La Operación Testudo contra una supuesta red de blanqueo de capitales de la mafia del Este en Benidorm y Altea ha tenido ecos en la ficción literaria con una referencia ineludible: el fallecido escritor valenciano Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna, 1949 - Beniarbeig, 2015), autor de Crematorio, novela adaptada en una exitosa serie de televisión. “La realidad supera la ficción. La particular versión de Crematorio del Partido Popular”, tuiteó el diputado autonómico y secretario de organización del PSPV-PSOE, José Muñoz, cuando este diario desveló que la Policía había pinchado conversaciones telefónicas de la red con cargos municipales del PP.
Los supuestos hampones asentados en la costa alicantina, con sus policías presuntamente untados y contactos turbios en la política municipal controlada por el PP zaplanista, tienen muchas reminiscencias con la obra del escritor (también en la novela En la orilla, que narra la pantanosa miseria moral del turbocapitalismo en los paisajes de la costa valenciana). “Chirbes radiografía en la ficción la zona cero del zaplanismo político en la comarca de la Marina Baixa”, dice por teléfono José Muñoz. “Lees Crematorio y vuelve a ser otra vez lo que ha pasado ahora”, agrega el diputado socialista.
“No me sorprende en absoluto lo de la mafia rusa”, dice el politólogo Francesc Miralles, vecino de Xàbia —una idea muy repetida en la zona estos últimos días—. “Si te abstraes de la legalidad y la ética, tiene todo el sentido del mundo: el PP zaplanista o no zaplanista se dedica a mediar los negocios con las relaciones institucionales”, afirma Miralles, quien escribió una amplia reseña sobre Chirbes tras su fallecimiento.
A la exdiputada autonómica Esther López Barceló, nacida y criada en Alicante, tampoco le ha sorprendido la operación policial contra el blanqueo de la mafia rusa. “Para quienes hemos nacido y vivido en el sur y hemos conocido esas relaciones entre el boom inmobiliario y determinados altos cargos del PP, relaciones completamente endémicas, nos parece una crónica continuamente anunciada que esperemos que en este caso conlleve algún tipo de condena”, dice la historiadora y, al igual que todas las fuentes citadas en este reportaje, entusiasta lectora de la obra de Rafael Chirbes, del que destaca la “mirada feminista y de clase”.
Chirbes, según el politólogo Francesc Miralles, “capta muy bien que la construcción en la costa va de acumulación originaria en una sociedad que ya es capitalista”. El escritor valenciano, marxista y con una prosa que indiscutiblemente se sitúa entre lo mejor de la literatura contemporánea en español, simbolizó la ciénaga podrida en el personaje del constructor Rubén Bertomeu, interpretado por el actor José Sancho en la serie, y en sus turbias relaciones con Traian, el mafioso ruso que opera en Missent, una ficticia localidad en la que se reconoce perfectamente el paisaje que rodeaba a Chirbes en los últimos años de su vida en Beniarbeig, un municipio de la Marina Alta.
En Crematorio —editada, al igual que toda su obra, en Anagrama— aparecen demoledores pasajes que describen mejor los bajos fondos que mueven la economía del turismo que el más sesudo de los informes oficiales. “En realidad, la economía, que tan visible nos parece, tan escandalosa, es sólo el decorado, el telón de boca que tapa el escenario por el que se mueve un animal sigiloso, invisible, tan inaprensible que ni siquiera tiene nombre, porque no es poder, aunque participe de él; no es el dinero, aunque se nutra de él; ni es el prestigio, aunque tenga su incorporeidad. Es el eje en torno al cual gira la gran rueda”, escribe Chirbes hacia el final de la novela. López Barceló argumenta que la trama literaria que creó Chirbes desde la ficción “está completamente enraizada en nuestra sociedad”. “Hay una corrupción sistemática, los tentáculos llegan a todos los ámbitos institucionales y de la vida y es complicado que eso se rompa”, añade.
“Los que han construido chalés aquí siempre han vivido de uno de fuera que traía la pasta en líquido, era el que abonaba los materiales de construcción que se podían pagar en negro”, recuerda Miralles, gran conocedor de la zona. Chirbes hace hablar al empresario de la ficción en estos términos: “Hicimos lo que tocaba hacer, a eso los clásicos de la economía lo llamaban la acumulación primitiva del capital, este país necesitaba formar una clase, y no tenía con qué; ahora la clase cierra las fronteras, está el cupo cubierto, toca procurar que no haya toda esa movilidad social, ese meneo, esa permeabilidad entre clases”.
La presunta red de blanqueo de la mafia rusa, tras la cual aparecen personajes del más alto nivel del crimen organizado del Este, mantenía a base de regalos y sobres una red clientelar de policías y funcionarios de la Diputación de Alicante que incluía también a cargos municipales como el edil de Seguridad del Ayuntamiento de Benidorm, que aparece en llamadas telefónicas intervenidas por la Policía fardando de contactos. “Claro”, apunta el diputado José Muñoz, “es una cosa que yo creo que tenemos aunque sea latente, intuimos que eso ocurre”. “Estamos viendo eso que se intuye, cada diez años hay una operación policial que lo muestra como patente y lo preocupante es que esté tan incardinado en las propias instituciones y en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”, apostilla Muñoz.
El periodista Ferran Belda ha apuntado en su columna en el diario Las Provincias una de las claves de la lectura de la novela estos días: “Rafael Chirbes aporta involuntariamente en Crematorio un dato acerca de cómo ha evolucionado” la penetración del crimen organizado en la costa, escribe el veterano periodista. “A lo más que se atreve el mafioso eslavo que aparece en su celebrada novela de 2007”, continúa Belda, “es a asociarse con un especulador local para invertir sus manchadas ganancias en la construcción de viviendas en la Costa Blanca. Trece años después es un ruso criado en Alicante el que está tan integrado en la sociedad que milita en un partido (el PP), pertenece a diversas entidades sociales y deportivas y se trajina a cuantos vecinos precisa —funcionarios, políticos, etc.— para que no pongan impedimentos presuntamente a las actividades de sus oscuros clientes”.
La operación policial no sólo ha confirmado que el crimen organizado invierte su botín en la costa valenciana. También ha recordado a Rafael Chirbes como un autor inmenso.