El Bloc Nacionalista Valencià, la rama mayoritaria de Compromís, afronta este fin de semana un congreso de refundación decisivo que la pandemia obligó a retrasar. Con el cambio de nombre como bandera -si se aprueba la ponencia, pasará a llamarse Més Compromís- el cónclave de los valencianistas definirá sus líneas de acción futuras, que pasan por mantener la política de los gobiernos de coalición y abrir el valencianismo político para llegar al espacio tradicionalmente ocupado por la socialdemocracia.
En este contexto, Vicent Marzà (Castelló de la Plana, 1983), conseller de Educación, Cultura y Deporte y rara avis en el Ejecutivo autonómico -abstemio, deportista y discreto- aspira a ser el coordinador político; una figura que determinará los movimientos de la formación y su papel en el Gobierno del Pacto del Botánico.
Este congreso tiene unas características singulares, hay un cambio de nombre, y eso siempre significa más cosas ¿Cuáles son?
Es un congreso muy importante porque planteamos una actualización ideológica y una refundación organizativa para ser lo más útiles posible a nuestro pueblo, de acuerdo a la situación que vivimos. Planteamos avanzar hacia un soberanismo democrático, basado en la soberanía del día a día, del conjunto de las soberanías que necesitamos cada una de las personas que vivimos en el País Valenciano para hacer de esta tierra un espacio donde valga la pena vivir. Que no haya personas que no puedan pagar la luz, que no haya multinacionales que tengan intereses por encima de los del pueblo; que nuestra soberanía, por tanto, no esté en cuestión y la podamos ejercer. Ponemos en el centro del debate la propuesta de construir esa soberanía colectiva para hacer de este un país más justo, más libre, más igualitario, más feminista, más sostenible. Pensamos que es así como seremos más útiles y como conseguiremos construir nacional y popularmente el pueblo valenciano.
En la ponencia hablan de redefinir el concepto de soberanía. ¿En qué consiste?
Es un paso más en la construcción de la soberanía colectiva mediante las soberanías diarias. El movimiento feminista siempre ha hablado de la capacidad de decidir de las mujeres, no solo sobre su cuerpo, sino sobre las cuestiones de su día a día: eso es soberanía. También poder decidir sobre el modelo energético; no podemos depender de multinacionales que tienen intereses por encima de la mayoría del país, o la soberanía alimentaria; hablamos del modelo agrícola valenciano, que no solo tiene que generar puestos de trabajo, sino que debe ser sostenible, respetuoso con el territorio, basado en una buena gestión de la tierra.
Es una cuestión esencial que los valencianistas hemos trabajado siempre, pero ahora queremos reforzarlo porque pensamos que es así como, sumando esas luchas de movimientos sociales que no son estrictamente políticos o institucionales, podemos construir pueblo con la mayor cohesión posible. Queremos que el feminismo y la sostenibilidad se sumen a los valores intrínsecos de nuestro movimiento, la construcción nacional de nuestro pueblo.
El cambio de nombre implica apartar la etiqueta nacionalista que había estado en las siglas. ¿El nuevo Bloc se abre a un espectro más amplio?
Lo que hacemos es ir más allá. Todos los movimientos como el nuestro han dado este paso en Europa. Los movimientos que luchan por el autogobierno desde una perspectiva nítidamente de izquierdas han ido mas allá de esa concepción clásica de la identidad y la cultura para construir una soberanía compartida que ayude a coser la sociedad en la que viven. Los movimientos como el nuestro han dado esos pasos y pensamos que es un paso que amplía, que no renuncia a nada, que suma mas movimientos, es la lucha misma; es indisociable construir nuestro pueblo de forma cohesionada y social y construirlo nacionalmente. Es fiel a todo lo que hemos hecho y aspira a llegar a más. Para transformar este país nos hace falta más gente.
Hay un sector que no está de acuerdo con la refundación, que querría mantener una posiciones nítidamente nacionalistas...
Los argumentos de la otra candidatura no solo no los comparto, sino que no sé cuáles son en el fondo. Se plantea como si hubiera cierta renuncia a los valores fundamentales cuando lo que hacemos es ir un paso más allá. Nunca habíamos tenido una ponencia que apostara por el soberanismo de una forma tan clara. ¿Qué es el nacionalismo más que la soberanía de su propio pueblo? Construirla es indisociable de hacerlo desde un punto de vista social, feminista y ecologista, es así como se puede construir pueblo de verdad. Para nosotros es una evolución natural, una actualización necesaria y una forma de avanzar, siendo fieles a lo que hemos hecho hasta ahora. El valencianismo siempre se ha reinventado cada diez, quince o veinte años; y ha cambiado de nombre. Siempre que lo hemos hecho hemos crecido y hemos llegado a más gente
Había una broma de Josep Vicent Marqués sobre que los valencianistas eran los seguidores del Valencia Club de Fútbol. Hoy la etiqueta del valencianismo se reivindica. ¿Hasta qué punto desborda al Bloc o a Compromís?
Hemos de ser capaces de hacer que el valencianismo sea el hilo que lo cose todo desde esa perspectiva soberanista. Hay que traspasar incluso hasta donde hemos sido capaces de llegar. Con Compromís hemos ido más allá y lo que queremos es fortalecernos nosotros para fortalecer Compromís y llegar a más gente. La ponencia dice que no es valencianista quien cree que se puede construir un país sobre la precariedad de las mujeres o las clases trabajadoras o la explotación del territorio; ser valencianista es avanzar con el pueblo y cohesionarlo y estamos convencidos de que servirá para traspasar fronteras, no solo territorialmente, sino de forma transversal, en esas luchas de personas que no comparten nuestro objetivo principal, la construcción nacional y popular del País Valenciano, pero sí que comparten que esa forma de luchar por sus derechos es luchar por la soberanía.
Esto tiene efectos sobre la coalición. ¿Se puede interpretar que el Bloc, Més Compromís en adelante, quiere apropiarse de la marca?
Hemos apostado siempre por que Compromís fuera una organización que funcionara de forma cohesionada, con mecanismos mucho más estables, que hasta ahora no ha sido posible. Queremos seguir apostando por Compromís, es la herramienta que mejor ha ayudado al cambio en este país y nuestra apuesta es tener estructuras fuertes de partido. Queremos dotarnos de esa fuerza orgánica y de partido para seguir ampliando, para coordinar mejor las políticas. Yo me presento para ser el coordinador político en todas las instituciones, en lo que el partido trabaja y en cómo casarlo con los movimientos sociales. Necesitamos estructuras comunitarias que sirvan para coser, para hacer pueblo. Se trata de fortalecernos nosotros para fortalecer Compromís.
Parece que su papel en este congreso es el de tener mayor presencia, optar a un mayor liderazgo en este Consell. Incluso se baraja que se presente a las elecciones en lugar de Mónica Oltra.
Este es un debate que vivimos dentro de nuestro partido, un debate sobre estrategia, posicionamiento político. En ningún caso es un debate de personalismos o de papeles preponderantes. Hablamos de una reflexión más que necesaria para afrontar la situación que vivimos y dar las mejores soluciones; no de liderazgos individuales. No es mi voluntad que tenga esta lectura. Queremos construir herramientas fuertes al servicio del pueblo valenciano, estamos en un momento complicado en el que la derecha y la extrema derecha trabajan en construir marcos que van en contra de los derechos de la ciudadanía. Tenemos que estar preparados para este debate y no estar pendientes de nombres, liderazgos o personas.
¿Pero, en ese futuro Compromís, qué papel le gustaría tener?
Creo que puedo contribuir a coordinar políticamente la acción de nuestro proyecto. Por eso acompaño a Àgueda Micó en esta candidatura, en la Ejecutiva. Creo que es importante que nuestros posicionamientos sean compartidos en las instituciones y vayan de la mano de los movimientos sociales. Planteamos la realización de convenciones cada cierto tiempo para tener posicionamientos claros sobre cuestiones estratégicas: feminismo, gestión del territorio, modelo económico. Una parte importante es cómo construir un modelo que sea justo. Me siento cómodo en el debate de las ideas, el de la propuesta y en su coordinación para tener un posicionamiento claro y conjunto; ese es el lugar que me gusta.
¿Qué proyecto político tienen para combatir los marcos de la extrema derecha?
Plantar cara desde las instituciones y desde la calle. No podemos aceptar los marcos que intentan imponer y les benefician, tenemos que construir otros y hay que hacerlo colectivamente. Para eso es importante coser la sociedad valenciana con justicia social e igualdad, es la mejor forma de no dejarles espacio para crecer. Intentamos que la acción política diaria sea el antídoto al hecho de que señalar al último contra el penúltimo tenga rédito electoral, que siempre beneficia a los de arriba, aunque ellos lo enmascaren. Pensamos que uno de los ejes de la organización debe ser el antifascismo y la lucha contra la extrema derecha.
La ponencia no incluye mucho análisis sobre el funcionamiento del Gobierno del Pacto del Botánico.
Tenemos el análisis sobre cómo hemos de organizarnos nosotros porque pensamos que es la mejor forma de incidir en una mejor forma de gobernar en coalición y mejorar esos procesos. Hay una enmienda que hemos aceptado, que consiste en apostar continuamente por gobiernos de coalición con la voluntad de ser la parte mayoritaria del gobierno. Pensamos que cambiaria mucho lo que se hace como gobierno. No tenemos la mayoría y no somos nosotros quienes hemos de responder a ese liderazgo y esa coordinación del gobierno, pero si fuéramos la parte mayoritaria funcionaria mejor, tendríamos políticas más transformadoras, que es lo que necesita este país.
¿El PSPV-PSOE frena los cambios?
Claro. Tenemos diferentes posicionamientos. Hay quien tiene una estrategia clara y evidente de ocupar el espacio del centroizquierda y hace que tenga determinadas posiciones y hay una fuerza que somos nosotros que queremos una política transformadora sin sumisión ni concesión a lo que se marque en otros lugares de decisión que no sean el País Valenciano, como se evidencia en la financiación autonómica. No hemos venido a maquillar el sistema sino a cambiarlo.
Parece que usted choque menos con Ximo Puig que lo hace Mónica Oltra.
¿Yo? (ríe) No, cada uno tiene su carácter, pero a nivel ideológico es evidente que comparto más con Mónica Oltra que con el president.
A nivel personal...
Cada uno tiene su forma de afrontar las divergencias. Se puede no estar de acuerdo y manifestarlo con contundencia y seguir avanzando. Creo que es bueno que haya distintos posicionamientos, que sean visibles y a la vez que vamos a seguir trabajando juntos para seguir avanzando. Ni en cuatro ni en ocho años vamos a transformar este país.
Por primera vez el valencianismo tiene presencia en la política estatal. Pero en el Congreso también está Más Madrid. ¿Cómo se plantean las alianzas con fuerzas de otros territorios?
Nosotros vamos a ser una fuerza de obediencia estrictamente valenciana, pero es evidente que hemos de compartir estrategias, discurso y trabajo con otros compañeros de otros territorios del Estado y del mundo para construir esos marcos favorables a las mayorías trabajadoras. Eso pasa por trabajar de igual a igual con los movimientos que trabajan en esta línea. Hemos de construir un imaginario colectivo y hacer un esfuerzo propositivo que sea favorable a esta mayoría, que dé soluciones, alternativas y esperanzas a la mayoría de personas que necesita políticas fuertes desde la cohesión social. Eso pasa por relacionarnos con compañeros de Madrid, Andalucía, de las Islas Baleares, de Cataluña y de Europa.
El mosaico de las socialdemocracias.
Vamos un poco más allá, pero sí, la base es internacionalista y siempre lo ha sido. Los pueblos de igual a igual trabajando por la construcción al servicio de la mayoría trabajadora.
Gestiona el área de Educación, Cultura y Deporte, que es muy proclive a las posiciones de partido. ¿Está bien mantenerla o conviene buscar otras áreas de identificación política?
Para esa construcción de pueblo de la que hablábamos es especialmente relevante, pero debemos ir más allá, gestionar otras políticas esenciales como hacemos con empleo, medio ambiente, o las políticas de no dejar a nadie atrás, como hace la vicepresidenta. Hemos sido valientes al exigir y gestionar carteras sensibles, que tienen mucha dificultad porque no podemos transformar de hoy para mañana, no podemos ir donde querríamos porque hay marcos estatales que lo impiden y eso puede generar cierto desgaste; pero somos los que mejor gobernamos, los que mejor gestionamos y nos cuestionamos las estructuras aunque avancemos con ellas.
La derecha valenciana sigue empeñada y agitada con el anticatalanismo, especialmente con la situación política en Catalunya. Ustedes son su blanco favorito, pero han intentado huir de ese debate.
Tenemos claro que nuestra lucha es la construcción de este pueblo, todo lo que hacemos es con perspectiva valenciana. Pero no huimos de cuestiones que han puesto en peligro fundamentos esenciales de la democracia y la libertad de expresión y su ejercicio. Siempre hemos condenado los ataques y la judicialización, que han sido totalmente innecesarios, y hemos apostado claramente por el diálogo, por poner en el centro la política y por la capacidad de todos los pueblos del Estado de decidir su futuro. Hemos sido fieles a lo que somos, pero no queremos estar a todas horas alimentando los marcos de la derecha para inflamar a su gente. El posicionamiento es claro y contundente: no se puede judicializar, debe haber diálogo, los indultos son un paso importante y la política debe estar en el centro de todo. El pueblo catalán, como cualquier pueblo, tiene derecho a avanzar en su futuro con los mecanismos democráticos que se determinen. Pero mientras estoy intentando que los niños valencianos tengan becas de comedor la derecha me habla de la bandera y no tiene ningún sentido.
Hay varios temas que generan fricciones entre socios del Gobierno, también con Madrid: la financiación autonómica, la ampliación del puerto de Valencia o el mecanismo de reversión del hospital de Torrevieja. ¿Cuáles son sus posiciones?
Respecto a la financiación, el Gobierno no está cumpliendo su palabra ni su compromiso con los valencianos y valencianas. No es tolerable que continúe tomándonos el pelo. Usan una excusa muy gráfica, que están con la gestión de la pandemia y no pueden atender otros asuntos. Nosotros también hemos estado gestionando la pandemia y hemos ido avanzando en la creación de puestos de trabajo en el ámbito educativo. La mirada a largo plazo tiene que continuar junto a la mirada urgente. No es justificable que el Gobierno del Estado siga sin abordar el sistema de financiación e incumpla los pactos. Eso debemos pelearlo en todos los ámbitos; necesitamos recursos extraordinarios para hacer frente a la pandemia y el Estado no los pone sobre la mesa.
Sobre el Puerto de Valencia, es evidente que necesitamos replantear el modelo del puerto y la relación del puerto con la ciudad, replantear el modelo productivo y qué papel debe jugar, de cómo los puertos del futuro no pueden basarse en estructuras del pasado hipercontaminantes y extractivas. Esa visión del puerto no es compatible con la ampliación, que necesita sí o sí ese informe de impacto ambiental y un replanteamiento para revertirla. Es un planteamiento acorde a la generación de puestos de trabajo, de modelo productivo sostenible y de modelo que preserve medioambientalmente el territorio. Hay un debate constante sobre puestos de trabajo y la primera conclusión es que los quita del Puerto de Castellón. Son cuestiones que no tienen sentido si tenemos una mirada global de infraestructuras.
En tercer lugar, sobre la reversión del hospital privatizado de Torrevieja: nosotros queremos que vuelva plenamente al sistema público, queremos que las personas pasen por accesos de pública concurrencia, no que sean una isla consecuencia del modelo anterior, que benefició a unas personas que hicieron negocio de la sanidad. Queremos un servicio y eso pasa por un servicio público.
Hay una cuestión que planea en esta conversación: la mirada a largo plazo. ¿Seis, ocho años, son suficientes para abordar cambios estructurales?
No. De hecho, harán falta más para que sean cambios estructurales. Y aún más con la pandemia. Teníamos previstas determinadas acciones, por ejemplo en Cultura. Queríamos recuperar el nivel de inversión y empezar a hacer acciones de impacto; hemos empezado a hacer la progresión, queríamos dar el salto y con la pandemia se han dado pasos atrás. Necesitamos más tiempo para los cambios estructurales, que muchos han comenzado, como el modelo social valenciano o la bajada de ratios educativas, somos el territorio que más ha avanzado y no es casualidad, es inversión, es una apuesta por la cohesión. Pero para avanzar necesitamos más tiempo.
Históricamente el valencianismo tiene problemas de implantación en el sur. ¿Cómo pueden resolverse?
Una parte de la ponencia habla de la estrategia de implantación del proyecto y pensamos que debe haber estrategias distintas para cada lugar. Hay diversidad lingüística y diversidad comarcal, y requieren enfoques distintos. En el sur no tenemos prácticamente presencia pero también necesitan tener esa representación institucional, ese coser. Es un espacio en el que es más necesario hacer frente a la extrema derecha, que está avanzando mucho, y debemos ir allí a poner el cuerpo si hace falta.