Profesoras en el mundo científico: “Como madre trabajadora tienes una carga mental que los hombres no suelen tener”
En el marco del 8M, la Facultad de Química de la Universitat de València, junto a la Asamblea de Representantes de Estudiantes (ADR) han organizado una conferencia sobre la experiencia de distintas profesoras del ámbito científico.
Durante la charla, las cinco componentes explicaron su trayectoria y sus diferentes vivencias como mujeres y científicas. Algunas de ellas manifestaron que en su campo científico existe una brecha de género notable.
Susana Pons, profesora en el Grado de Ingeniería Informática, manifiesta que en los estudios STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) la presencia de mujeres es reducida: “En la carrera éramos cuatro mujeres. Mis compañeras habían tenido prejuicios familiares, pero yo siempre tuve apoyo. En el aula no sufrí ningún tipo de discriminación. Hoy en día, un poco más del 12% son alumnas en Ingeniería Informática en España”.
Esta cifra se detalla en un estudio sobre la trayectoria educativa de niñas y mujeres de la Unidad de Igualdad del Ministerio de Educación y Formación Profesional.
Margarita Parra, profesora del Grado de Química y directora del Instituto de Interuniversitario de Investigación de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico (IDM), asegura que cuando terminó los estudios universitarios en 1981, cerca del 50% eran mujeres.
Uno de sus proyectos más recientes se engloba dentro de una spin-off entre la Universitat Politècnica de València (UPV) y la Universitat de València (UV) llamada Optical Sens S.L. El propósito de esta empresa es el uso de sensores para detectar drogas de sumisión química.
“Estas drogas no tienen color ni sabor. El problema principal es que se metabolizan muy rápido, lo que incapacita que se puedan detectar en los análisis médicos. Desde el IDM, realizamos un proyecto con una unidad de Periodismo en la que suministramos un kit de prevención para que lo probaran. El 85% afirmó que quería este tipo de productos. Esto nos impulsó a seguir trabajando y hemos sacado sensores de otras drogas”, subraya.
En su turno, María Jesús Hernández, miembro del Grupo de Investigación en Reología Aplicada y coordinadora del Grado de Física, declara que durante sus estudios, en Química o Biología existía una alta presencia de mujeres, pero en el caso de Física disminuía. Según el informe anterior, el 26,65% de las mujeres estudia esta rama científica.
La profesora también insiste en que “el camino no siempre está definido”: “Siempre dudé entre Física y Bellas Artes, pero en el último momento me decanté. También quería ir al Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), pero decidí quedarme en la carrera cuando conocí la termodinámica. Luego me di cuenta de que las cosas teóricas y la programación no me gustaban, soy más experimental, y me cambié. Hay muchas posibilidades y durante el proceso vas tanteando lo que te gusta”.
Con ello, Hernández asegura que una vez te conviertes en madre, tu vida profesional cambia: “He hecho estancias en otros países, pero se volvieron más cortas cuando nacieron mis hijos. Quería estar con ellos y dedicarles tiempo”.
“Me di cuenta de que la docencia me llamaba la atención. Sentía que compartir lo que habías aprendido era más satisfactorio que la investigación. Suelo participar en distintos proyectos de innovación docente, como el Conèixer”, afirma.
La conciliación en el centro del debate
En palabras de Susana Pons, ser madre trabajadora implica vivir desigualdades que los hombres no conciben: “Las madres tenemos una carga mental que nos mantiene la cabeza saturada. Aunque estemos en el sofá, estamos pensando ya en la cena. Me comparo con los padres, y no somos iguales”.
Con ello, admite que aunque eduque a sus hijos “fuera del machismo”, ellos siguen viendo que la que se encarga de las tareas es ella. “Todas las madres trabajadoras solemos tener sentimiento de culpa cuando no llegas a todo”, señala.
Siguiendo esta línea, Mercè Gomar, profesora de bioquímica e investigadora, confiesa que no ha sufrido ningún tipo de discriminación en su experiencia profesional, pero que, para ella, la conciliación “no existe”. “Desde mi experiencia no llegas a todo. A veces debes quedarte noches y fines de semana para terminar trabajos”, concreta.
Begoña Pineda Merlo, profesora del departamento de fisiología de la Facultad de Medicina, responsable de la Unidad de Investigación en cáncer ginecológico, sarcomas y otros tumores en la mujer (GISAM) e investigadora adscrita al Grupo de Biología del Cáncer del instituto sanitario Incliva, fue la encargada de concluir la charla.
“Conciliar la vida profesional con la personal es un poco complicado. Te tienes que ir adaptando para tomar decisiones”, subraya, y añade que el “reconocimiento” es una de las cosas que más le satisface: “La sociedad te reconoce tu labor y ayuda a la gente que padece algún tipo de enfermedad”.
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