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La comunidad musulmana, como la china, también ayuda a los españoles en tiempos de coronavirus

María Eugenia Bermúdez durante el reparto de comida del domingo.

Emilio J. Salazar

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La crisis sanitaria por la pandemia Covid-19 está demostrando que, si bien el virus no discrimina entre países, la respuesta solidaria tampoco está discriminando entre culturas. La china se ha erigido como la primera comunidad en aportar su ayuda a la sociedad española, con sus asociaciones repartidas por todo el país volcadas en donar material sanitario a hospitales y ayuntamientos. A esta acción solidaria le está siguiendo la musulmana. Un ejemplo lo encontramos en Elche.

En esta ciudad, al sur de Alicante, la comunidad islámica local ha donado esta semana un cargamento de productos de primera necesidad al albergue de El Toscar, creado de urgencia por el Ayuntamiento para atender a las personas sin hogar durante la epidemia del coronavirus.

“Nos pusimos en contacto con DYA [organización que está coordinando la gestión del albergue levantado en el polideportivo del barrio] y les pedimos participar de alguna manera”, relata El Haj Mounir Chafi, presidente de la Comunidad Islámica de Elche. “Previamente habíamos hecho un llamamiento a nuestra comunidad y la verdad es que están haciendo un esfuerzo entre todos, mucha gente que está haciendo ingresos en un fondo solidario que hemos abierto en un banco”, añade.

Así han logrado llenar una furgoneta con productos sanitarios de limpieza y alimentación básica que van a ir a parar a las 83 personas ‘sin techo’ que actualmente residen en este espacio municipal. En solo dos semanas, el aforo inicial se ha triplicado, señala Mariano Valera, concejal de Derechos Sociales del consistorio, quien recuerda que han tenido que actuar rápidamente para habilitar este centro ante la saturación que está sufriendo el de Cáritas.

“No estamos habituados a este tipo de actuaciones solidarias”, reconoce El Haj Mounir Chafi, “pero creemos que son necesarias en estos tiempos”. Esta comunidad islámica sí que ha venido prestando ayuda puntual a las personas musulmanas que lo requerían años atrás. Ahora, señala el también portavoz, esas ayudas puntuales también se han disparado por la crisis económica que ha generado la pandemia.

“Nos hemos encontrado a mucha gente del Magreb que, sin papeles, no pueden trabajar como venían haciendo en el campo o haciendo chapuzas”, avanza este líder islámico. La solución que han encontrado es la de llegar a convenios con algunas carnicerías del municipio a las que pagan por los productos de primera necesidad que recogen (carne, aceite, azúcar…) “tanto para las familias musulmanas como las ilicitanas que también lo necesiten”.

En el comedor social Al-Taufik saben bien lo que es ayudar a todo aquel que lo necesite sin importar su creencia u origen. Afincado en Carrús, uno de los barrios que menos renta tiene de España según un informe reciente de la Agencia Tributaria, el matrimonio formado por el tunecino Ahmed Zarrouk y la sevillana María Eugenia Bermúdez lleva dando de comer a las personas sin recursos desde hace más de una década.

Entonces abrieron este establecimiento para dar respuesta a la crisis económica de 2008. Ahora se ha erigido como un lugar indispensable para todos los vecinos que se han quedado sin trabajo por la crisis sanitaria y el parón de la economía.

Así, cada día empiezan a aparecer por la calle de Ginés García Esquitino y a hacer cola, a partir de las 11.30 horas, más de un centenar de personas -alguna jornada más de 130- que respetan la distancia de seguridad marcada por la policía local. Personas como varias mujeres de la limpieza que se han quedado sin trabajo recientemente y que no tienen ingresos para alimentar a sus familias.

“Es muy duro ver cada vez a más gente necesitada”, reconoce Zarrouk. Cada persona que llega recoge el número de tupper que considere y se marcha. “No les ponemos un límite, hay quienes cogen dos, quienes cogen cinco, nos explican que es para sus hijos y nietos y nosotros confiamos”.

Cada bolsa de plástico contiene un recipiente de comida caliente (este viernes se sirvió carne en salsa con patatas), agua, un bocadillo para la cena y algo de comida en lata que han conseguido gracias a las numerosas donaciones que están recibiendo.

A los 38.000 euros que les ha ingresado el Ayuntamiento para este año, 3.000 euros más que el año anterior, acaban de añadir 1.500 euros de la Fundación La Caixa. Parte de este dinero va destinado a pagar el contrato de dos trabajadoras que ayudan en la cocina a María Eugenia, “un gasto tremendo”, señala, “pero es que mi mujer estaba desbordada”.

Asimismo, organizaciones como DYA les han donado ollas para cocinar, la empresa social A Puntadas mascarillas sanitarias y el Rotary Illice se sigue encargando de la paella del domingo. Entre todos los gestos solidarios, varios restaurantes les llevan alimentos del día y un par de empresarios, así como miembros del Partido Popular, les han entregado tuppers y cubiertos. Ahmed se acuerda de una mujer mayor: “Viene todos los días a recoger comida para sus nietos y a cambio nos entrega dos paquetes de servilletas”.

“Cualquier ayuda es poca y hay gente que tiene muy poco”, dice este hombre de 67 años.

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