El rentismo rompe España
Las izquierdas tenemos cierta dificultad para hablar de patriotismo y nos solemos enredar con facilidad en debates simbólicos sobre banderas e himnos. También, tenemos la habilidad, o torpeza, para buscar circunloquios para evitar hablar de España. Mientras tanto la derecha como representante del capitalismo caníbal, de la censura de las diferentes culturas que construyen España y del militarismo rancio de la guerra se adueña de todo.
Hoy España está en peligro. Está en peligro por qué España, como cualquier otro constructo social, no existe más allá de sus gentes. La desigualdad ha incrementado los últimos años como nunca. Solamente, hay que rescatar, el último informe de Oxfam que denunciaba que la desigualdad creció más en los dos años de pandemia que los últimos 23 años. No es casual. De hecho, es consecuencia directa del modelo socioeconómico dominante más allá que ahora haya ministros europeos que se entesten en defender una falsa sobriedad ajena a la desigualdad estratégica en la que se sustenta todo.
España está en peligro, a pesar incluso que, tanto la administración general del Estado, la Generalitat y el Ayuntamiento de València, lleven años aprobando presupuestos expansivos para reforzar servicios públicos, avanzar en derechos sociales y proteger mejor el medio ambiente. También, a pesar de sus avances en justicia fiscal.
Hoy toda política pública de protección social es devorada por el precio salvaje de la vivienda. La realidad es que en la última década el precio del alquiler en València se ha disparado un 73 '4% mientras que los salarios más habituales (actualmente, 18.480 €) ha crecido solamente un 12%. Unos precios de alquiler indecentes que van a parar a las manos de unas pocas familias, las mismas que nos expoliaron durante el franquismo, y de grandes fondos buitre, mayoritariamente con bandera extranjera, que buscan expoliar a nuestro pueblo, empobrecer a nuestras familias y evitar la dinamización de la economía real.
Hoy si queremos ser patriotas debemos, en cumplimiento de la constitución española, regular con firmeza el precio de los alquileres y ampliar nuestros parques públicos de vivienda. Y de paso, aprovechar el día festivo, para disfrutar del cine español. Los márgenes, de Olga Rodríguiez y Juan Diego Botto, traspasa las pantallas, nos rompe por dentro y nos obliga a defender con uñas y dientes la necesidad de: una ley de vivienda.
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