El fuego que destruye una montaña también deja huellas. Cuando se consigue extinguir un incendio, hay una serie de pesquisas que llevan al origen, al autor y a la causalidad. “La forma del tronco de los árboles marca la dirección que lleva el aire, la parte oscura de las piedras, la vegetación de la parte posterior... El fuego, el humo, dejan una huella”, apunta Alfonso Cabrero, cabo primero de la Guardia Civil y uno de los agentes del servicio especial del Seprona en la investigación de los incendios.
Cabrero forma uno de los 13 equipos del Seprona en la Comunitat Valenciana encargados de la investigación, una suerte de 'CSI' para los fuegos causados en los montes. Pese a que la principal labora del Seprona es la prevención con patrullas, prestan servicios de apoyo en los puestos de mando avanzados y se encargan de investigar la autoría. La actuación principal comienza con las llamas extinguidas, acotando el perímetro al que primero acuden los bomberos. “Una vez que han pasado los medios de extinción, buscamos el origen y las causas. Vamos mirando las marcas en árboles, en piedras, en ramas”. Así van determinando, desde los bordes hasta el centro, cómo se ha producido el fuego. “Cuando acotamos la zona se busca cualquier pista de causa de incendio: un metal, una colilla, algún producto carburante...”. Un trabajo en el que invierten de uno a tres días sobre el terreno, en función de la complejidad del incendio.
Una vez se encuentra el origen y se conoce si es natural o por acción humana, comienzan las pesquisas para dilucidar la responsabilidad penal y, si es intencionado, desvirtuar la presunción de inocencia. Carlos Domingo, capitán del Seprona en Valencia, recalca que “el mayor efecto disuasorio es la no impunidad”, por lo que determinar la autoría resulta “fundamental”. En las causas antrópicas de un incendio, los agentes distinguen entre causas accidentales y fortuitas (negligencias), que implican el 50% del total de incendios en lo que va de 2022, mientras que el 20% restante son los incendios intencionados, bien por pirómanos o incendiarios, aquellos que buscan la finalidad de recibir un beneficio a cambio, como por ejemplo, recalificación del terreno.
Los incendios por causas naturales –rayos, principalmente– han triplicado su peso en lo que va de 2022, pese a estar en el ecuador de la temporada de máximo riesgo. En la provincia de Valencia, han pasado de un 10% del total a un 30%, según las estadísticas de la Guardia Civil. Este aumento se debe a la sucesión de tormentas secas unida a la racha de elevadas temperaturas. “Las lluvias de primavera han hecho crecer mucha hierba que se ha secado y es combustible”, recalca el capitán, que une esta condición a la sequía prolongada de estos dos meses.
¿Qué hacer en caso de incendio forestal?
Los agentes insisten en recomendaciones que, apuntan, pueden parecer obvias, pero que al no cumplirse provocan la destrucción de cientos de hectáreas al año. “Siempre advertimos no arrojar colillas o cerillas, no encender hogueras o paelleros con la regla del 30-30-30”, apunta Domingo, en referencia a las condiciones climatológicas adversas: 30 grados de temperatura, menos de un 30% de humedad y viento superior a 30 kilómetros por hora. También insisten en no utilizar maquinaria que produce chispas ni arrojar basuras fuera del contenedor.
Cuando se ha producido un incendio, señalan, lo fundamental es avisar al 112. En la llamada es importante describir los detalles de la columna de humo, que aportan información relevante para los bomberos y la investigación: si el humo es gris claro o blanco se trata del inicio de un incendio forestal, estos colores indican que hay humedad y se está evaporando el agua de la vegetación; si es marrón o bronce, se está quemando vegetación, mientras que los humos negros ya indican la combustión de derivados de hidrocarburos, y el amarillento es consecuencia de azufre o ácidos. También es importante indicar si la columna es vertical o está inclinada, que dará información sobre el viento, y si se dirige hacia una zona con viviendas o población, además de la densidad del humo (si impide o no la visibilidad). En segundo lugar, insisten, hay que “ponerse a salvo”. “De lo contrario, pones en riesgo tu vida y probablemente la de los demás, obstaculizas el paso en vías forestales”, recalcan los agentes.