Una maquinaria es operativa en tanto que encajan todos sus engranajes. Una cadena es tan fuerte como lo es el más débil de sus eslabones. En los partidos políticos, la división en sectores provoca tensiones que pueden hacer saltar las piezas. El secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, sabe que una herramienta rota no sirve más que para molestar y que en un contexto de rupturas multilaterales y crisis solapadas se requiere de herramientas sólidas que cumplan su función.
El PSPV-PSOE afronta este fin de semana un congreso decisivo, no tanto por revalidar su liderazgo -será una alfombra roja para Ximo Puig, que no tiene rival en el cargo- sino para determinar con qué fuerza sale el dirigente para medirse en otros espacios. Con unas elecciones autonómicas en año y medio y debates cruciales en España -la financiación autonómica, los fondos europeos, los planes de recuperación-, el presidente autonómico necesita una foto de familia unida, un partido que sea una base sólida y no un terremoto constante, para reforzar su poder en los distintos tableros. Hace meses que el también presidente de la Generalitat Valenciana habla de vertebrar España, de retomar el diálogo, tender puentes o coser el país; de reconstrucción y reconciliación, de cerrar brechas, de salir de la crisis más fuertes. La palabra “crisis” en chino conjuga los caracteres “peligro” y “oportunidad”. En griego, su etimología remite a decidir. El congreso busca un partido que sume ambos. Es su oportunidad de participar donde se toman las decisiones.
En la Generalitat, el presidente autonómico ha reforzado en el último semestre su perfil como gobernante, con comités de expertos que comenzaron asesorándole en la etapa más cruda de la pandemia y cuyas ideas ha ido integrando en sus discursos y en su forma de trabajar. Puig se ha ido labrando un papel más protagonista en el Estado, con las reuniones entre dirigentes autonómicos para presionar por el sistema de financiación, reclamando la descentralización de los organismos gubernamentales, alianzas empresariales para captar fondos europeos y planes de acción pioneros como el de salud mental. Se ha perfilado como un hombre moderado, que llama a emprender un diálogo sereno mientras el ruido lo sepulta todo. Y con este perfil acude a sus bases.
A su llegada a la primera jornada del congreso, el dirigente valenciano afirmaba que la posición del PSPV es “participar en todos los debates que se produzcan en España”. Entre ellos, citaba: la financiación autonómica, la desconcentración de instituciones, acabar con la prostitución y mejorar el mercado de trabajo. “La Comunitat Valenciana ya está liderando algunos y ahí vamos a estar. Nuestro papel es participar en una España más plural, más diversa, más comprometida en el espacio federal, donde confluyan las distintas formas de ver España, la España de las españas”, señalaba el viernes desde Benidorm, símbolo de un sector empresarial especialmente beligerante.
El dirigente sabe que se encuentra en un momento decisivo para él y su formación. Según las encuestas, la diferencia entre bloques de izquierda-derecha en los parlamentos es mínima y la imprevisibilidad de los votantes se ha acelerado con la crisis sanitaria. Puig necesita un partido blindado para llegar con fortaleza a las próximas elecciones, que su tercer mandato como secretario general sea la catapulta para su tercera legislatura al frente de la Generalitat Valenciana. Como sucediera en el Congreso Federal del PSOE, todo el cónclave es una llamada a la unidad: el lema, Creixem. La vía valenciana; los discursos, conciliadores: “Todos los militantes son valiosos”, indicaba Puig. Hasta las mesas han reflejado todas las sensibilidades: en la primera jornada congresual, un encuentro con los exsecretarios generales del PSPV -Jorge Alarte, Joan Ignasi Pla, Joan Lerma- que antaño tuvieron gran contestación interna y fuertes rivalidades, se convertía en una loa a la acción del dirigente socialista. Los exmandatarios pasaron la palabra a dos referentes del partido, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y la exministra de Sanidad Leire Pajín.
El secretario general afirma que quiere construir “un proyecto para la mayoría de la sociedad valenciana” que sea capaz de “unir” y “vincular a personas de distintas generaciones, además de buscar personas valiosas que hay en la sociedad”. Puig prometió en el segundo congreso que no volvería a presentarse, pero la reelección como presidente de la Generalitat le hizo cambiar de opinión: “Pienso que es más útil para la ciudadanía, teniendo en cuenta que el liderazgo institucional es fundamental porque la máxima responsabilidad de un partido es gobernar para cambiar las cosas”, explicó en una entrevista con elDiario.es, donde subrayó la relevancia de que el partido se muestre como herramienta útil.
Para conseguir la foto de familia unida, el secretario general necesita integrar en sus listas a su tradicional sector crítico: el que encabezan los afines al exsecretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos. Aunque el también exministro de Transportes no se encuentra en su mejor momento político, su sector presionará para obtener representación en la Ejecutiva, que se conocerá este sábado. Y la rama mayoritaria tendrá que ceder una parte para evitar futuros incendios.
Ante esta presión, Puig respondía, como es habitual, con una cita: “Rafael Altamira dijo una cosa que incorporó Kennedy: no pienses lo que tiene que hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”, instando a su formación a hacer lo mismo. “El nominalismo se ha acabado”, indicaba el presidente, asegurando que “todas las personas son valiosas”. El dirigente trabaja en un organismo de dirección que tenga una composición paritaria, equilibrio territorial y “diversidad”, también de pensamiento. “De lo que se trata es de que todo el mundo aporte aquello que puede sumar mejor a una causa común”, sentenciaba, cerrando filas. “El PSPV es un partido para la convivencia, para la inmensa mayoría, para acabar con la bipolarización” social.