Edelmir Galdón (l'Alcúdia, 1953) ha emprendido un proyecto para plasmar en un documental la experiencia del movimiento sindical en el seno de la planta de Ford en Almussafes. La pieza audiovisual, producida por Silence y dirigida por Javier Quintanilla, relata las primeras huelgas en la planta, con varios de sus protagonistas y cuenta además con el relato del periodista Jaime Millás y del excalcalde de Almussafes Albert Girona.
Con 2,7 millones de metros cuadrados de superficie, la planta situada en la localidad de la comarca de la Ribera Baixa es uno de los puntales de la industria valenciana. Inaugurada por el entonces rey Juan Carlos en 1976, en un acto con Henry Ford II, la factoría se convirtió durante la Transición en un laboratorio de las luchas obreras y sindicales en un contexto de declive del resto de industrias valencianas.
Edelmir Galdón, guionista junto con Javier Quintanilla del documental Ford, a mano alzada, vivió en primera persona aquellas luchas que desembocaron en la firma del primer convenio en 1980.
El mismo año de la inauguración de la planta se produjo la primera huelga, en unas peculiares condiciones: aún vigente la legislación franquista en materia laboral, la empresa no tenía una interlocución clara con las potentes fuerzas obreras que salían del franquismo con la legitimidad que no tenía el sindicato vertical. “El problema de la empresa es que no había un interlocutor”, afirma el guionista del documental.
Durante los primeros años de andadura de la planta primaba el “proceso asambleario y de base”. Los sindicatos se identificaban con las fuerzas políticas del momento (especialmente Comisiones Obreras y el Partido Comunista) con el trasfondo de la lucha contra el franquismo en el conjunto de la sociedad valenciana y española. “No eran sólo reivindicaciones laborales sino que iban en paralelo a las reivindicaciones políticas”, sostiene Edelmir Galdón.
Las huelgas continuas a lo largo de 1977 “agotaron a la empresa porque se le rompieron todos los programas de producción y venta”, recuerda Galdón, quien explica que si no se suministraban los coches, Ford “perdía clientela”. En paralelo a las primeras victorias de los trabajadores, “poco a poco se va aclarando el panorama sindical, con una multiplicidad de organizaciones que luchaban, muchas veces entre ellas”, agrega.
En el “batiburrillo” de siglas entraban desde las agrupaciones situadas a la izquierda de la izquierda hasta la Fuerza Nacional del Trabajo, el sindicato de extrema derecha, que obtuvo un puesto de representación en las elecciones sindicales de 1978. “Era la sociedad reflejada en ese micromundo laboral”, afirma Galdón.
La empresa optó por Almussafes por sus condiciones geográficas y sociales. Los terrenos, situados a tiro de piedra de la autopista, también quedaban cerca del Puerto de València. Además, la planta se nutrió de trabajadores agrarios de la zona y de emigrados en Francia o Alemania que retornaron a su país con un alto grado de especialización. A diferencia de la planta de Seat en Martorell, en Almussafes los trabajadores provenían de localidades alejadas y las huelgas no convertían la zona en un “territorio de guerra”.
La empresa optaba, ante las convocatorias de huelga, por el lock out (el cierre patronal) y por avisar a la Guardia Civil. Los trabajadores, muchos de ellos jóvenes provenientes del campo en la comarca de la Ribera Baixa, “tuvieron que adaptarse” al modelo fordista, los extenuantes movimientos repetitivos de la cadena de montaje.
Edelmir Galdón, que más tarde abandonó la planta y se convirtió en un reconocido gestor cultural de la Administración autonómica, recuerda la asamblea de 1980 que supuso un “punto de inflexión” y la intensa pitada que tuvo que aguantar por parte de algunos sectores más radicales de los trabajadores frente a su defensa más posibilista, como representante de UGT, a favor de un pacto para la firma del convenio.
El documental, que cuenta con el patrocinio de la delegación de Memoria Histórica de la Diputación de València, sigue en proceso de construcción en busca de más financiación para poder conseguir un valioso material de archivo gráfico y audiovisual con imágenes de la época. Aquella asamblea tensa de 1980, con el debate de pacto o ruptura como telón de fondo, fue grabada. “La empresa me regaló la grabación pero la he perdido”, lamenta Galdón.