Uno y uno siempre son dos, pero en un parlamento con 99 diputados y cuatro grupos políticos hay muchas formas de hacer cálculos para obtener el resultado deseado. La aritmética parlamentaria cambia en las Corts Valencianes tras la ruptura de Vox con el PP. Los de Carlos Mazón afrontan el reto de gobernar en minoría y pactar ley a ley, decreto a decreto, con el foco puesto en los presupuestos de la Generalitat Valenciana, que empezarán a elaborarse en septiembre y se negociarán en el último trimestre.
La tentación es que las cosas sigan igual. Los números son los números y las afinidades siguen ahí, plasmadas en el programa electoral. El PP afronta la ruptura como una oportunidad de pactar a diestro y siniestro y no parece demasiado preocupado por la presión del partido. Vox, que acaba de romper la baraja, cree que ha hecho lo correcto: es el momento de marcar agenda en el Parlamento y rentabilizar sus propuestas electorales, muchas de ellas comunes con el PP.
El síndic de la ultraderecha, José María Llanos, advertía este viernes: “Estamos en la oposición, no podemos garantizar ninguna estabilidad”. Para después confirmar las afinidades con los populares. “Lógicamente, las estadísticas ahí están: es más sencillo ponerse de acuerdo con el PP en las cuestiones en las que podamos negociar que con el Botànic (PSPV-Compromís), con el que desde luego mantenemos una línea roja política de negociación”, dijo. Y añadió: “Si el gobierno de Carlos Mazón hace las cosas bien, tendrá nuestro apoyo. Si no las hace bien, según el programa de Vox, pues evidentemente no lo tendrá”. Llanos era uno de los parlamentarios más dispuestos a la ruptura del Consell porque cree que podrán marcar perfil, como demandaban sus militantes.
Los populares insisten en que quieren agotar la legislatura, como ha reiterado Mazón en las últimas horas. Para este fin, a diez diputados de la mayoría absoluta, el presidente coloca a su mano derecha como portavoz parlamentario. Juanfran Pérez Llorca, número dos del PP valenciano, será ahora el principal negociador en las Corts, una tarea que ya lleva un año ejerciendo en el partido y el parlamento: fue el uno de los artífices del pacto que hizo a Mazón president y considera esta etapa como “apasionante”.
Si Vox no quiere una medida, buscarán el apoyo el PSPV y Compromís; si la izquierda rechaza un pacto, buscarán a la ultraderecha, y si se requiere de una mayoría de tres quintos, lanzarán todas las redes. El nuevo síndic tendía así la mano, pasando la responsabilidad a la oposición: “El Partido Socialista y Compromís siempre han puesto la excusa de que con Vox no hay nada, pues ahora ya se les tiene que caer la careta. Si de verdad quieren apostar por el cambio, por seguir mejorando la calidad de vida de todas las valencianas, ahora tienen su oportunidad”, manifestó.
Con todo, la izquierda, que se alegra de la salida de la ultraderecha, no se lo va a poner fácil al president. “Mazón ha asumido todo el marco de la extrema derecha en todas las leyes que se han hecho”, considera Joan Baldoví, portavoz de Compromís, en una afirmación compartida por la secretaria general del PSPV, Diana Morant. Los valencianistas quieren que Mazón comparezca el lunes para explicar los cambios en su gobierno y se someta a una moción de confianza. Sobre los futuros pactos, Compromís insiste en que son como “agua y aceite” y los socialistas en que la línea roja es Vox. Con sus votos no nombrarán a nadie de la ultraderecha en ninguna institución. La ministra de Ciencia cree que la salida de Vox es “una estrategia táctica y de puro maquillaje”.
Al tiempo, los partidos presionan a la presidenta de las Corts, la ultraderechista Llanos Massó, para que deje la presidencia por coherencia. Si el acuerdo con el PP está roto, también lo está para que ella encabece la Cámara y sea la segunda autoridad valenciana. En Vox no contemplan esta cuestión en ningún parlamento autonómico.
Pese al revuelo de las últimas horas, la ruptura sobrevenida no parece haber sido traumática entre los ya exsocios del Gobierno valenciano. Se espera un endurecimiento de la posición de Vox, que trate de arrancar medidas al PP. Y los populares, por su parte, se abren a todo el mundo. La afinidad que en la Comunitat Valenciana había entre populares y ultraderecha no parece haberse roto con la decisión de Santiago Abascal. Como todos reconocen, tienen muchos puntos en común que no tienen por qué decaer.