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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El regreso al edén de Paco Roca: la memoria materna del hambre en la posguerra franquista en València

Paco Roca (València, 1969) es uno de esos singulares narradores cuyas obras —todas excelentes, todas conmovedoras— tejen un hilo finito pero muy resistente que les da un valor en su conjunto. ¿Cuál es el mejor cómic de Paco Roca? La única respuesta posible es que todos son el mejor. El dibujante presenta Regreso al edén (Astiberri, 2020), una biografía de su madre a partir de una fotografía antigua en la playa de Nazaret, probablemente tomada en 1940 o 1941 y un vívido retrato de la traumática época de represión que inauguraba la dictadura del general Francisco Franco. “Mantenemos una lucha constante contra el olvido, que intenta borrar el pasado. Pero nuestra memoria es limitada y traicionera, por eso el ingenio humano inventó formas de mantener un instante en el tiempo”, escribe al principio del cómic.

El autor relata, con su habitual pericia narrativa, cómo Antonia sobrevivió al hambre (y a la miseria humana) de la posguerra franquista en València. “Se trataba de ponerle cara a la posguerra y al sufrimiento de la gente”, dice por teléfono el autor. La ciudad aparece tal como fue (no en vano el dibujante se ha inspirado en material gráfico y audiovisual de la época): con los restos de los bombarderos de la Guerra Civil, el tranvía que iba abarrotado a la playa, las churrerías ambulantes y el ambiente gris y represivo que inauguró la dictadura. Con un esfuerzo por el detalle notable, Paco Roca dibuja las colas del hambre con las cartillas de racionamiento, las calles y hasta los cachitos de boniato que comía su madre y que en ningún caso saciaban el apetito.

El hambre en la posguerra: “Nos lo han dicho tantas veces pero nunca nos hemos parado a escarbar qué había detrás de ese mantra que hemos oído durante toda nuestra infancia”.

La playa de Nazaret ya no existe (fue engullida por el Puerto de València) y la fotografía a punto estuvo de perderse en un traslado siendo ya mayor Antonia. Afortunadamente, los hermanos Roca consiguieron recuperarla ante la insistencia de su madre. El cómic, más allá del homenaje a la mujer que dio a luz y crió a Paco Roca, es un retrato con un toque antropológico de la época. ¿Por qué la mujer insistía tanto en recuperar esa fotografía? Los retratos de la época se pueden contar con los dedos de una mano (si no había dinero para comer mucho menos para fotografiarse). Era el edén de Antonia, que sólo se fotografió en tres ocasiones antes de cumplir los 20 años. 

Autarquía: “Te das cuenta de lo ajeno que era el franquismo al sufrimiento, la poca empatía hacia toda esa gente desfavorecida con menos recursos y la total nulidad para sacar adelante un país con aquello de la autarquía, un desastre económico total”. 

Regreso al edén se puede leer como una continuación de La Casa (Astiberri, 2015), en el que el protagonista era el padre del autor. Las obras de Paco Roca beben de la tradición del cómic biográfico, con referencias en España como El arte de volar y El ala rota de Antonio Altarriba y Kim, Un largo silencio de Miguel Gallardo o, en Estados Unidos, Mauss de Art Spiegelman, entre muchos otros. Estas obras de nonfiction muchas veces plasman la historia mejor que el más premiado ensayo académico (en la página 47 de Regreso al edén hay una viñeta que explica el mercado negro de la posguerra mejor que el más docto de los historiadores). “Cuando lo lees en libros de historia, en ensayos y demás, es duro pero cuesta hacerse una idea de esa realidad; por eso funcionan los testimonios, empiezas a ponerte en la piel de las personas, te das cuenta de lo que fue el hambre y la miseria”, dice Paco Roca. 

Narración biográfica: “Te llega mucho más la historia, es diferente a cuando haces una historia como Los surcos del azar. Tienes esa cierta distancia de que realmente no le sucedió a nadie cercano o no ves cómo han llegado esas vivencias hasta ti”.

Regreso al edén es un relato duro, por momento muy duro, que no escatima en recordar cómo sus personajes se enfrentaron a la miseria humana ni en contar al lector traumas familiares. “Lo sientes como mucho más dentro, cuando estás dibujando, estás pensando 'joder, es que es mi madre la que pasó esto'. Empiezas  a entender muchas cosas de su personalidad que llegas a reconocer en ti mismo”, sostiene el autor, quien reconoce que “se hace doloroso, sobre todo la parte de la violencia de género, no lo haces nada a gusto, te emocionas”.

“Es una suerte porque puedes sacar fuera muchas cosas y reconciliarte con cosas de las que quizás te arrepientes del pasado”, dice el hijo de Antonia.