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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Los reyes de las portadas estivales

¿Hemos alcanzado ya el punto de ebullición en la calentura mediática estival? ¿Estamos cerca de la saturación con las mismas noticias de siempre en las escaletas? Cataluña y Venezuela son el hit parade del verano, como lo fue otro agosto Grecia. Hasta allí mandaban, por aquel entonces, a los pregoneros estrella de las cadenas generalistas. El mundo se iba a desmoronar en Atenas, la cuna de la civilización, y hacia allí corrieron los periodistas de élite agoreros a emitir los telediarios desde la plaza Syntagma, lugar escogido por los profetas del mundo occidental para aquella Apocalipsis europea.

La hipocresía y el fariseísmo con Venezuela producen hartazgo. Da igual si en Brasil ha habido una destitución sui generis y el nuevo presidente es más corrupto que un gerifalte de la Comunidad de Madrid. El bocazas de Maduro se explica mal, es agresivo y torpe. Pero, ¿cómo harías tú frente a unos agentes de la CIA, con brillantes hojas de servicios y deslumbrantes expedientes académicos, instalados en Miami y a los que les pagan muy bien por desestabilizarte y hacer trizas tu país? ¿Cómo pretender sacar a flote un país vapuleado por los señores de la guerra económica que tienen orden de bloquear las finanzas de tu país? Seguro que Maduro lo hace muy mal, pero los otros no se andan con chiquitas. Nos rasgamos las vestiduras por los desmanes de un iluminado inepto y, sin embargo, consentimos injerencias inadmisibles por parte de países con intereses en la zona.

Con Cataluña pasa algo parecido. Se trata de rentabilizar en votos una u otra postura. Y así vamos. El conflicto catalán entretiene, y yo le digo contento hasta la semana que viene. Ese conflicto, en Puertollano, es una fuente inagotable de votos para el PP; y en Cataluña, el proceso soberanista ha conseguido mantener en pie, pese a los recortes, a la misma familia política haciendo negocios sucios y trapicheos a la sombra de la estelada. Cuando se quiera apaciguar la controversia será tarde. Mientras, algunos tertulianos nos flagelan con razonamientos cansinos desde sus púlpitos.

La actualidad en agosto es igual a otros veranos marmotas (visitas al Rey en Marivent, Tomatina, Magaluf y el drama de la valla de Ceuta). La única novedad este año ha sido el “terrorismo” (¡vaya exageración!) ejercido contra los turistas por unas pintadas y un flash mob en un bar atestado de guiris. Ah, y también el paro de los currantes de Eulen en el aeropuerto de Barcelona. La llegada de la huelgas confirma el nuevo clima económico. Esa mejoría permite que alguien haga lo que debe: alzar la voz.

Todas las noticias que acaparan nuestra atención un día son disueltas en el titular del día siguiente. La inmolación de Blesa solapó a la detención de Villar (así su pena de telediario fue más leve); la marcha de Neymar del Barça suavizó el interés informativo del fraude fiscal de Cristiano; un incendio de mayores proporciones absorbe la atención de otro siniestro forestal anterior; el descenso del paro y las medallas de Mireia Belmonte enmascaró la citación de Rajoy en la Audiencia Nacional. Un yihadista trastornado, empuñando un cuchillo, será solo noticia hasta que otro que tal en otro país, con la misma cantinela integrista, pretenda pinchar a otro incauto peatón, elegido al azar, en una céntrica calle europea. La dosis de miedo y de pánico se vende sola ante cualquier rasguño ocasionado por un pirado fanático-religioso. El trastornado de Trump, con ello, compondrá tuits graciosillos.

Puigdemont y Maduro se han erigido en los reyes del estío; Cataluña y Venezuela, en las canciones del verano. El calor sofocante y agobiante, también, faltaría más. La información se ha ido de vacaciones, y algunos editores sacan a pasear por las portadas de sus diarios y por los sumarios de sus telediarios sus fantasmas. Ya verán como este próximo otoño, cuando el calor amaine y la Tomatina se haya emitido en directo para Japón, la pobre Venezuela, con el cristo que hay montado allá, quedará arrinconada, silenciosamente, en una página par en forma de breve. Desaparecerá del mapa informativo. La presumible inhabilitación de Puigdemont dejará tranquilo en su sillón al sátrapa Maduro. El presidente/mártir catalán saldrá al rescate del de Venezuela. Ellos son así. Nosotros seguiremos hipnotizados por las señales horarias.