- HEMEROTECA | Así cayó València en manos de Franco
En 19 de los 22 municipios que conforman la comarca de L'Horta Nord se produjeron “matanzas políticas” en la inmediata posguerra franquista. Hubo 305 muertos en la zona, según el recuento del historiador Pau Pérez Duato, coautor junto a Álex Gutiérrez Taengua de La postguerra a les comarques valencianes. L'Horta Nord i la partida judicial de Xàtiva (Diputación de València, 2020).
El poder municipal en la comarca de L'Horta Nord se disputó entre militares y jerarcas provinciales de Falange. “Cuando hay élites históricas fuertes en algunos pueblos, los militares les devuelven el poder mientras que en pueblos con élites más débiles, entran en juego los falangistas”, explica por teléfono a eldiario.es Pau Pérez Duato (Rafelbunyol, 1988).
Los nuevos alcaldes de la comarca habían sido, en general, víctimas de la violencia en la retaguardia republicana, lo cual profundizó la “beligerancia revanchista con que se organizaron los núcleos locales de la dictadura”, escribe el historiador. Solo entre abril y junio de 1939, inmediatamente después de la ocupación del territorio valenciano por las tropas del general Franco, más de un millar de vecinos de la comarca fueron detenidos.
El trabajo, fruto de una beca de la delegación de Memoria Histórica de la Diputación de València, analiza la actuación diametralmente opuesta de cada ayuntamiento de la comarca: mientras en Montcada, con dirigentes de la derecha moderada, hubo avales y peticiones de conmutación de penas para sus vecinos republicanos, otros municipios como Rafelbunyol o Massamagrell redactaron completos listados de militantes o simpatizantes de la izquierda que propiciaron detenciones masivas.
La investigación también retrata la corrupción de los nuevos gobiernos municipales “ligada a las fricciones internas franquistas”. Pocos alcaldes y concejales duraron más de dos años seguidos, según las actas consultadas por el historiador en los archivos municipales.
“Graves tensiones internas sobre la corrupción local agravaron las discrepancias políticas de los franquistas y generaron situaciones de inestabilidad y crisis en las corporaciones municipales”, escribe Pau Pérez Duato. El gobernador civil, Francisco Javier Planas de Tovar, tuvo que intervenir, entre otros, en el Ayuntamiento de Godella, en el que los casos de corrupción “se repetían constantemente”.
El empresariado local aprovechó el nuevo contexto para revertir ciertas victorias de los trabajadores acaecidas durante la II República. En La Yutera Española, situada en la localidad de Foios, los propietarios de la empresa despidieron a 185 trabajadores durante la primera semana de abril de 1939 (la cifra aumentaría más tarde hasta los 248). Por el contrario, en La Papelera del Grao SA, “los falangistas mediaban con los empresarios para que contrataran a antiguos combatientes”, explica el historiador.
Otra pata del nuevo poder franquista fue la Iglesia. “Los curas de cada localidad ostentaban un poder significativo en las decisiones de los gobiernos, con los que colaboraron para borrar cualquier vestigio de las ideas republicanas entre la población desde los primeros días de la etapa franquista”, señala el libro.
El domingo 2 de abril de 1939, cuando las tropas recién habían ocupado la ciudad de València, en Tavernes Blanques, una localidad cercana, las nuevas autoridades organizaron una “misa de campaña” para celebrar el aplastamiento de la II República. Al finalizar el acto religioso, los falangistas locales “prendieron fuego a una selección de libros de la biblioteca pública, supuestamente contrarios a la religión y a la moral tradicionalista, en una hoguera pública”. Allí ardieron, entre otros ejemplares, libros de Blasco Ibáñez y Los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós.
El historiador Álex Gutiérrez Taengua (Xàtiva, 1989) ha investigado 17 archivos, de los que ha obtenido una selección de 2.500 documentos escritos sobre la represión franquista en la partida judicial de Xàtiva. Entre el 31 de marzo y el 12 de abril de 1939, todos los pueblos que conforman la partida judicial de Xàtiva fueron ocupados por las tropas franquistas.
El investigador sostiene que, solo en el mes de abril de 1939, más de 23.700 personas fueron detenidas, un enorme volumen que desbordaba la capacidad penitenciaria y que dio pie a “la aparición de prisiones habilitadas y campos de concentración, lugares de tránsito donde se esperaría el traslado a otros centros de reclusión o a las ejecuciones”, escribe el historiador.
El estudio sobre la partida judicial de Xàtiva también coincide en que casi cada consistorio tenía una “perfil represor concreto” que crea “diferencias y similitudes respecto a sus homólogos más próximos”. Las entrevistas orales realizadas por Gutiérrez Taengua, también autor de Per a tots els públics (Alfons el Magnànim, 2019), concluye que el hambre fue un “elemento definitorio de la posguerra” y un vector de castigo y control; en el municipio de Barxeta, recuerda el historiador, se prohibió trabajar los domingos.
Aunque las sanciones fueron “muy diversas” según cada municipio, las causas siempre fueron las mismas: “la participación o el vínculo con los ayuntamientos republicanos”, escribe Álex Gutiérrez.
El historiador defiende que lo más interesante de la perspectiva local es la “capacidad de explicar la cotidianidad del franquismo, una realidad rugosa en contraposición a la necesaria uniformidad que presentan estudios más amplios”. “Explicar algo a nivel local permite que la gente de a pie pueda entender el proceso de otra manera”, señala.
Álex Gutiérrez, en una entrevista telefónica con este diario, lamenta la “falta de recursos destinados a los archivos” a pesar de que los municipales son “muy interesantes”. “He entrado en algunos que eran más un almacén de cosas que sobran que un archivo”, apostilla el historiador.