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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

En la primavera del 28A: not today

Han pasado ya varios días tras el 28A y si algo se puede afirmar de la reflexión y conclusiones que nos arrojan los resultados electorales, son básicamente dos premisas:

La primera es que se consolida un sistema multipartidista acabando con el bipartidismo como eje central de la política española, que suma un 45,5% de los votos frente al 55,7% de 2016. Por primera vez los dos partidos tradicionales obtienen menos de la mitad de los votos, algo que aun así no se traduce en escaños debido al sistema electoral que continúa funcionando en beneficio del bipartidismo.

Esto es una noticia buena para España. Cualquier país que se preste a ser democrático entiende que los equilibrios en el Gobierno permiten ejercer más control entre unos y otros, exigen más necesidad de llegar a acuerdos y, en definitiva, aumenta la capacidad de que gobierne el sentido común.

A pesar de esto hay gente en el Partido Socialista que se empeña en no asumir los nuevos tiempos insistiendo en conformar Gobiernos en solitario, primando la clásica estrategia de anteponer la conquista y mantenimiento del poder por encima del proyecto político, hipotecando la construcción de un futuro progresista a su ambición particular.

El PSOE (como en GOT), quiere ser la reina Cersei, capaz de pactar en cada momento con quien sea, hacer lo que tenga que hacer por tal de mantenerse en el Trono, incluso si para ello debe permitir que los caminantes blancos arrasen con todo. Y esto nos lleva directamente a la segunda premisa.

Esta es que la participación del electorado, activado por el voto del miedo, ha conseguido frenar el avance de la extrema derecha en nuestro país. Pero, al mismo tiempo, ha iniciado una nueva etapa en la que el escenario dibujado de bloques permite a la derecha de Ciudadanos, Partido Popular y Vox irrumpir en el Congreso con una fuerza de 149 escaños frente a los 123 que ha conseguido obtener el Partido Socialista y los 42 de Unidas Podemos. Unos bloques que se sitúan muy a la par en cuanto al número de diputados que los componen y que demuestra que se han salvado los muebles del bloque progresista pero por los pelos.

Y quizás ni eso. Veremos qué hace Pedro Sánchez para conformar el Gobierno. Hasta ahora, al canto lanzado ante la sede de Ferraz de “¡Con Rivera no. Sí se puede!”, la respuesta del presidente del Ejecutivo ha sido: “En el PSOE no ponemos cordones sanitarios”.

Sánchez sabe que su militancia no quiere un pacto con Ciudadanos y que lo que garantiza la estabilidad de España es un pacto que cuente con Unidas Podemos y entienda la realidad plurinacional de este país. No obstante, también sabe que tiene al Banco Santander fijándole el rumbo y marcándole una vía clara para llevar a cabo políticas que atienden al beneficio de unos pocos. ¿Cómo iban a poner los bancos tan fácil que se pacte con Unidas Podemos y se devuelvan los 60.000 millones de euros que les prestamos los españoles?

Ciudadanos no tendría ningún problema en apoyar a los bancos frente a las personas y eso también lo saben en el PSOE. Sánchez, además, sabe que sin la ayuda de Unidas Podemos no tiene capacidad, ni él como presidente ni su partido, de afrontar el reto territorial en el que ahora mismo está sumergido este país para poner una solución encima de la mesa y generar estabilidad. No en vano fue el esfuerzo de Pablo Iglesias el que consiguió, a través de la negociación con los partidos vascos y catalanes, sacar adelante la moción de censura que hizo a Pedro Sánchez presidente.

Tampoco podemos apartar la vista de un breve análisis a lo ocurrido en Unidas Podemos. A pesar de que se han superado las expectativas de las encuestas, la dirección que rodea a Pablo Iglesias debe hacer una reflexión profunda de cómo y por qué se han perdido 30 escaños y más de 2 millones de votos desde el 26J hasta aquí. Es evidente que la opinión pública en general coincide en que Pablo Iglesias ha conseguido retener voto en esta campaña a través de los debates y de sus intervenciones con una dosis de sinceridad y verdad que los espectadores hacía tiempo que no escuchaban.

Sin embargo, y a pesar de que la caída ha sido menor de lo pronosticado, los acompañantes más fieles de Iglesias tienen que analizar los errores cometidos, más allá de las batallas internas, y entender que Podemos debe necesariamente abrirse desde el respeto a la pluralidad para apelar y representar a más gente, que se ha desenganchado por el camino.

Podemos continúa siendo la herramienta para plantear un proyecto de España verdaderamente progresista en el que el centro y las prioridades son la gente, pero si no se corrige esta fuga de votos y falta de confianza, el proyecto quedará relegado a ser una fuerza reducida con muy poco margen de actuación y que se conforma con un espacio político de subalternidad al PSOE.

Muchos han sido los partidos de índole autonómica que han obtenido representación en el Congreso. Especialmente, el caso de ERC, con una fuerza histórica de 15 escaños y la primera posición en Cataluña. El conflicto territorial existe, no se puede ignorar a golpe de 155, sino que es necesario un diálogo a través de la mediación que sólo Unidas Podemos ha demostrado tener la valentía y compromiso de afrontar.

Llama la atención, por otro lado, que dentro de las fuerzas autonómicas que han irrumpido fuertemente en el Congreso, superando con creces cifras anteriores, Compromís no sea una de ellas. Si bien sus expectativas eran de 5 diputados (lo que les daría grupo parlamentario propio), la realidad es que sólo Baldoví ha conseguido escaño, manteniendo los mismos resultados que en 2011.

Parece confirmarse que los electores no perciben que Compromís pueda representar sus intereses más allá de los límites de la autonomía. De hecho, son estos mismos electores los que optan de forma clara por el PSOE y Unidas Podemos como opciones para el Congreso de los Diputados. Quizás el mayor error de Compromís haya sido decidir por los ciudadanos cuáles son sus principales problemas, si el ‘Baldobingo’ o cuestiones como el Salario Mínimo Interprofesional, las pensiones o el empleo de calidad.

Incluso bajan también 2 escaños en sus resultados a nivel autonómico, que es su espacio natural y donde tienen fuerza. Por su parte, Unides Podem ha perdido 5 escaños, pasando de 13 a 8 (esta cuestión merece una profunda reflexión que conjuga muchos elementos). En total, el sumatorio de voto es negativo aun contando el que sí ha ganado el PSPV y, finalmente, el Botànic se ha salvado por 3 escaños y un margen de votos mucho menor al que se obtuvo en 2015.

Tampoco cabe pasar por alto que Vox ha entrado en Les Corts directamente como cuarta fuerza, con un total de 10 escaños, y que Ciudadanos ha pasado de 13 a 18 dando la sorpresa. El factor de la fuerte irrupción de Vox y la subida de los naranjas pone de relieve el avance de posiciones que las fuerzas políticas reaccionarias están obteniendo en consonancia con el tablero sociopolítico europeo.

Cabe tener esto muy presente, pues este ciclo electoral todavía no ha terminado y estamos citados a unas elecciones europeas y municipales el 28 de mayo. En estos comicios probablemente la participación sea mucho menor y la posibilidad de que caigan algunos Ayuntamientos del cambio podría ser una realidad. Más le vale al Partido Socialista dejar de titubear y conformar un Gobierno estable que no dude de pactar con Unidas Podemos y afrontar el problema territorial y más le vale a Unidas Podemos comprender por qué se han perdido 30 escaños y empezar a solucionarlo.

Sino, es muy probable que, tras haber salvado las elecciones nacionales y autonómicas, el muro empiece a caer de verdad tras estos comicios municipales. Al fin y al cabo, fueron los ayuntamientos quienes iniciaron el ciclo de Gobiernos del cambio y ahora existe un serio riesgo a que desaparezcan.

Estas elecciones municipales son clave, es necesario seguir movilizados y no perderlas de vista. Tenemos por primera vez la oportunidad de ser una fuerza importante en muchos ayuntamientos que permita pasar de los Gobiernos de progreso de esta legislatura a Gobiernos del cambio. Además, también tenemos la oportunidad de asentar una estructura sólida y de progreso para que Podemos pueda conectar con la realidad de la gente y ofrecerle una respuesta a través de la política de cercanía, como ocurre en el ámbito municipal.

El 28 de abril dijimos Not Today. Pero cuidado, porque los caminantes blancos se encuentran a las puertas de nuestras ciudades.