Material destrozado, obras canceladas o teatros inaccesibles: las artes escénicas retoman su actividad para “cumplir con el compromiso social”

Ni las salas de teatro pudieron salvarse. Toni Benavent y Carles Alberola crearon Albena Produccions, una empresa de artes escénicas con sede en l'Alcúdia, en 1994. El almacén donde guardaban miles de recuerdos, muchos de ellos irrecuperables; de escenas de su trayectoria, cajas con documentos, vestuarios únicos o archivos que perdurarán en la memoria, quedó totalmente anegado con la tromba de agua que se desbordó del río Magro. Focos, televisores o una tabla de luces han quedado inservibles, son costosos, pero son “más fáciles de catalogar”, asegura Benavent. “Las cosas creadas adrede para determinados espectáculos no se pueden recuperar. Son las que más duelen porque es una parte sentimental de nuestra historia”.

Gran parte de las escenografías estaban creadas a partir de materiales permeables, como la madera, las telas o el cartón. Junto con el fango, han quedado apiladas en una masa de objetos heterogénea, pero el productor de Albena no pierde la esperanza y cuenta que si es necesario lo recuperarán e “intentarán hacerlo parecido”. Benavent relata que solamente, durante el primer fin de semana, lograron limpiar todo el barro del local. “Doy gracias a los 32 voluntarios que vinieron. Tiramos cinco camiones de un almacén que tiene 150 metros. No hubiese sido posible sin ellos. Hubiésemos estado 15 días sacándolo todo”, y agradece que los tres espectáculos que están de gira no han tenido ningún percance porque “otra empresa es la encargada de la gestión del material y los fichajes técnicos”.

Además, subraya que hay lugares que han quedado totalmente devastados, como el TAC de Catarroja o el teatro de Algemesí, que tardarán un tiempo en volver a reabrir, pero que en los lugares donde sea posible, que no se abandone este escenario cultural. El próximo 25 de noviembre, el Teatro Tívoli de Barcelona acogerá una gala solidaria de la comunidad escénica de España y Catalunya para destinar las recaudaciones a los damnificados de la DANA, concretamente a los profesionales del sector y a las empresas, muchas de ellas pequeñas y que se encuentran en “la cuerda floja”. “Se ha creado también una fila cero para destinar un 50% a una población afectada en concreto, y el otro 50% a las empresas privadas valencianas del sector. Todo ello se canalizará a través de Avetid”.

Otra de las empresas afectadas por la DANA es a+, Soluciones Culturales, quienes aseguran que llevan arrastrando un “caos económico desde la COVID del que aún no se han recuperado”. Maria Ángeles Marchirant, fundadora de la productora y distribuidora, explica que están atravesando por una situación bastante compleja: “Se han tenido que cerrar teatros porque están inservibles; hemos perdido más de 50.000 euros en material de nuestras producciones propias, incluida la que realizamos para el Teatre Escalante de la Diputación de Valencia; aplazamientos de funciones por parte de los ayuntamientos y de giras propias o de otras empresas con las que trabajamos...”. Sostiene que la empresa, con un equipo de cinco trabajadores y en la que se agrupan más de 35 compañías, sufrirá pérdidas de ingresos de 80.000 euros.

Su principal intención es recuperar las fechas aplazadas y “remontar con la ayuda del Teatro Escalante y la Diputación de Valencia y ampliar, en la medida en que les sea posible, el número de funciones de las compañías que forman parte de la familia a+”. “Las muestras de cariño y empatía nos emocionan profundamente y nos dan energías para pelear por salir de esta debacle; si es que podemos”, confiesa Marchirant.

¿Por qué deberían volver las funciones?

La cultura no es un sector alejado de la realidad social. Representa todo aquello que transcurre en el día a día a través de la escenografía, la música y los elementos visuales. Y también, perjudica a la economía directa de las personas que viven de ello, y la actividad que se genera con otras empresas de otros sectores, como la hostelería o el transporte.

Desde Avetid, una asociación valenciana de empresas de artes escénicas, aclaran que la cultura, concretamente las artes escénicas, por su grado de presencialidad, es una herramienta “muy valiosa para vehicular y y exteriorizar emociones, para ayudar al espectador a entrar en contacto con ellas. Es un servicio muy necesario ahora mismo”.

En línea similar, no entienden por qué hay teatros que siguen sin reabrir y dar continuidad a la programación porque “su razón de ser no es diferente de otras actividades económicas que sí están en funcionamiento”. “Los ingresos de los artistas son irregulares e inestables y sin subir a los escenarios no cobramos nada”, destacan en un comunicado.

Albena entiende que durante la primera semana se paralizase su actividad por el respeto y el shock de la catástrofe, pero hay que volver a retomar “su marcha porque el teatro no es diferente a un comercio”. “El teatro, la literatura y el cine curan. Te olvidas de los problemas de tu día a día, y la gente que trabaja dentro de estas empresas vive de ello. Ir al teatro es mostrar apoyo a la gente afectada”, incide, y con una alusión más que oportuna sentencia: “Vamos a hacer teatro para levantarnos del barro”.

Este fin de semana, en Albena retoman la actividad, concretamente en el Teatre del Mar, en Mallorca, con una función llamada El Moble, una comedia que relata los pequeños conflictos que transcurren entre las parejas. Paralelamente, en la Sala Russafa reanudan la programación infantil con un espectáculo basado en una fábula del cuento ‘¿A qué sabe la luna?’. “Estamos convencidos de que los niños y las familias necesitan tener alternativas de actividades, estimular la imaginación y los sentimientos porque en la sala siempre decimos que la cultura cura. Forma parte de la locución que anuncia el inicio de las funciones”, subrayan desde el equipo directivo.

Desde la Sala Russafa cuentan que el fin de semana de la tragedia continuaron con una función a cargo de una compañía aragonesa que estrenaba ‘Don Juan en los Infiernos’ dentro del festival Rayuela’24 que están acogiendo. Recuerdan que el público que vino era escaso, y el ambiente era bastante “sobrecogedor”. Al salir de la sala, los espectadores les agradecieron haber tenido un momento de evasión fuera del caos y del dolor que se adueñaba de la sociedad valenciana.

“La cultura es un sector necesario y nuestra apuesta como compañía y sala es continuar con la actividad porque dinamiza la economía de la escena valenciana en estos momentos tan complicados. Nos duele ver cómo nuestros compañeros del sector están afectados. Es un problema muy grave”, insisten.

Asimismo, destacan que la solidaridad de las personas anónimas y de los mismos compañeros de profesión “es preciosa”, pero que gran parte del peso recae sobre las instituciones que tienen que “tomar medidas responsables para ayudarlos y no dejarles ahogarse” en la precariedad más absoluta.

“Peor situación económica que en pandemia”

Desde la asociación Avetid han elaborado un informe sobre la situación de las empresas privadas del sector escénico valenciano tras la DANA. En esta primera radiografía, se cifra que podría haber más de seis millones de euros en pérdidas entre el material dañado, las infraestructuras y la anulación de funciones.

Además, se estima que 721 personas, de las cuales 135 son fijas, están en una situación laboral crítica. A ello se suman las 586 personas afectadas por las funciones canceladas; y 231 miembros perjudicados directamente con la empresa. Asimismo, las pérdidas en la Seguridad Social alcanzarían los 795 afectados.

Las empresas valencianas han tenido que cancelar 365 obras, y posponer otras 146, lo que supondría una pérdida de más de un millón de euros. Concretamente, varias salas privadas de las provincias de Castellón y Valencia han tenido que suspender 173 actos, y aplazar 73, cifrándose en 367.000 euros la pérdida del total de funciones, y en 682.000 euros los ingresos por taquilla.

Las entidades que forman parte de esta plataforma pretenden ayudar a las empresas y profesionales del sector que están atravesando por esta circunstancia y que presienten que podría ser “más grave que la vivida en la pandemia de la COVID-19”.

Desde la asociación aseguran que ya se está trabajando junto al Ministerio de Cultura para la “canalización de las ayudas” tras una reunión que han mantenido directamente con el ministro, Ernest Urtasun.

El pasado jueves 7 de noviembre, el ministerio puso en marcha un Plan de Reconstrucción de la Cultura Valenciana y de las Zonas Afectadas por la DANA destinado a los “ámbitos como el cine, el libro, el patrimonio cultural, las artes escénicas o las artes visuales”.

En cuanto a las artes escénicas, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) aflojará las obligaciones de los beneficiarios de las actuales ayudas en activo de 2024; e “incorporará en la próxima convocatoria de concurrencia competitiva un criterio adicional de prioridad por ser zona afectada”. Igualmente, el programa Platea permitirá a los teatros y compañías de la provincia de Valencia modificar las funciones programadas hasta el 31 de diciembre de 2025.

La inversión inicial estará dotada de un millón de euros, tal y como ha anunciado Urtasun, y “flexibilizará las líneas de ayudas para que los afectados puedan cumplir con su ejecución más allá del 31 de diciembre de 2025”. “Impulsaremos el análisis y diagnóstico del impacto de la DANA en las infraestructuras públicas culturales y prestaremos asesoramiento técnico a agentes culturales para la solicitud de ayudas generales”, ha puntualizado.

Toni Benavent teme que estas ayudas lleguen tarde porque desde su compañía tenían una subvención solicitada, de antes de la DANA, que aún no se ha resuelto: “Estamos ya muy apretados. Llueve sobre mojado. Es muy agobiante”, insiste. Mientras que el equipo de la Sala Russafa denuncia que a esta situación se suma “el desastre de las resoluciones de órdenes de ayudas bianuales a compañías del Instituto Valenciano de Cultura (IVC) y la no resolución a mediados de noviembre de las ayudas anuales”, que empeora las condiciones laborales de los trabajadores de este sector.

En este sentido, María Ángeles Marchirant recuerda que, por la pandemia, “mucha gente se quedó por el camino porque esos incentivos llegaron tarde y mal”, subrayando que fueron insuficientes, y reitera que las administraciones han de tener la lección aprendida.