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Opinión - Tócala otra vez, Sam. Por Esther Palomera

Los toros y el samaruc

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El furor taurino de Vox envuelve al PP, que pretende a la vez ser la mar de ecologista

Cosos, novilladas y encierros infantiles simulados: la cultura del Consell de Mazón

Los valencianos tenemos un Gobierno autonómico, el bipartito del PP y Vox presidido por Carlos Mazón, que ha convertido los toros, debidamente lidiados y sacrificados, en el tótem de sus guerras culturales. Los populares, envueltos en el furor taurino de Vox, secundan la compulsiva promoción institucional de la tauromaquia (que en su día consideraron una seña de identidad valenciana) y, a la vez, presumen de querer salvar el samaruc, aunque no sepan que es un pez.

“A mí no me parece mal, yo creo que al final es una simulación, no hay toros, solo hay una carretilla, no hay ningún peligro para la población infantil ni mucho menos. Sí que es verdad que se difunde la cultura taurina, es una evidencia, y yo no estoy en contra de difundir la cultura taurina”, declaró la alcaldesa de València, María José Català, sobre la propuesta del vicepresidente ultra de la Generalitat, Vicente Barrera, para organizar en Ciutat Vella encierros infantiles simulados que los representantes vecinales y los vocales de la oposición en la junta de distrito lograron frenar en un primer momento. Difundir la cultura taurina en el centro de una ciudad donde no hay demanda alguna es asumir un rol proselitista de una actividad polémica en la sociedad por el maltrato animal que conlleva. Un proselitismo converso, en el caso de Català, que rectificó su actitud inicial, cuando había sido más sincera al reconocer: “Lo veo difícil”.

Como ocurre en la sociedad, no todos los alcaldes comparten esa actitud. Por ejemplo, el socialista José Ramiro, alcalde de Ondara, se lamentó “ojalá el Gobierno de España prohibiera la tauromaquia” tras aprobar en el pleno la cesión de la plaza de toros local a una corrida con picadores reclamada por el vicepresidente Barrera para crear un circuito de corridas en la Comunitat Valenciana. Según un informe jurídico, es obligado, “por imperativo legal”, ceder el coso taurino.

Desde la Conselleria de Cultura que dirige el vicepresidente ultra del Consell, que fue torero, se amenaza con no otorgar subvenciones a quienes sostienen ciertas posturas, promueven determinadas actividades culturales o manifiestan ideologías contrarias a las de Vox mientras se desata la fiebre subvencionadora de la tauromaquia. En una resolución publicada en el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana Barrera concede a la Fundación Toro de Lidia una subvención directa de 300.000 euros para la creación de un circuito de seis novilladas con picadores --dos en la provincia de Alicante, dos en Castellón y dos en Valencia--, “con el objetivo de fomentar una presencia uniforme en las tres provincias y dinamizar los municipios alrededor de la tauromaquia como expresión cultural”.

En unas declaraciones en las que defendió una subvención tan cuantiosa para una fundación de fuera de la Comunitat Valenciana porque, según él, es la única con capacidad para organizar esa liga de novilladas, Barrera anunció que trabaja en otra línea de ayudas para los 'bous al carrer'. Y justificó en el respeto a su “libertad” que la Junta de Distrito de Ciutat Vella acabe aprobando su anhelado encierro infantil simulado.

La política valenciana de esta legislatura estará envuelta, pues, en un intenso olor a toriles. No demasiado fácil de disipar con puestas en escena ecologistas, como el pleno del Consell celebrado en el Parque Natural de l'Albufera, con la lectura de una declaración institucional que, en realidad, buscaba cargar, en plena campaña de las elecciones europeas, contra la cabeza de lista del PSOE, la ministra Teresa Ribera, a la que el PP y Vox ya habían reprobado en las Corts Valencianes la semana anterior. De la poca consistencia de la maniobra da idea el hecho de que la consellera de Medio Ambiente, Salomé Pradas, al leer la declaración, confudió el samaruc y el fartet, dos especies endémicas de peces de zonas húmedas y marjales, con aves acuáticas amenazadas. Se lo puso fàcil al portavoz de Compromís, Joan Baldoví, que comentó con sorna en las redes sociales: “Diu la consellera que el samaruc i el fartet són aus aquàtiques. Però bé, també diuen que el PP defensa l'Albufera...”.

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