Ximo Puig: “Que se apliquen políticas socialdemócratas exitosas no va asociado a buenos resultados electorales”
El despacho de Ximo Puig está lleno de libros y revistas; su teléfono, de las aplicaciones de los periódicos y radios, entre los que se cuela el canal de comunicación del Real Madrid, que también consulta a diario. Son menos lomos de los que acumulaba en el escritorio del Palau de la Generalitat, aunque en la sede del PSPV en la avenida del Oeste apenas se puede ver la mesa bajo los papeles. Como presidente autonómico, regaló a la prensa en su último año un texto de Theodor Kallifatides, a quien conoció en el Festival de las Humanidades de Dénia, donde el escritor griego apuntó que “las sociedades injustas crearán más guerras”. Como secretario general del PSPV, en Navidad entregó otro de Günther Anders, pensador germano-austríaco de origen judío y el primer marido de Hannah Arendt, titulado La obsolescencia del odio. El socialista es uno de los presidentes autonómicos que más ha cuidado la cultura: la respeta, la admira y trata de difundir sus valores. Por eso, suena como si le afectara personalmente que sea esa cartera la que gestione la ultraderecha tras su salida del Gobierno valenciano.
Puig es un político que respeta las grandes ideas, las busca constantemente. Socialdemócrata de fuertes convicciones y un activo federalista, comunicó hace apenas dos semanas que se apartaría de la dirección del PSPV-PSOE tras once años al mando. El dirigente valenciano, senador por designación territorial, convocará un congreso extraordinario para que a finales de febrero el partido dé paso a nuevos liderazgos, con el temor a que repita errores pasados. En 1995, cuando Joan Lerma perdió las elecciones, los socialistas valencianos iniciaron un camino tortuoso de congresos que los dejó veinte años en la oposición. Ahora Puig, que insiste en que no quiere tutelar el proceso, apela a la cohesión de la formación valenciana para articular una alternativa socialdemócrata.
Vaya año, eh. Largo como un siglo y corto como un día ¿Cómo está?
Siempre hay años cero. El 2024 para mí será un nuevo año cero. Este 2023 ha sido un año en el que finiquitó un periodo de gobiernos de progreso en la Comunitat Valenciana. Se produjo una circunstancia paradójica: ante una acción de gobierno muy bien valorada no fuimos capaces en las elecciones autonómicas de tener los resultados que permitieran reeditar un gobierno que estaba dando un buen resultado para la Comunitat Valenciana.
¿Personalmente, cómo fue la pérdida de la Generalitat?
Uno siempre tiene que estar preparado para dejar paso. Hay que saber ganar y perder. Gobernar exige una enorme responsabilidad. Yo antes que nada soy un demócrata. Ahora que se ha visto la extravagancia de la derecha de no atender la democracia parlamentaria... Nosotros en ningún momento hicimos ninguna exaltación aberrante de no entender que simplemente había una mayoría de la derecha y la extrema derecha. Otra cosa es que el PP no tuviera ningún reparo en lanzarse a los brazos de la extrema derecha inmediatamente, pero es otra historia.
Aceptamos que la suma progresista no daba. Nosotros sacamos buen resultado, el PSPV sacó 5 puntos más que en las anteriores elecciones, el mejor resultado socialista en cualquier comunidad autónoma: es un hecho. Pero la suma no daba, por la crisis que se inició a principios de año, que desmovilizó, junto con otros factores.
¿Cómo está procesando el partido que con su mejor resultado en 15 años salga de la Generalitat?
Se ha vivido con una cierta frustración. También con la conciencia de que hemos intentado hacer el bien y que se ha avanzado. Partíamos de una situación en la que la Comunitat Valenciana era el emblema de la corrupción y ahora todos los indicadores son más positivos, los índices económicos y reputacionales son mejores. Salimos de la Generalitat con la conciencia del trabajo hecho. También siendo conscientes de las insuficiencias, no solo hay que apelar a las circunstancias exógenas: la crispación, la política nacional... pero es nuestra responsabilidad no haber entendido que en las elecciones autonómicas no solo se iba a evaluar nuestra gestión, que había que dar respuesta a otros factores.
Justo polarización ha sido elegida palabra del año por la RAE. ¿A quién beneficia la polarización política?
En esto coincido con lo que dijo el presidente Sánchez: ha sido una polarización asimétrica. Delante de la sede del PSOE han venido a manifestarse, a insultar, a rezar el rosario... Nos han hecho de todo, pero no ha habido una crispación del otro lado. Nosotros no hemos ido a ninguna sede, en ningún momento mientras estábamos en el Gobierno se han producido estas algaradas. Y cuando el PP decidió pactar y darle cultura a la extrema derecha no fuimos a manifestarnos a las sedes del PP. Nos parece aberrante. En una democracia consolidada tratamos de hacer oposición en el Parlamento y en la sociedad civil, nunca intentar llegar a un modelo de ruptura de la convivencia. Una de las cuestiones en las que nos esforzamos en el Gobierno del Botánico fue consolidar la convivencia. El valor de la convivencia es fundamental.
¿Le preocupa que el espacio progresista socialdemócrata no se pueda recuperar a corto plazo?
Creo que lo que se ha demostrado es que quien fracasó ideológicamente fue el neoliberalismo. Las dos salidas de las crisis han demostrado que la respuesta neoliberal a la crisis financiera acabó fracturando a la sociedad y empobreciendo a una parte importante, que aún no se ha recuperado. En la crisis producida por la pandemia y la guerra en Ucrania lo que se ha visto es que las políticas keynesianas, la inversión pública, el apoyo público y el escudo social son políticas que benefician al conjunto de la población y son más útiles a la sociedad. Ese es el camino a consolidar. Lo que sí es cierto es el hecho de que se apliquen políticas socialdemócratas y hayan sido exitosas no va asociado a buenos resultados electorales de la socialdemocracia.
No se ha hecho esa traslación.
Eso es lo que hay que ver: de qué manera somos capaces de frenar esa reconversión que se ha producido entre el neoliberalismo y el populismo. Ha mutado el neoliberalismo, que fue un fracaso estrepitoso después de años de alentar a la fractura social, la sociedad de los dos tercios de Thatcher, la escuela de Chicago... Eso llegó a su momento culminante con la crisis financiera. Ahora lo que es determinante es que ese populismo que nace entonces, un populismo de extrema derecha, no aparezca como solución a los problemas que existen. Para poder vencer a la extrema derecha hay que conocer bien sus peculiaridades, tenemos que aprender a combatir democráticamente a la extrema derecha, que en algunos casos aparece en el imaginario de las clases populares como la salvación, como el regreso a un pasado idílico que fue mejor, cuando objetivamente fue peor.
¿En qué momento decide que hay que dar un paso a un lado en el partido?
Siempre hay que reflexionar antes de actuar. En la noche electoral pensé que empezaba una nueva etapa porque habían cambiado las circunstancias. Mi principal objetivo era contribuir a la estabilidad del partido y, con el partido, a la buena gobernanza. Al día siguiente se convocaron las elecciones generales y el objetivo del partido era optimizar al máximo los resultados del PSOE en la Comunitat Valenciana, cosa que logramos. La formación de gobierno [autonómico] de la derecha con la extrema derecha contribuyó a alertar a la población de lo que venía en España. A partir de esta respuesta democrática que se dio el 23 de julio se dio una nueva dinámica que era la formación de Gobierno. Hasta entonces, pasó la primera investidura de Feijóo, todo lo que significó esa apuesta fake, el empeño en generar un escenario que era bastante ridículo; todo el mundo sabía que no era posible, él el primero. También nos centramos en hacer oposición desde el primer día, y el partido lo ha hecho, en un momento complicado después de estar gobernando. A partir de la formación de Gobierno [de España], creo que es el momento de tomar la decisión. Sinceramente, pienso que es lo mejor para que el partido genere una alternativa potente de cara a 2027. Me gustaría que se consolidara un proyecto de apertura del partido, de mirada amplia y de base valencianista.
Hay nuevas voces en el PSPV que piden dar paso. No hay una candidatura oficial, pero ya se apunta a corrientes dirigidas por Carlos Fernández Bielsa, Alejandro Soler y la ministra Diana Morant. ¿Sería posible hacer una candidatura unitaria?
Sería bueno hacer una candidatura cohesionada. Hay muchas personas con capacidad, formación y liderazgo que deben sumar. A mí me gustaría. Yo no soy quién, ni voy a tutelar ese proceso, pero me gustaría. Me gustaría que el partido aprendiera de la historia y buscara la mejor solución para ganar en 2027. Esa es la pregunta a la que debe responder el partido y la militancia. Creo que se debe hacer desde una mirada generosa, de cohesión y racional.
No le voy a preguntar por nombres, porque ya ha dicho que no los va a explicitar, pero ¿qué proyecto ideológico le gustaría para el partido?
Más allá de lo importante que es la persona que lidere y el equipo que conforme, creo que es fundamental profundizar en un proyecto socialdemócrata, valencianista y de mayoría social. Me preocuparía un giro hacia posiciones más endogámicas y alejadas del valencianismo.
¿A qué proyecto de oposición responden los cambios en el grupo parlamentario? Ha situado como portavoz al secretario de Organización y como presidenta a la vicesecretaria de Igualdad.
Hay tres palancas para articular la acción del PSPV en este tiempo de cara a la recuperación de la Generalitat. Por una parte está la oposición, que debe ser rigurosa, firme y potente, sin concesiones, y entendiendo que estamos ante el gobierno más reaccionario de la historia del autogobierno valenciano, sin banalizar que la extrema derecha está en las Corts Valencianes y en el Gobierno, un partido que está en contra del autogobierno. La segunda palanca tiene que ver con la acción del Gobierno de España en la Comunitat Valenciana, en cómo aterrizar las políticas socialistas en esta comunidad, hay muchas posibilidades desde el Gobierno de mejorar la vida de los ciudadanos, hay que actuar desde ahora mismo en el ámbito competencial. Hay que dar respuesta al negacionismo climático, cultural y sobre la violencia de género que implementa una parte del Gobierno valenciano. Pienso que esa política activa con personas referentes del PSPV que están en el gobierno ayuda a que el Consejo de Ministros entienda nuestra mirada. La tercera palanca es la construcción del proyecto, la actualización del proyecto. Partimos de una base, un legado que se ha desarrollado estos años; ahora tenemos que evaluarlas y mejorarlas con la mirada a largo plazo. No podemos hacer política de fotocopia, ni política espectáculo; hay que tener un buen proyecto y saberlo comunicar, conectar con la ciudadanía.
¿Qué hará después del congreso del PSPV?
Ahora estoy en el Senado. Tuve ocasión de intervenir en el debate de la financiación, un viejo debate para nosotros, que será recurrente esta legislatura. De momento, intentar representar a los valencianos lo mejor posible. También articulando un papel que en el pasado no se ha desarrollado mucho y para mí es importante, el papel de expresidente: impulsar debates, activar espacios de acuerdo... Que estos ocho años no sean un paréntesis entre dos nadas, que decía Francisco Brines.
Usted es un activo defensor del federalismo. ¿El Senado es un buen espacio para impulsar estos debates?
El Senado o bien se transforma en la Cámara territorial de la que habla la Constitución, haciendo una lectura federalizante de la Carta Magna, o no tiene sentido en un Estado compuesto. No puede ser lo que pasa ahora, que como el PP tiene mayoría lo convierte en un 'Congreso bis'. En cualquier Estado federal, debe ser un espacio de aproximación entre territorios para políticas globales, de cooperación y de discusión. Se debe producir una reconversión del Senado en profundidad hacia un modelo federal. Si no, no tiene sentido.
¿Se plantea acabar la legislatura en el Senado?
Bueno, de momento, sí. Ya veremos.
¿Y París?
Ya veremos.
Quizá Bruselas...
Ya veremos (ríe). La vida pasa muy rápido.
Como secretario general del PSPV y como presidente de la Generalitat Valenciana ha impulsado debates relativos a la España polifónica, plural, federal... ¿Se ha sentido escuchado?
Ha habido momentos de todo. Ahora hay una gran oportunidad para avanzar en la conformación institucional de la España real, por la propia realidad electoral. Creo que se debería aprovechar. Hay avances, como el uso de las lenguas oficiales en el Congreso, pero hay que ir más allá. Federar es unir, no separar.
En general, estos gestos se interpretan como que un partido (Esquerra, el PNV...) arranca algo al Gobierno de España.
Es una dinámica que tiene que ver con la estructura electoral. Habría que avanzar en esos espacios para la cooperación; si no hay territorio institucional, es difícil que se produzca. Ahí el Senado tiene un papel clave. Y el respeto es fundamental.
Ahora se retoma el debate de la financiación, uno de los asuntos pendientes de la legislatura.
Es obvio que no hemos llegado a lo que queríamos, el cambio de modelo, pero se han producido avances sustanciales. Uno tiene que ver con la conciencia del problema y la cohesión de la sociedad valenciana. Salvo por el partido de extrema derecha, todos los partidos y agentes sociales estamos de acuerdo en las bases de un cambio de modelo. En segundo lugar, se ha avanzado por la vía de los hechos: en estos años de gobierno de Pedro Sánchez es cuando más recursos ha tenido la Generalitat Valenciana. Ha habido apoyos a las comunidades autónomas, con independencia del partido. Hemos tenido más recursos que nunca. Lo que no deja de ser necesario y urgente es un modelo que de estabilidad a las finanzas públicas, basado en la singularidad de territorios, la igualdad de ciudadanos y la corresponsabilidad fiscal.
¿Le preocupa que Vox, como parte del gobierno autonómico, no comparta esa posición?
Claro que me preocupa. En el Consell hay personas que están en contra de la autonomía y del autogobierno.
¿Cómo ha visto estos primeros meses de gobierno de PP y Vox?
He visto retrocesos. En políticas culturales, sociales y falta de proyecto. No hay un proyecto alternativo para la Comunitat Valenciana.
Bueno, el proyecto se ve en los presupuestos, en la bajada de impuestos...
Por eso hablaba de retroceso social. Pero tampoco hay grandes reformas fiscales. El problema es el interés político tras esa ideología: ir a una contrarreforma de una progresividad fiscal. Nosotros en los primeros años produjimos reformas que iban en la dirección de la progresividad, de que pagara más quien más tiene. Ahora, es justo lo contrario: apoyar a quienes más tienen en detrimento de las arcas públicas y de quienes menos tienen. Más allá de esa decisión, está la primera que tomaron: permitir fumar en las terrazas, que va en contra de los criterios médicos, una medida que promociona el tabaquismo, cuando todos sabemos que el tabaco mata. Es lo que hicieron en la pandemia algunas comunidades autónomas, que sabiendo que el contacto facilitaba el contagio se primó lo que se denominó libertad, pero eso no es libertad, es otra cosa.
Decía usted en el libro que escribió tras las elecciones autonómicas, Una idea de esperanza, que un gobernante que no entiende y respeta la pluralidad de una sociedad no puede gobernarla. ¿Cuadra con lo que es Vox en la Comunitat Valenciana?
Por supuesto. La extrema derecha se disfraza con distintos trajes en Europa y en el mundo, pero lo que les une siempre es la falta de respeto al otro, la necesidad de buscar enemigos y el elogio al autoritarismo.
¿Y cuál es su idea de esperanza?
Activar las tres palancas de las que hablábamos antes. Y sobre todo, pensar que el determinismo respecto a la duración del artefacto PP-Vox dependerá en gran medida de nosotros.
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