El mejor músico callejero del mundo es valenciano

EFE

Valencia —

Interpretar música en directo a pie de calle, cuando “nadie se espera que estés ahí, tan cerca”, es el escenario idóneo para impactar en la vida de los transeúntes y enriquecer la cotidianidad urbana: esa es la motivación central de Borja Catanesi, premiado como el mejor músico callejero del mundo.

Este joven valenciano, que ha ganado la primera edición de los Universal Street Games celebrada en Estados Unidos, explica a EFE que su valía es la pasión con que transmite “el mensaje que es la música”; y la calle, el enclave por excelencia para exhibir el arte y “alegrar” el vaivén de la rutina formando parte del paisaje de lo cotidiano.

“La música es un bien milenario, es intrínseco al hombre, y por qué no llenar las calles con ella, como también de otras artes que alegran la vida de la gente que está de paso, de camino a casa o al trabajo”, defiende Catanesi.

A ritmo de funk, rock, blues y reggae, y pertrechado con su guitarra eléctrica, un amplificador y un pedal digital o “looper” (que graba y reproduce sonidos en bucle), este músico de 23 años ha tocado -nunca cantado- en rincones de hasta cincuenta ciudades de todo el planeta desde que con 17 decidiera salir a la calle porque tenía “muchas ganas de tocar delante de público”.

Experiencias “espontáneas y muy bonitas”

El arte en la calle, dice, genera “experiencias espontáneas y muy bonitas que solo pueden ocurrir en un entorno así”, donde “todo está abierto al cambio”.

“Como cuando un día que estaba tocando se acercaron unas bailarinas profesionales y se pusieron a danzar a mi lado. La gente se fue parando y se armó un corro gigante, algo que solo puede ocurrir en un espacio público abierto”, relata.

El oro conseguido en julio en este certamen internacional, que busca los mejores bailarines, estrellas del deporte y músicos callejeros, sirve a Catanesi para impulsar la promoción de su primer disco -que grabó gracias al micromecenazgo y que publicará en septiembre-, así como para hacer llegar a más gente su mensaje: es posible ser joven y hacer de la música tu forma de vida.

“La gente a veces no entiende que toque en la calle, e incluso me ofrecen comida y me miran con cara de pena cuando, en realidad, yo me siento muy afortunado de hacer lo que me gusta y con lo que, además, me gano la vida bastante bien viajando por un montón de sitios”, asegura.

En su periplo musical, que le ha llevado a recorrer Europa, Estados Unidos y Nueva Zelanda con su guitarra a cuestas, se ha encontrado con diferentes maneras de acoger la música callejera, entre las que España destaca por sus reticencias: Catanesi ha cosechado tres multas por usar amplificador.

Multado en Fallas por contaminación acústica

Tras haber sido multado “por contaminación acústica en plenas Fallas”, dirigió hace cinco meses una petición al Ayuntamiento de Valencia en la plataforma change.org en defensa de una “regulación justa” para la música callejera.

El guitarrista argumentaba que, tras haber participado en festivales de artistas callejeros de todo el mundo (conocidos como “buskers”), de vuelta a su ciudad encontró una realidad “llena de obstáculos” ya que, lamenta, en Valencia no existe un permiso para utilizar amplificación, cuando para muchos instrumentos es imposible sonar sin ella.

“Mi cometido cuando salgo a la calle es que a la gente le guste, que disfrute del espectáculo, y por eso interactúo con el público. La riqueza que me dan las calles es la alegría que me transmite el dedicarme a hacer feliz a la gente”, revela.

Universal Street Games

Catanesi, que ganó los Universal Street Games tras ser seleccionado entre los tres mejores aspirantes de su categoría -la cantante inglesa Enne Esnard y el guitarrista brasileño Arthur Endo-, ya ganó en 2015 el certamen Feeling the Street.

En su gestación como artista, las redes sociales “lo han sido todo”, asevera a Efe, “porque sirven para llegar a mucha gente sin tener grandes recursos”, y de ellas se ha servido para documentar unos conciertos que incluyen, entre las publicaciones más populares, aquellas donde los paseantes se suman de forma espontánea a su actuación.

“El viaje va nutriendo la música que hago”, señala Catanesi, que impregna sus acordes de los lugares en que toca la guitarra, que suele acompañar de un rítmico “beatbox”, en una travesía en busca de su sueño: tocar en grandes escenarios y recibir reconocimiento como músico.