede tener en el partido, un ministerio clave y es valenciano. Ábalos hoy es una grandísima ayuda para el socialismo valenciano.

En el Comité Federal que forzó la dimisión de Pedro Sánchez usted presentó su dimisión a Ximo Puig. ¿Cómo cerraron ese asunto?

Ha sido uno de los momentos más difíciles de los últimos años. Puig defendía a una candidata y yo a otro. Como creo que la lealtad es un valor supremo, no quería que eso fuera un factor que perjudicara el tema institucional, por eso presenté mi dimisión en blanco, para que él pusiera la fecha, junto a una carta en la que decía que gracias a él había estado en el mejor lugar que podía estar. Y no la aceptó. Nunca me sentí presionado, ni nada. Apoyé a Pedro Sánchez porque pensé que sería el que mejor sintonizara con la militancia y que podría hacer políticas de izquierdas.

¿Cómo se lo tomó el president?

Es una persona muy generosa y comprensiva. Entendía mi posición y yo tenía otra. Creo que es la única vez que hemos tenido opiniones divergentes en cinco años. A mí me ha dado muchísima tranquilidad. Le tengo una gran estima personal porque es una buena persona.

Volviendo al parlamento. Si no me equivoco, es la primera vez en la historia de la democracia autonómica que una fuerza de extrema derecha tiene esta representación, con postulados a menudo antidemocráticos y contrarios a los derechos humanos. ¿Cree que la democracia corre el riesgo de destruirse desde la propia democracia?

Clarísimamente. Uno de los grandes retos que tiene la democracia es una presencia excesiva de ideas antidemocráticas, xenóbofas, machistas, racistas... Que representan lo peor. Eso se ha producido siempre que ha habido grandes crisis. La extrema derecha ha usado los resortes democráticos para acceder al poder.

¿De cómo se resuelva la reconstrucción dependerá el futuro de estas ideas?

Interfieren varios factores. Apelar a los instintos humanos, inspirar teorías destructivos... tiene muchos cauces que, a través de las redes sociales, crean un caldo de cultivo preocupante, especialmente en la juventud. Las nuevas generaciones son muy vulnerables a la manipulación de las mentes. Se lee menos, se profundiza menos, tenemos posiciones frentistas... La polarización es el caldo de cultivo para la extrema derecha.

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