No sé si estoy fuera de onda, sobrepasada por los acontecimientos, completamente liada o que –por el contrario- lo tengo todo muy claro. Me parecen sorprendentes muchas de las declaraciones en torno al gesto de Carolina Bescansa de llevarse a su bebé al Congreso de los Diputados. Postureo, circo, insulto… ¿en serio?
Hasta ahora las medidas de conciliación establecidas por la legislación tan solo han servido para alejar a las mujeres de las empresas. En general, las medidas protectoras o de conciliación han expulsado del mundo laboral a las mujeres y el futuro tampoco es halagüeño cuando en plena crisis, las directivas propuestas por la Unión Europea para el fomento de la igualdad sólo van a conseguir relegar todavía más a las mujeres. Tanto la medida de aumentar en 18 semanas el permiso de maternidad como la de aumentar el resto de permisos (los denominados parentales) sin ir acompañadas de medidas efectivas de corresponsabilidad sólo van a lograr aumentar la flexibilidad del empleo entre los hombres y la no contratación de las mujeres.
El Código de Hammurabi condenaba a la mujer que no es madre al ostracismo. Sin embargo, en la actualidad, es el mundo laboral el que condena al ostracismo a la mujer que es madre. La crisis económica mundial ha vuelto a poner de relieve la debilidad del trabajo femenino. Cuando parecía que se habían superado algunas barreras, de nuevo, las mujeres han vuelto a ser las más perjudicadas por la crisis.
La crisis financiera y del modelo capitalista que atravesamos puede poner de nuevo en boga el modelo desarrollado por Betty Friedman en La mística de la feminidad, el de amas de casa “atrapadas”, mujeres “recluidas” a las que sólo se les permitía participar en el mundo a través de su marido y sus hijos. Y esta tendencia de vuelta a los cuidados ¿Dónde deja a la mujer profesional?
Con este panorama me parece que el gesto de Carolina Bescansa tiene que leerse más allá del simple postureo. ¡Claro que puede dejar a su bebé en la guardería! ¡Claro que se lo pueden cuidar por unas horas…! A ella sí, pero ¿y al resto?
Personalmente, creo que Carolina Bescansa ha conseguido algo que a otras muchas mujeres nos hubiera gustado: que se ponga sobre la mesa el problema de conciliación de padres y madres. Y para mí eso ya es algo. Aunque con su gesto también haya tapado que un acusado por corrupción tome posesión de su escaño como si nada.
Como diría Forrest Gump, ‘tonto es el que hace tonterías’. Y aquí no tengo muy claro quién es el tonto. ¿O sí?