Covid y género: la feminización de la pobreza y de los cuidados convierten a las mujeres en más vulnerables frente a la pandemia

La incidencia de la Covid-19 sí entiende de géneros. La Covid presenta diferencias entre hombres y mujeres no solo por una cuestión biológica, sino por los roles y otras cuestiones asociadas al género: la posición socioeconómica y la posición en el mercado laboral tienen influencia sobre la incidencia del virus. El estudio de Alicia Villar-Aguilés, profesora de Sociología en la Universitat de València, apunta que, pese a que las cifras de mortalidad son superiores en hombres en las estadísticas, el coronavirus tiene mayor impacto en las mujeres. “Las mujeres y las niñas están viéndose y se verán más afectadas por las consecuencias de la pandemia porque su posición socioeconómica es más vulnerable en términos generales”, expresa Villar en el estudio publicado en la revista científica Mètode.

En el caso valenciano, recuerda la autora, la tasa de letalidad en hombres es de un 10,6% y en las mujeres, de un 6,7%. “Es un hecho que mueren más hombres que mujeres, pero las mujeres están más expuestas al contagio y acumulan más casos diagnosticados”, indica la autora, que señala que el aumento de mortalidad -según las estadísticas disponibles- es variable en función del territorio: “Para el periodo del 20 de marzo al 8 de mayo de 2020, el País Valenciano presenta un exceso de mortalidad del 28,9%, que en hombres es de un 29% y en mujeres de un 28,5%. La media estatal se sitúa en un 57,9%, con un mayor porcentaje en mujeres (61,6%) que en hombres (57,4%)”, señala el documento.

La profesora apunta a diversas consideraciones de carácter socioeconómico como agentes de vulnerabilidad para las mujeres. La feminización de la pobreza y de los trabajos de cuidados -educación, sanidad, atención a la dependencia o trabajo doméstico-, trabajos a la vez considerados esenciales, implican un aumento de la incidencia de los contagios entre mujeres con respecto a los hombres. “Las mujeres soportan una mayor carga de trabajos precarios y de economía sumergida, un trabajo invisible y no pagado que se ha evidenciado todavía más como consecuencia de la crisis global que ha provocado la pandemia. La COVID-19 ha mostrado que el funcionamiento de la sociedad, y en concreto de la sociedad capitalista, se basa en el trabajo de cuidados no reconocido por el sistema, que llevan a cabo fundamentalmente las mujeres”, señala Villar.

Para Villar, la brecha de género se evidencia en el número de contagios y en los factores de riesgo, donde las mujeres son mayoría en todos los indicadores. Además de enfermedades previas (cardiovasculares, respiratorias, diabetes e hipertensión arterial), se consideran también como factores de riesgo estar en contacto estrecho con casos de COVID-19; estar en contacto con personas con infección respiratoria aguda; ser profesional sanitario y visitar centros sanitarios. “Las mujeres confirmadas como caso de COVID-19 representan un 63% en el factor de riesgo 1; en el factor 2, también son un 63%; en el factor 3, se aprecia la feminización del personal sanitario, puesto que un 76,5% del personal sanitario con COVID-19 son mujeres; en el factor 4, un 60% son mujeres”.

Además de la enfermedad en sí, el estudio analiza el impacto del coronavirus en otros aspectos. Las denuncias por violencia machista y atenciones del 016 y otros recursos se incrementaron durante el periodo de confinamiento y las mujeres víctimas “han estado más expuestas a este peligro por la convivencia confinada con sus maltratadores y la imposición de la distanciación social. Las tensiones domésticas en términos económicos y como consecuencia de la propia situación de confinamiento y de restricción de contacto y movimiento social han funcionado como un amplificador de las violencias machistas”, insiste la autora, que añade que la saturación del sistema sanitario ha dejado fuera del sistema las actuaciones relacionadas con la maternidad y los partos.

También las mujeres han sufrido una “mayor carga y más estrés laboral” al combinar el trabajo telemático forzoso durante el confinamiento con el cuidado de otras personas del entorno, sumado al trabajo doméstico habitual y al cierre de escuelas durante el estado de alarma decretado en primavera. Así, concluye la investigadora, la pandemia “nos ha traído una nueva brecha de género que se evidencia con datos en un mayor riesgo de contagio en las mujeres, por su posición más vulnerable como profesionales del sector sanitario y como cuidadoras en el ámbito del trabajo doméstico, remunerado y no remunerado”.