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'Las Provincias', historia del diario que torpedeó la vía autonomista valenciana

La periodista María Consuelo Reyna tuvo un papel estelar al frente del diario Las Provincias durante la transición valenciana, cuando se disputó la denominada “batalla de Valencia” que enfrentó de manera desigual a la nueva mayoría de izquierdas, que apostaba por la vía autonomista, con la reacción conservadora emanada del franquismo que representó la UCD tras el volantazo anticatalanista de la derecha valenciana.

La historiadora Ana María Cervera (Valencia, 1958) publica Las Provincias y María Consuelo Reyna. Liderazgo y poder en tiempos de cambio (1966-1982), editado en la colección Aldea Global en la que participa Publicacions de la Universitat de València. El libro repasa la trayectoria del periódico desde su creación y aporta valiosas claves sobre el papel de Las Provincias como altavoz y guía de la derecha valenciana, con el trasfondo de la simbiosis entre la periodista y el abogado y catedrático Manuel Broseta. 

“La evolución del diario viene de su historia de prensa local con mucho poder, sobre todo en Valencia. Sirvió a determinados sectores sociales emergentes en Valencia a finales del siglo XIX y luego a la burguesía exportadora de naranjas sobre todo en la capital”, explica por teléfono la historiadora a este diario. Recuperado tras el fin de la Guerra Civil (había sido colectivizado para editar la publicación anarquista Fragua Social), en las postrimerías de la dictadura tuvo una breve etapa aperturista, con redactores claramente escorados a la izquierda que daban voz, en la medida de lo posible, a la emergente oposición democrática.

Durante la etapa de “liberalización ideológica”, limitada al bienio entre 1976 y 1977, “no era raro encontrar apoyos a términos como País Valenciano o, anecdóticamente, críticas al gobierno municipal de Miguel Ramón Izquierdo”, escribe la historiadora.

La investigación, fruto de la tesis doctoral de Ana María Cervera, recoge las columnas de María Consuelo Reyna en que criticaba la utilización del discurso anticatalanista. “El diario estaba consiguiendo en los primeros años del cambio democrático una altísima identificación con los lectores, situados entre un sector de la burguesía y las clases medias y bajas del área metropolitana de la capital, al tiempo que capitalizaba la atención hacia los movimientos de reivindicación autonomista”, explica el libro.

El volantazo anticatalanista fue de la mano del giro táctico del dirigente de la UCD Emilio Attard y del entonces vicepresidente del Gobierno, Fernando Abril Martorell, para afianzar el liderazgo del partido centrado en la batalla de los símbolos y de la lengua. Fue la época de la jubilación forzosa del poeta y redactor jefe del diario Vicent Andrés Estellés. De hecho, un informe confidencial de la UCD, rescatado por la historiadora del archivo personal de Emilio Attard depositado en la Biblioteca Valenciana, señalaba la influencia a favor del partido de Las Provincias como uno de sus puntos a favor.

La historiadora aporta una hipótesis suplementaria para entender el giro del diario hacia las tesis blaveras (se denominó blaveros a los partidarios de la franja azul en la Senyera que dudaban de la unidad de la lengua catalana, en contra de las tesis defendidas por la filología): las ventas del diario. “Las cifras de tirada y difusión de Levante entre 1976 y 1979 prácticamente se habían mantenido, mientras que para Las Provincias los registros mostraban una bajada preocupante que en 1979 le igualaba con Levante, desde una posición inicial que era superior en 1976”, escribe la historiadora.

La autora, que ha entrevistado a la periodista María Consuelo Reyna, lamenta no haber podido acceder al archivo de la empresa pese a las múltiples peticiones. “Lo interesantísimo seria el archivo interno de una empresa”, dice Ana María Cervera. Sobre María Consuelo Reyna, desalojada del diario tras un enconado conflicto familiar y empresarial, la investigadora considera que “sigue siendo una periodista vocacional”. “Habla y calla todo lo que quiere, el día que se soltara a hablar habría mucho material”, declara la historiadora.