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València, ¿una ciudad saludable?

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Con este título que interroga, el pasado 24 de septiembre la plaça debats organizó un interesante debate para analizar los impactos de la ciudad actual en la Salud Pública. Se trata de un foro de pensamiento crítico, creado recientemente, sobre los problemas y oportunidades que se presentan en el espacio urbano.

En septiembre se viene celebrando cada año la decadente ‘Semana europea de la movilidad sostenible’, este año planteada en València oficialmente como una especie de cuento de Navidad, con actividades para distraer a los más pequeños, y como mucho, con la gratuidad de los autobuses urbanos en domingo (pude comprobar que la mayoría de los usuarios sacaban sus tarjetas ajenos a este ‘regalo’).

Quizás nos hemos centrado demasiado en lo de movilidad sostenible como si desplazarnos fuera la única función que realizamos en el espacio público. Porque al final acabamos hablando de coches y de transporte colectivo, olvidando a quienes sufren la inmovilidad insostenible, fórmula que me acabo de inventar.  Porque la representante de la asociación 'València Saludable’ planteó en el debate   la importancia de promover ámbitos de relación en los barrios que tengan en cuenta la diversidad de personas que vivimos en las ciudades. Existen sectores sociales muy numerosos, como son las personas mayores o con alguna discapacidad, también los niños, que han perdido autonomía en la ciudad, para quienes las virtudes de la estancialidad se ven limitadas en la calle: personas que viven inmovilizadas en sus casas porque saben que, si salen a pasear o a estar, no podrán sentarse en un banco, disponer de urinarios públicos o refrescar su boca en una fuente.

Sabemos que el tráfico se vincula directamente con la calidad del aire que respiramos. El portavoz de ‘València per l’aire’ alertó en la sesión sobre la contaminación con cifras alarmantes en ciertos puntos de la ciudad.  Pero claro, si el concejal de Movilidad, al ser requerido por la implantación de las ZBE (zonas de bajas emisiones) insiste en que “hemos optado por una normativa blanda, porque pretendemos proteger los intereses económicos y sociales de los vecinos, y especialmente para evitar que los perjudicados sean aquellos con menos recursos y posibilidades para cambiar de vehículo y de ahí el calendario progresivo de implantación previsto en la normativa”, lo tenemos muy complicado.

Sí, señor Carbonell, porque en la ciudad, los coches no construyen ‘economía’, sino que mayoritariamente destruyen: “El tráfico domina el espacio de la calle, penetra en las viviendas, disuade las relaciones de vecindad, impide el juego callejero, interfiere la intimidad de los hogares, extiende el polvo, los humos, el ruido y la suciedad, obliga a rígidos controles del comportamiento de los niños, ahuyenta a los viejos y mata o hiere cada año a un buen número de ciudadanos” (Donald Appleyard, 1981.Calles habitables).

Por el contrario, las zonas de bajas emisiones protegen nuestra salud como ha reiterado hace poco María Neira, responsable del área de Medio Ambiente de la OMS. Ya pudimos ver durante la pandemia lo disparatado que resulta contraponer protección de la salud y economía, una posición moralmente indefendible. Algo análogo ocurre con el intento de enfrentar los controles medioambientales con el progreso económico que se atribuye, sin matices, a toda clase de proyectos.

Así que, al finalizar el debate comentado al principio, vistos los evidentes y preocupantes retrocesos que estamos padeciendo con en el gobierno local por el cuestionamiento de determinados proyectos innovadores, se planteó la necesidad de pasar a la acción denunciando esta situación. ¿Qué les pasa, tienen alergia al verde?...

No resulta creíble el repentino interés que muestra la alcaldesa por la Albufera, vista la incomodidad que ha demostrado con la capitalidad verde europea, cuestión que requeriría una reacción de la Comisión Europea. Desde la plaça debats se impulsó un manifiesto en este sentido que se remitió a la CE y que invita a seguir presionando, pues en su respuesta se decía: “Gracias por comunicarse con la Secretaría de Green Capital en relación con sus inquietudes sobre el compromiso de València como Capital Verde Europea 2024. Respondemos con atención a todas las quejas, especialmente porque la responsabilidad y la dedicación de los ciudadanos de València, los logros y el compromiso continuo con la mejora del medio ambiente fueron argumentos convincentes para el jurado. (…) Recomendamos a los ciudadanos seguir estos procesos de cerca”

En general, los premios y distinciones no se otorgan de por vida. La ciudad alemana de Dresde consiguió en 2004 el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad para el conjunto de la ciudad situada en el bellísimo valle del Elba. Un premio que, sin embargo, le fue retirado en 2009 por construir un puente con cuatro carriles para aliviar (es decir, para estimular) la congestión de tráfico, eso sí, con el apoyo refrendado por una mayoría de la población.

Tampoco se entiende muy bien cierta pasividad de las instancias judiciales a la hora de proteger derechos básicos como la salud y el medio ambiente. Ya que, volviendo a València, seamos realistas, cabe esperar muy poco de este gobierno local. Que no haya movilizaciones masivas reclamando sanear la ciudad no le exime en absoluto de su responsabilidad.

El debate comentado finalizó con la proyección de un video que enviaron desde el ayuntamiento de Pontevedra, una ciudad que está siendo un referente en la protección del espacio público. El propio alcalde Miguel Anxo Fernández, de profesión médico, ha remitido un mensaje animando a que exijamos valentía a nuestros gobiernos. Se siente muy orgulloso de ver cómo mujeres de 90 años que antes no salían de casa recorren ahora la ciudad con sus andadores. Un ejemplo, el de la capital gallega, de que a veces la gente agradece y vota a los regidores valientes.

Con este título que interroga, el pasado 24 de septiembre la plaça debats organizó un interesante debate para analizar los impactos de la ciudad actual en la Salud Pública. Se trata de un foro de pensamiento crítico, creado recientemente, sobre los problemas y oportunidades que se presentan en el espacio urbano.

En septiembre se viene celebrando cada año la decadente ‘Semana europea de la movilidad sostenible’, este año planteada en València oficialmente como una especie de cuento de Navidad, con actividades para distraer a los más pequeños, y como mucho, con la gratuidad de los autobuses urbanos en domingo (pude comprobar que la mayoría de los usuarios sacaban sus tarjetas ajenos a este ‘regalo’).