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Think tanks: los influyentes jugadores en el tablero político y social

Los think tanks son organizaciones cuyo objetivo principal es generar y difundir ideas e investigaciones para asesorar a la élite política. Se presentan, por tanto, como entidades con gran capacidad de influencia en la formulación de políticas públicas y en la de toma de decisiones. Aunque existe la percepción generalizada de que los think tanks son entidades independientes, en su gran mayoría están vinculadas a empresas privadas, centros militares, partidos políticos o universidades, con los intereses implícitos que esas conexiones conllevan. Y, sin embargo, sus recomendaciones tienen cada vez más peso en la política y el debate público. De hecho, se han consolidado como nuevos actores para el asesoramiento, dominio y control efectivo en la toma de decisiones políticas, con una mayor presencia social y comunicativa. En este contexto, se hace imprescindible la advertencia de The Guardian: “Ningún think tank debería estar autorizado a emitir opiniones ”imparciales“ si no es capaz de demostrar su imparcialidad”.

Por su parte, los medios de comunicación constituyen herramientas relevantes para orientar la atención de los ciudadanos hacia diferentes temas y determinar los aspectos sobre los que debe pivotar la opinión pública. Por ello, los think tanks consideran que una estrategia fundamental para influir en las decisiones políticas es, precisamente, impulsar su visibilidad en los mass media.

En un estudio desarrollado por los autores que firman el presente artículo, se examina la presencia alcanzada por los principales think tanks españoles en medios de comunicación nacionales e internacionales entre 2004 y 2018. El período de análisis ha permitido observar la evolución de los think tanks en los medios de comunicación antes y después de la crisis económica mundial, cuyos efectos se sintieron de forma especialmente intensa en España. Durante esta etapa los think tanks intensificaron su presencia en medios y legitimaron con su discurso la política monetaria adoptada en ese momento. Los gobiernos de los estados miembros de la Unión Europea, entre ellos, España, abrazaron reformas estructurales y medidas de austeridad estrictas.

Si en un primer momento, entre 2008 y 2009 eligieron implementar planes de estímulo, la demanda de los mercados financieros motivó que los gobiernos invirtieran su postura y apostaran por los recortes y políticas de ajuste. Para justificar estas impopulares decisiones, la clase política se escudó en las propuestas económicas desarrolladas por los think tanks, que refrendaron sus investigaciones con expertos académicos y difundieron en medios de comunicación un discurso consensuado y alineado con las políticas de austeridad. El aumento de redes transnacionales de think tanks que participan en la formulación de políticas públicas, tanto dentro de un mismo país como a través de sus fronteras, favorecieron que este discurso se difundiera. Así pues, gobiernos, autoridades financieras y grandes corporaciones impusieron medidas contra la crisis, que convirtieron un problema del sector privado promovido por ellos mismos en un problema público sobrellevado por el ciudadano común.

Los estudios elaborados por los académicos especializados a través de los think tanks argumentaban la necesidad de implementar estas estrictas medidas, pero estas investigaciones adolecían de evidentes errores de perspectiva y de cálculo, tal y como ya denunció Krugman en 2013. Se constata, por tanto, que los intereses políticos y financieros pueden llegar a desplazar el rigor académico. Asimismo, se hace patente la estrecha colaboración entre actores políticos y élites financieras. De hecho, estudios posteriores destacan que las medidas de austeridad adoptadas resultaron ineficientes desde una perspectiva financiera y social, pero a pesar de ello, diversos think tanks del espectro político de centro-derecha diseminados en la Unión Europea alentaron estas ideas.

En definitiva, los think tanks aprovecharon la coyuntura de crisis para incrementar su presencia en los medios de comunicación, generando debates en torno al diseño de las políticas públicas en la dirección marcada por las élites. Se pone de manifiesto que el marco de configuración en la agenda de medios se construye con el concurso de los think tanks y el prestigio de la academia, constituyendo un conjunto de factores contingentes que limitan y condicionan el diseño de las políticas públicas. De este modo, el legislador determina los grados de libertad con que los agentes económicos pueden interactuar en el mercado.

Los think tanks son organizaciones cuyo objetivo principal es generar y difundir ideas e investigaciones para asesorar a la élite política. Se presentan, por tanto, como entidades con gran capacidad de influencia en la formulación de políticas públicas y en la de toma de decisiones. Aunque existe la percepción generalizada de que los think tanks son entidades independientes, en su gran mayoría están vinculadas a empresas privadas, centros militares, partidos políticos o universidades, con los intereses implícitos que esas conexiones conllevan. Y, sin embargo, sus recomendaciones tienen cada vez más peso en la política y el debate público. De hecho, se han consolidado como nuevos actores para el asesoramiento, dominio y control efectivo en la toma de decisiones políticas, con una mayor presencia social y comunicativa. En este contexto, se hace imprescindible la advertencia de The Guardian: “Ningún think tank debería estar autorizado a emitir opiniones ”imparciales“ si no es capaz de demostrar su imparcialidad”.

Por su parte, los medios de comunicación constituyen herramientas relevantes para orientar la atención de los ciudadanos hacia diferentes temas y determinar los aspectos sobre los que debe pivotar la opinión pública. Por ello, los think tanks consideran que una estrategia fundamental para influir en las decisiones políticas es, precisamente, impulsar su visibilidad en los mass media.