El colectivo Verdad y Libertad, fundado y dirigido por el médico granadino M.Á.S.C., lleva desde 2013 organizando cursos homófobos para “sanar” la “herida” que considera que es la homosexualidad. El colectivo se ha reunido en, al menos, tres centros religiosos de Valencia y ha acogido “itinerantes” de toda España y del extranjero en sus diferentes convivencias, según su propia nomenclatura. Las directrices que marca el líder de esta comunidad clandestina son tan estrictas que quienes incumplen sus premisas son aislados del grupo. La reincidencia significa la expulsión.
Según la documentación de estos cursos de V y L en poder de eldiario.es, los incumplimientos de las directrices, que consideran “caídas”, pueden suponer aislamientos temporales o definitivos del grupo -muchas veces el único sostén emocional de las víctimas- y se bareman según la supuesta gravedad. Según han explicado y confirmado varios de los participantes en estos cursos que los abandonaron, M.Á.S.C. obliga a superar un mínimo de 270 días de “sobriedad sexual” para considerarse “sanado”. La documentación acredita estos retos impuestos.
En el propio domicilio del médico en Granada, según la imagen que reproduce este periódico y los testimonios de víctimas, las personas que teóricamente superan un programa especial con M.Á ponen su nombre en un trozo de tronco considerado “cuarto oscuro” en el “panteón donde yacen los cuartos oscuros”. Se trata de un ejercicio en el que los itinerantes muestran sus mayores intimidades. Esta casa también es un lugar para celebrar convivencias entre los miembros del grupo, según el relato de las víctimas.
“El aislamiento se conoce en V y L como el periodo en el desierto. Pretende evidenciar a aquellos que están en ese lugar que, por haber errado, han perdido mucho. Es muy doloroso, pero M. Á. piensa que los itinerantes se deben sentir así”, asegura J. Q., una de las víctimas que han conseguido salir de esta comunidad y que ha necesitado tratamiento médico. “Hay personas que se van y no las vuelves a ver. Hay otras situaciones en las que un hermano mayor o mentor te tutela y solo puedes hablar con él”, añade este testimonio, que apunta que las temporadas “en el desierto varían”. “Estuve meses sin contacto con los otros miembros del colectivo, que además eran mis amigos”, sostiene.
En los documentos que se reproducen en esta información, la falta menos grave en estos cursos homófobos es el “buceo o fantaseo consciente”. Así, en el primer trimestre de proceso puede suponer la salida cinco días del grupo, que suben a 15 días si se produce en el tercer trimestre.
Tras el fantaseo consciente le siguen en gravedad la “paja consciente”, la búsqueda de porno y el sexo con otros. “El engaño de cualquier tipo” significa la expulsión que solo se puede evitar con “un sincero arrepentimiento” y necesita de la decisión del “terapeuta”. Otras situaciones como el “chateo”, cibersexo o el tonteo con otras personas del mismo sexo se deben hablar con el terapeuta.
Las sanciones se agravan si hay una segunda “caída” y la tercera se sanciona con la expulsión, sea por “una paja consciente” o un engaño. En este caso, plantean los documentos que se debe hablar con el “terapeuta” y puede haber “una probable necesidad de apoyo psicológico o psiquiátrico externo”. Es aquí donde entra la figura de algunos psicólogos ultra que colaboran en esta terapia como la valenciana L.I., que se ha negado a contestar las preguntas formuladas por eldiario.es.
El documento recuerda a los “itinerantes” que los cursos son gratuitos -los asistentes se pagan el desplazamiento y el alojamiento-, pero que se incurre en un error cuando no “se pide ayuda”. “El precio de una paja”, se titula el documento.
El Gobierno valenciano ha abierto diligencias para un expediente que podría suponer multas de entre 60.000 y 120.000 euros y todo tipo de sanciones administrativas. En la Comunitat Valenciana, este tipo de cursos homófobos son ilegales, según relata el secretario autonómico de Igualdad del Gobierno valenciano, Alberto Ibáñez, quien asegura que la reciente ley autonómica LGTBI los “prohíbe” y él mismo los considera “aberraciones”.