Todos los seres humanos son vulnerables e interdependientes en algún momento de la vida y todos necesitan cuidados de forma cotidiana.
Teóricas del feminismo coinciden en trabajar el cuidado desde la perspectiva feminista, económica y desde el derecho, pero especialmente como imperativo ético. La pandemia ha subrayado conceptos como fragilidad, interdependencia y vulnerabilidad y ha inspirado una serie de trabajos sobre una cuestión encallada en el aspecto teórico y práctico. Así se muestra en Los cuidados en la era Covid-19: Análisis jurídico, económico y político, la última edición de los Quaderns Feministes de la cátedra de Economía Feminista de la Universitat de València y la conselleria de Economía Sostenible y en Tiempo de cuidados, de Victoria Camps, ambas obras presentadas este martes en Valencia.
“La pandemia ha puesto de relieve el cuidado”, sostiene la catedrática emérita de la Universidad de Barcelona, que recuerda que cuando las mujeres se incorporaron al trabajo productivo alguien -el Estado, el tercer sector- tuvo que hacerse cargo del trabajo de cuidados. Camps, en la segunda presentación del libro en el festival de filosofía 'A viva ment', en la librería Ramón Llull, señalaba que “uno de los grandes problemas que tiene el feminismo es descargarse de los trabajos ancestrales” que tradicionalmente han realizado las mujeres pese a los avances sociales. La igualdad se da sobre el papel, pero la pandemia ha supuesto una vuelta atrás, agrandar la brecha. La del cuidado es una de las “rémoras” para que el feminismo no avance y debe afrontarse para poder superar otras brechas.
Que los cuidados se doten de tanto valor ético como la justicia es necesario para un cambio de paradigma que supere el individualismo imperante, considera la autora; se debe entender que “no somos seres átomos” sino interdependientes en las distintas etapas de la vida. En el cambio de paradigma que reconozca y revalorice los cuidados es fundamental la escuela, sostienen las expertas, en un posicionamiento que supera las asignaturas y el currículum académico y aboga por un aspecto transversal. La escuela, recalcan, es un elemento democratizador.
La exsenadora y consejera de Estado plantea avanzar hacia una “democracia cuidadora” en “todos sus aspectos”: sanidad, educación o sistema asistencial, una garantía del derecho al cuidado y de reducción de las desigualdades.
Por su parte, las integrantes de la cátedra abogan por la corresponsabilidad, cuidados más allá de la división hombre-mujer en las familias nucleares heterosexuales sino incluyendo al Estado corresponsable y a la sociedad corresponsable. El trabajo coordinado por la profesora Ana Marrades, directora de la cátedra, plantea revalorizar el cuidado, una función “imprescindible” que ha colocado a las cuidadoras en una posición de subordinación y discriminación. “Una democracia avanzada requiere corresponsabilidad, es imprescindible para corregir el desequilibrio”.
El cuidado como derecho-deber abre la incógnita sobre el reconocimiento a las personas cuidadoras. “¿Qué tipo de reconocimiento social habría que dar al tiempo que invierten las personas cuidadoras?”, plantearon en la librería, con especial atención a los cuidados no profesionales y a los que se desarrollan en la economía sumergida, la mayoría por mujeres migrantes en condiciones precarias, pese a la condición de trabajo esencial. Esencial, femenino y precario son tres términos que se han conjugado en la presente crisis sanitaria.
El trabajo de Camps sobre los cuidados arranca en sus primeros libros, que causaron cierto rechazo al identificarlos con las mujeres, no desde unas perspectiva esencialista sino cultural. En El siglo de las mujeres (1998) la filósofa ya recibe estudios sobre cierto “despertar” de una sensibilidad cuidadora desigual en niños y niñas. “Es una obligación que han asumido las mujeres por cultura”, señala. Tiempo de cuidados, escrito durante el confinamiento, insiste en la reivindicación de esta forma de corresponsabilidad entre seres humanos como valor ético.
En los cuidados en la era covid se unen una decena trabajos de investigadoras que abordan desde la situación de mujeres cuidadoras de personas dependientes hasta análisis del discurso político predominante durante la pandemia, pasando por una revisión de la ley de servicios sociales inclusivos y el sistema público de dependencia. El volumen coral pone de manifiesto la debilidad del sistema de cuidados y reivindica el refuerzo del Estado de Bienestar como herramienta para una vida digna de ser vivida.