LEER ESTE TEXTO EN CATALÁN
Día negro para Eduardo Zaplana. El abogado uruguayo Fernando Belhot, diseñador de la segunda fase de la estructura societaria en el extranjero de la presunta trama corrupta, ha relatado con pelos y señales la procedencia de los fondos. “En realidad los activos eran del señor Zaplana”, ha afirmado durante su interrogatorio por videoconferencia, en condición de testigo, desde Uruguay. El testimonio del especialista en blanqueo apuntala aún más la acusación de la Fiscalía Anticorrupción tras las confesiones del testaferro de la trama, Joaquín Barceló 'Pachano' y de su jefe de gabinete, Juan Francisco García.
Belhot, que se presenta como especialista en asesoramiento fiscal internacional y de inversiones de “clientes offshore” en Argentina, Brasil o España, ha explicado que conoció a Zaplana en Madrid en 2009 como una “persona de prestigio”, en calidad de antiguo “gobernante” y de directivo de Telefónica.
Zaplana, según su declaración, le pidió que asesorara a un “amigo suyo de la infancia”, Joaquín Barceló (al que incluso “nombra como Pachano, su apodo”) sobre la estructura que “que había montado” en Luxemburgo Francisco Grau, asesor fiscal de la trama, y que administraba Beatriz García Paesa, sobrina del famoso espía.
En un primer momento, Zaplana le dijo que los fondos de Luxemburgo eran de Barceló. “Pero luego, con el tiempo, fui comprobando que quien tenía poder de decisión y quien siempre era consultado era el señor Zaplana”, ha afirmado Belhot. El testigo sostiene que el exministro del PP era el “verdadero decisor de todas las operaciones”.
De hecho, el abogado uruguayo ha recordado que Pachano era un empresario del sector inmobiliario que no tenía ni siquiera conocimientos financieros. “Él [Zaplana] me manifiesta que, efectivamente, era el dueño de la gran mayoría de los activos y que no quería hacerlo público por su exposición pública, como miembro de un partido muy importante en España [el PP] y su carácter de empresario vinculado a la asesoría y la actividad de lobby”, ha afirmado a preguntas del fiscal anticorrupción.
De paso, Eduardo Zaplana, para quien Anticorrupción pide una pena de 19 años de prisión, le abrió a Belhot “las puertas para conocer empresarios de altísimo nivel y empresas de carácter internacional españolas de primer nivel”. El acusado, tal como ha recordado el testigo, presidía tras su salida de la política activa el 'think thank' Club Siglo XXI, vinculado con “empresas que cotizaban” en el Ibex 35.
Fernando Belhot, en la línea de su declaración durante la fase de instrucción, ha recordado que Zaplana “era un hombre extremadamente cuidadoso” en sus comunicaciones. “Nunca en la vida en los nueve años que lo conocí me envió un solo correo, siempre nuestra comunicación era por el móvil, nosotros le decimos celular, nunca por escrito”, ha afirmado.
El testigo ha cifrado en 7,9 millones de euros los activos que se transfirieron desde Luxemburgo a la nueva estructura montada por Belhot. Los fondos, tal como confesó el empresario Vicente Cotino, provenían originalmente de la empresa Sedesa, adjudicataria de un lote de la privatización de las ITV en 1997, durante el primer gobierno autonómico de Zaplana. Fue Juan Cotino, siendo director general de la Policía del PP, quien orquestó el pago de la mordida, tal como revelaron sus dos sobrinos y el exjefe de gabinete de Zaplana.
El abogado ha explicado que “de forma trimestral o cuatrimestral” viajaba a España y le llevaba a Zaplana “los extractos de las operaciones que se realizaban con los activos”. “Se los mostraba y el señor Zaplana, al que considero una persona inteligente, lo entendía perfectamente y, en general, destruía los extractos”, ha apostillado. Fernando Belhot ha destacado que el exministro del PP era “un hombre muy cuidadoso y no quería tener nada en su poder que lo vinculara a esos activos”.
2,3 millones a través de cambistas
Eduardo Zaplana, tras el diagnóstico de la grave enfermedad que sufre y ante la necesidad de hacer frente a gastos médicos, especialmente entre 2016 y 2017, le pidió a Belhot que le hiciera llegar “bastante dinero”, unos 2,3 millones de euros de los ocho en total que le administraba mediante sociedades pantalla y cuentas en paraísos fiscales.
Los fondos se hicieron llegar a través del sistema de cambistas, “muy común” en Latinoamérica. El agente de cambio, ya sea en Uruguay, Brasil o España, hace de enlace entre clientes que necesitan deshacerse de dinero en efectivo con otros que necesitan lo contrario: obtener metálico. La técnica, clásica en algunos procedimientos de blanqueo de capitales, impedía que la transferencia dejara rastro. “Era un procedimiento no muy ágil, a veces podía demorar un mes o dos, era la única forma de entregarle dinero vivo, que era lo que quería el señor Zaplana”, ha dicho el testigo.
Después de la operación con los cambistas, Zaplana llamaba a Belhot y le decía: “Bueno, los documentos llegaron, todo correcto”. Fernando Belhot gestionó los fondos de Zaplana a través una estructura societaria que incluía cuentas en Andorra, Suiza o Panamá y sociedades pantallas en Uruguay u Holanda, entre otros destinos. En una cuenta en Suiza, a nombre de Belhot pero pertenecientes a Zaplana, “más o menos 3,7 millones”.