El problema del cambio climático ya no es científico

Durante décadas los movimientos ecologistas/verdes han comunicado el cambio climático en términos catastrofistas. Y la mayor parte de la gente desconecta del catastrofismo.

Hay un dicho: “Si haces lo que siempre has hecho, conseguirás lo que siempre has conseguido. Si quieres conseguir algo distinto, haz algo diferente”

El IPCC plantea modelos cada vez más cerca del 100% de probabilidad de la causa antropogénica del cambio climático debido a abuso de los combustibles fósiles y eso no hace variar las políticas. 

Cada vez más, hay más personas que tienen claro que para frenar el calentamiento global es importante cambiar el discurso. Existen ejemplos en el campo científico y en el activista.

¿Cómo es que se ha tardado tanto en poner la importancia del lenguaje en el centro del asunto? Por un lado la mayoría de activistas ecologistas y militantes de partidos verdes tienen miedo de usar el lenguaje porque les suena a manipulación, a marketing con connotaciones perversas. Y por otro no entienden que las palabras, son muchísimo más que signos, son el medio con el que los humanos damos sentido al mundo.

Mi propósito es que comprendamos la importancia y la urgencia de cambiar la manera de expresar el cambio climático.

Antes de entrar en materia, quiero destacar algunos puntos significativos para que se entienda como se está valorando el lenguaje que se usa en el pensamiento progresista y en el ecologista/verde en particular.

En los años 80, Reagan y Thatcher, ya se dieron cuenta del poder del lenguaje y por ello fundaron los primeros think tanks para hacer colar al capitalismo como si fuese el sistema económico natural.

Frente a eso Chomsky se dedicó a criticar ferozmente al capitalismo, por ejemplo, en uno de sus libros más conocidos Cómo nos venden la moto. Pero no hubo nadie que hiciera el trabajo de crear un nuevo relato creíble que conectase con la mayoría de la población.

Como decía el científico Henri Poincaré, “La crítica es buena, la creación es mejor”.

Años después George Lakoff, lingüista, empieza a apuntar una nueva manera de lenguajear el pensamiento progresista y escribe su libro No pienses en un elefante (hay versión en catalán).

Uno de los aspectos interesantes son los ejemplos de cómo los conservadores de EUA colaban  conceptos que, los demócratas sin darse cuenta asumían y que iban en su contra. Para poner un ejemplo europeo y actual de cosecha propia. En las campañas contra los tratados internacionales de comercio e inversiones como el TTIP, hasta hace poco los propios activistas lo llamaban tratados de libre comercio. Libre ¿para quién? ¡Para las multinacionales! Afortunadamente están eliminando la palabra “libre”.  

En el libro da ejemplos de cómo comunicar eficazmente el progresismo, ya que en aquella época los demócratas de EUA perdieron varias elecciones. Lakoff creó un think tank progresista, el Rockridge Institute, para proveer de ideas y formas de comunicar a los demócratas de EUA pero estos apenas lo usaron, lo apoyaron tímidamente y tuvo que cerrar las puertas en 2008, aunque la web y otros servicios siguen activos.

En No pienses en un elefante Lakoff describe, entre otras cosas, dos tipos de motivación/comunicación: a la contra y a favor. No es lo mismo expresar: “No a los combustibles fósiles”, a la contra, que “Si a las energías limpias”, a favor. Y allí me di cuenta de que los ecologistas/verdes tenemos una intensa tendencia a comunicar a la contra.

En algunos talleres que he impartido para comunicar eficazmente el cambio climático, he hecho la prueba de pedir a las participantes razones del porqué había que luchar contra el cambio climático y podían extenderse minutos y minutos hablando de ello. En cambio, si les pedía que hablasen de razones y maneras de actuar a favor de mantener el clima y/o atenuar el cambio climático, tenían dificultades en hacer argumentaciones extensas. Una cosa es que muy probablemente vayamos al colapso y otra cosa muy diferente es que comunicativamente fomentemos, involuntariamente, la impotencia y la parálisis.

La primera vez que leí sobre la idea de que el calentamiento global ya no era un problema científico, sino que es un problema comunicativo fue en Sell the sizzle. The new climate message. Publicado hacia 2010. Era una investigación empírica para dar pautas y formas para comunicar eficazmente el calentamiento global.

Este informe contrastaba poderosamente con otros informes teóricos que había leído acerca de la comunicación del cambio climático donde se daban algunas pautas generales abstractas, que no ayudaban a cambiar las conductas de las personas. Porque no solo se trata de concienciar, si no de crear las condiciones adecuadas para que la sociedad vaya cambiando gradualmente hacia hábitos de consumo que sean bajos en combustibles fósiles y que fomenten la presión política.

Durante los años que estuve en un partido verde, me dediqué a difundirlo y casi nadie lo usó. La inmensa mayoría de mis compañeras continuaban comunicando con el catastrofismo tradicional: fenómenos meteorológicos extremos, hambrunas, migraciones masivas, etc. Solo unas pocas personas entendieron que era urgente cambiar el modo de comunicar el cambio climático.

En el año 2016 el Partido Verde Europeo (PVE) publicó el informe Por un futuro completamente renovable, donde explicitaba cómo comunicar con mucho detalle la transición energética y de rebote el cambio climático, haciendo hincapié en facilitar el cambio de hábitos y actitudes de la ciudadanía. Lo encargó a Climate outreach una entidad británica especialista en comunicar el cambio climático. Su enfoque es transmitir valores que toquen la fibra de la población empleando enfoques lingüísticos diferentes que facilitan conectar con valores de personas de diversas tendencias políticas.

Este segundo informe está siendo más utilizado que el primero, pero aun así dista de ser usado sistemáticamente, como sería deseable. Florent Marcellesi, el eurodiputado verde, es un excelente exponente de su uso regular.

Recomiendo encarecidamente la lectura de ese documento y su aplicación en los discursos de los movimientos sociales. Porque, como se ha demostrado reiteradamente a lo largo de la historia, son los que suelen marcar el camino a seguir de los avances sociales.

A la persona lectora le propongo una prueba. Cuando hable con una persona de temas relacionados con la energía y el cambio climático use las pautas del cuadro adjunto. La explicación de cómo funcionan estos opuestos, según los autores, es: “Las polaridades están profundamente integradas en las sociedades humanas; por ejemplo, dentro de las distintas tradiciones y culturas, la luz representa siempre a la vida y la oscuridad a la muerte. Los combustibles fósiles y las energías renovables pueden presentarse como una serie de opuestos. Cada vez que se usa un adjetivo para cualquiera de las caras [opuestos], se refuerza su contrario.”

Las expresiones de la columna de combustibles fósiles tienen connotaciones negativas, mientras que la de las energías renovables, las tienen positivas.

Un pequeño ejemplo de utilización de energía para viviendas e industrias: “Las térmicas de carbón usan combustibles sucios, que forman parte del pasado ya que se están acabando y para asegurarnos la energía en nuestras casas y fábricas es útil usar combustibles abundantes y limpios como el Sol”. Y además en este orden, ya que lo último que se dice, es lo que suele quedarse en la mente.

Que nosotros nos activemos con el peligro del cambio climático, no significa que la mayoría de la población se active, sino más bien se desactiva. El planteamiento es que existen maneras de activar lingüísticamente a grupos de la población de diferentes ideologías.

Afirmo que estas maneras de expresarse motivadoramente facilita que capas de la población abra sus oídos y empiece a asumir comportamientos descarbonizados.

Uso la palabra motivadoramente, porque se trata de motivar, no simplemente informar, a las personas de nuestra sociedad a cambiar de conductas, a que tengan razones, sus razones, para cambiar sus comportamientos y para que influyan en los partidos políticos y empresas para que fomenten una sociedad descarbonizada.

Y por supuesto, todo esto partiendo de la base que debe tratarse de una transición ecológica justa y bajo criterios rigurosos como señalan, por ejemplo, Emilio Santiago Muiño y Héctor Tejero.

Para todas aquellas personas que sienten que es urgente tomar medidas para atenuar el cambio climático, les invito a que lean y practiquen estas nuevas pautas comunicativas durante las próximas semanas para que se puedan dar cuenta por sí mismas que pueden conseguir acciones eficaces y graduales en los interlocutores con sus nuevas maneras de lenguajear.

Frente a la desesperación de ver que apenas tiene impacto lo que hacemos y que corre el tiempo, existe la posibilidad de usar nuevas maneras de hacer relatos que tienen un impacto apreciable en el consumo, las formas de transporte, la economía, la política, para favorecer un clima vivible. Es decir, crear una nueva utopía donde la gente quiera vivir.

*Carles Porcel, director de Capacitador.info/esCapacitador.info/es