La población mundial está envejeciendo. El incremento de la esperanza de vida se debe a la mejora en la calidad de vida y fundamentalmente a los avances en la ciencia médica que se han producido en los últimos años. El envejecimiento de la población, esto, que las personas de más edad representan una parte proporcionalmente mayor del total de la población, sucede por un conjunto de cambios relacionados con la mejora de las condiciones de salud, cambios demográficos, económicos y culturales. El proceso de envejecimiento de la población mundial es un hecho ya incuestionable y es más pronunciado en los países desarrollados y con altos ingresos como es Europa.
Siguiendo a la Organización Mundial de la Salud, dos factores clave influyen en el envejecimiento de las poblaciones: uno es el aumento de la esperanza de vida, junto al aumento de la supervivencia en la vejez, y otro, la caída de las tasas de fecundidad. Según los últimos datos de Naciones Unidas, se espera que el número de personas mayores de 60 años o más, se duplique en el año 2050 y se triplique para el 2100, pasando de 962 millones en 2017 a 2100 millones en 2050 y 3100 millones en el año 2100. Actualmente (en 2019) las personas con 60 años o más, representan aproximadamente el 13% de la población mundial. Europa es el continente con población más envejecida: el 19.4% de los europeos tienen más de 65 años y se prevé que esta proporción aumente en las próximas décadas a más de un cuarto de la población, llegando en 2050 a un 28.1%. Pero además va a aumentar el número de personas más mayores. Se calcula que el número de personas de más de 80 años se triplicará en poco más de 30 años y se multiplicará por siete en 2100: de 137 millones en 2017 pasarán a 425 millones en 2050 y a 3100 millones en 2100 (Naciones Unidas, 2017). En España, se estima que en el año 2060 el 17.5% de la población tenga 80 años o más, siendo para entonces la segunda cifra más alta del mundo. Los datos para la Comunidad Valenciana son similares.
Estos cambios demográficos suscitan profundas incertidumbres sobre el posible debilitamiento de los sistemas de bienestar, tanto de apoyo familiar como de prestación de servicios para cubrir las demandas de una población cada vez más envejecida.
Casi la mitad de los habitantes del planeta (alrededor de un 54%) viven actualmente en zonas urbanas y para 2050, se proyecta que casi el 70% de las personas residirá en áreas urbanas. Esto supone tener que pensar y planificar las ciudades de un modo diferente para crear entornos urbanos accesibles, amigables e integradores para las personas mayores, y espacios que permitan y alienten el envejecimiento saludable y activo. El programa de la Organización Mundial de la Salud, Ciudades y comunidades amigables con las personas mayores (Age-Friendly Cities) plantea a los municipios uno de los retos más importantes del siglo XXI. Algunas ciudades (pero pocas) de la Comunidad Valenciana han iniciado el proceso de convertirse en ciudad amigable con las personas mayores: Mislata, Gandia, Castellón, entre otras.
El envejecimiento poblacional supone un éxito para la vida del ser humano, pero también es un desafío. Debemos ser capaces los investigadores, expertos, políticos, técnicos y ciudadanos de lograr que las personas mayores puedan desarrollar una vida autónoma, en las mejores condiciones biológicas, psicológicas, de capacidad funcional y salud, participación social y económica.
Pero no hay que pensar que todos las personas mayores son iguales sino darse cuenta de la heterogeneidad de la vejez. Las diferencias de sexo y de género son importantes a lo largo de la vida pero todavía lo son más en la vejez. La esperanza de vida en las mujeres es mayor que la de los hombres. En las mujeres hay más años de vida con discapacidad y situaciones de dependencia que conllevan una mayor soledad y aislamiento social. Hay muchos y diversos recorridos biográficos que llevan a maneras diferentes de envejecer. Además, las nuevas generaciones de jubilados cuentan con un caudal de capacidades y experiencia que están dispuestos a compartir y que la sociedad a menudo desaprovecha y no reconoce. Por citar un dato, el 63% de ellos presta apoyos a sus familias, tanto en forma de ayudas económicas como cuidando nietos y a otras personas en situación de dependencia.
Los envejecimientos de las poblaciones afectarán a todos los sectores de nuestra economía y no solo a la salud o a los cuidados. Tendrán un impacto transversal en nuestro modelo de sociedad, en el urbanismo, el ocio, la cultura, y las empresas.
Envejecer a veces conlleva enfermedades, discapacidad o situaciones de dependencia. A menudo, cuidados de larga duración. Como decía la OMS en su Informe mundial sobre el envejecimiento y salud, las personas a cargo de los cuidados de larga duración abarcan un amplio espectro de personas y habilidades. En un extremo se encuentran los cuidadores informales que no reciben remuneración ni apoyo externo, ni están capacitados; estos incluyen a familiares, amigos y vecinos; en el otro extremo se encuentran los profesionales sanitarios altamente capacitados; y en medio de ambos, hay personas que cuentan con distintos niveles de capacitación, conocimientos técnicos, status y remuneración. Los cuidados de larga duración consisten en la provisión de apoyo y ayuda a personas con condiciones limitantes y crónicas. Estos cuidados van desde cuidados especializados, a cuidados personales, apoyo doméstico, apoyo social, o acompañamiento en la toma de decisiones.
¿Cómo abordar la necesidad de cuidados de una población cada vez más envejecida? ¿Cómo conseguir que una persona que no pueda cuidar de sí misma de manera independiente mantenga la mejor calidad de vida posible, de acuerdo con sus preferencias individuales, con el mayor grado posible, participación, y realización personal?
La complejidad de los cuidados de larga duración hace patentes las limitaciones del Estado de Bienestar. Esta situación se vuelve más visible por el envejecimiento de las poblaciones, los cambios sociodemográficos y la incorporación de las mujeres al mundo laboral. Pero los recursos son escasos e insuficientes, y ante esta falta de recursos ¿quién cuida a las personas en situación de dependencia? ¿quién se responsabiliza de los cuidados informales? ¿durante cuánto tiempo? ¿qué costes implica cuidar? Los cuidados informales siguen representando el principal recurso de atención que reciben las personas dependientes, y además, estos cuidados los realizan en su mayoría las mujeres. Las cuidadoras dedican más de 40 horas semanales al cuidado, asumiendo casi en exclusiva el cuidado de la persona dependiente por lo que tienen dificultad para mantener sus relaciones sociales, no tienen tiempo para cuidarse y padecen diversas patologías. Con la Ley 39/2006 de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia se contemplaba tanto la universalización de las ayudas públicas para la atención en domicilios y la atención comunitaria. Pero el desarrollo y aplicación de la Ley de Dependencia no ha sido homogéneo en todas las Comunidades Autónomas españolas.
Cuidar significa atender al otro, hacerse cargo de él, acompañarle, velar por su bienestar y, sobre todo, es una responsabilidad comunitaria. Las sociedades, los municipios deben prepararse para el cuidado, de unas generaciones hacia otras, en el desarrollo y fomento de la solidaridad intergeneracional.
Estos temas relacionados con el envejecimiento demográfico, los cuidados, las situaciones de dependencia, la adaptación de las ciudades, los envejecimientos y los nuevos mayores, los derechos de las personas mayores, la innovación social y el pacto intergeneracional serán abordados en el I Seminario Retos y propuestas ante los envejecimientos organizado por la Cátedra Prospect CV, que se celebrará en Valencia los días 24 y 25 de octubre de 2019, y que pretende recuperar la importancia del pensamiento estratégico, conocer mejor la naturaleza de los procesos en curso en determinadas áreas temáticas esenciales, disponer del mayor grado de conocimiento posible sobre los efectos de los mismos, saber cómo se afrontan estas consecuencias mediante el análisis comparado y el buen conocimiento de casos de éxito, en especial en la escala regional y local, para poder impulsar políticas públicas y acordar escenarios deseables en el medio plazo.
Las ciudades, las Administraciones, las organizaciones, deben conocer los retos y las propuestas que los envejecimientos plantean y analizar los cambios más importantes a implementar en las políticas sociales relacionadas con los envejecimientos para los próximos años; abordar los retos que la atención e intervención con personas mayores tiene, y abordar los retos de nuestros propios envejecimientos sea cual sea nuestra edad; ahondar en el desafío que supone el pacto intergeneracional para nuestras sociedades buscando formas concretas para su abordaje; y debatir sobre la atención y la intervención en personas mayores desde una perspectiva multidimensional, global y transversal, en donde las personas sean los protagonistas del cambio.
Sacramento Pinazo-Hernandis. Universitat de València. Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología.