Regulación del precio del alquiler, atención a las familias monoparentales -las más empobrecidas, lideradas por mujeres-, viviendas colaborativas, viviendas para la diversidad familiar. Rediseñar las estructuras habitacionales, repensar el espacio público y el privado, el sentido de comunidad, la configuración del espacio urbano y la dotación de servicios. La Vicepresidencia segunda y Conselleria de Vivienda y Arquitectura Bioclimática organizó el pasado febrero unas jornadas sobre vivienda y perspectiva de género para reivindicar el derecho a un hogar digno como un derecho humano, pero también para hacerlo desde una perspectiva que rompa la división sexual del trabajo y despatriarcalice los hogares.
Las conclusiones y el contenido de las jornadas se recogen ahora en un libro, que fue entregado este lunes a la ministra de Igualdad, Irene Montero, para trasladarlas al Gobierno de España como parte de la Agenda 2030. Montero puso en valor “todas las políticas vanguardia que está llevando a cabo el Govern del Botànic, un ejemplo de gestión eficaz y para la gente”, tras un encuentro con el vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, y la consellera de Participación, Rosa Pérez Garijo. Dalmau destacó que “el urbanismo feminista interpreta la ciudad, la arquitectura y la movilidad desde la cotidianidad y aborda el trazado urbano desde la proximidad y la función social de los espacios públicos mediante el fomento de los usos mixtos, los desplazamientos cortos y los espacios comunes”, mientras que Garijo resaltó “la multiplicidad de voces que aparecen en el documento, un hecho que enriquece tanto el planteamiento de los debates como las conclusiones y que son imprescindibles para dar soluciones más humanas, justas y sostenibles a una cuestión básica para nuestra calidad de vida”.
La vivienda, espacio privado, ha estado tradicionalmente al margen de las miradas políticas. Las políticas públicas de vivienda se han centrado en la construcción y rehabilitación, así como en las ayudas para alquiler o compra, pero no en su configuración como espacio social o en las necesidades de quienes las habitan. “Las jornadas sobre género y vivienda son la demostración de que es posible interpretar la ciudad, la arquitectura y la movilidad desde la cotidianidad”, indica el vicepresidente segundo en la introducción, que completa la directora general de Coordinación Institucional de la Vicepresidencia Segunda, Adoración Guamán: “El derecho humano a la vivienda con perspectiva de género se complementa con una arquitectura que, desde la misma visión, permita e impulse una transformación de los espacios donde habitamos. La vivienda debe dejar de ser un contenedor donde se reproduzcan los ejes patriarcales para convertirse en un espacio donde los cuidados se valoren y se corresponsabilicen. Los entornos urbanos han de integrar también esta perspectiva, necesaria para asumir igualmente la lucha colectiva contra la violencia de género”, resume.
El libro recoge las ponencias de las jornadas, que unen una visión teórica de las políticas de vivienda, del derecho a la vivienda digna y de la lucha contra la violencia machista con ejemplos prácticos de viviendas colaborativas o proyectos piloto de barrios inclusivos. Se señalan como problemas la marginalidad, la discriminación económica, la escasez de un parque público de vivienda en España -en comparación con la media europea- el precio de la vivienda, la discriminación en el acceso por la orientación sexual o la distribución espacial de los hogares. “Si realmente queremos hacer una política de vivienda con perspectiva feminista hay que acabar con la liberalización de la vivienda”, apunta Vanesa Valiño, responsable del gabinete de la concejalía de Vivienda de Barcelona, mientras María Such, directora del Instituto de las Mujeres de la Generalitat Valenciana, resalta que “la pandemia ha puesto en evidencia la importancia que la vivienda tiene en la vida de las personas y, de manera particular, para aquellas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad”, como las víctimas de violencia machista o las mujeres mayores que viven solas.
Entre las conclusiones, Alberto Rubio, director general de Calidad, Rehabilitación y Eficiencia Energética, subraya: “Los procesos de marginación están en el origen del problema de la vivienda al igual que la degradación material o su ausencia. Tan es así que, desde una mirada ética, la satisfacción de la necesidad de vivienda encierra un profundo sentido de justicia social que pasa por reconocer que no es suficiente garantizar la igualdad en el acceso a la vivienda. Aun garantizando esto, puede darse igualmente una diferencia en el disfrute de la vivienda que suponga una injusticia habitacional”.
En el plano de la vivienda como “contenedor de la vida”, las ponentes -todas expertas en vivienda, género y derechos humanos- abogaron por una arquitectura transformadora, también en el ámbito de la vida privada, donde los espacios permitan que los cuidados se valoren y se corresponsabilicen. También en el espacio público, los entornos urbanos han de integrar también esta perspectiva, “necesaria para asumir igualmente la lucha colectiva contra la violencia de género”.