Aunque no hay una regla que indique oficialmente si un edificio es o no un rascacielos –el más alto del mundo es el Burj Khalifa de Dubai con 828 metros de altura, en España está la Torre de Cristal en Madrid (249 metros) y en Benidorm destacan el edificio Intempo (187 metros) o el hotel Bali (186)–, sí que se les puede otorgar esta categoría a aquellos edificios que, sin llegar a esas proporciones, destacan en su entorno.
Esto es lo que va a suceder en Torrevieja, una turística localidad de la costa alicantina –de unos 86.500 habitantes que se cuadruplican en época estival– en la que están proyectados dieciocho edificios de hasta 29 alturas que se destinarán a la actividad hotelera y a apartamentos turísticos. ¿Quiere parecerse a Benidorm, la gran ciudad turística que apostó por la construcción en vertical frente al uso extensivo de suelo por el que se inclinó Torrevieja?
La cuestión es que estas torres contrastan con la fisonomía de una ciudad cuyo Plan General de Ordenación Urbana de 1987 no permitía construcciones mayores de seis alturas –estos edificios son posibles gracias a una modificación urbanística desarrollada en 2010, cuando era alcalde el popular Pedro Hernández Mateo, condenado por corrupción, y el PP gobernaba en la Generalitat Valenciana–. Estos proyectos han provocado las críticas de los partidos de la oposición –actualmente gobierna el Partido Popular de Eduardo Dolón con mayoría absoluta tras un paréntesis de cuatro años–. Desde elDiario.es hemos intentado, sin éxito, contactar con los representantes del Gobierno municipal para que respondieran a estas críticas.
El socialista Andrés Navarro denuncia que detrás de estos proyectos se esconde un aumento de la edificabilidad prevista en esos sectores: “Yo no estoy en contra de la edificabilidad en altura, pero las torres contrastan con cómo está configurada la ciudad, con edificios de entre tres y seis plantas, lo que supondrá un impacto bastante grande en el urbanismo de Torrevieja”. Respecto a ese aumento de la edificabilidad, Navarro relata que en Puerto de la Sal se construirán nueve torres y 400 viviendas más de las que estaban previstas, “y todo ello sin tener en cuenta la necesidad de aumentar servicios y dotaciones, así como zonas verdes”.
Además, el concejal socialista también cuestiona que la modificación puntual de 2010 del Plan General cumpla la legalidad, ya que “lo que esconde es un incremento de la edificabilidad”. “El equipo de gobierno dice que ya está aprobado y echarlo atrás supondría un coste para el Ayuntamiento, pero yo dudo que sea así”, sostiene.
Desde el grupo de Los Verdes, que gobernaba junto al PSPV y otras formaciones hasta las elecciones de mayo de 2019, también critican esta política urbanística que, aseguran, “rompe la fisonomía de la ciudad”. En este sentido, Israel Muñoz, concejal del partido ecologista, insiste también en que no se garantizan los servicios que requieren unas viviendas que podrían suponer un incremento poblacional de miles de personas, al tiempo que carga contra un “modelo acabado, como es el del ladrillo”.
Dos de estas torres están proyectadas en el parque Doña Sinforosa. “Donde las construcciones máximas no podían ser de más de seis o siete alturas se van a construir 26 (82 metros de altura), con el impacto que ello supone, y se va a sacrificar un parque para convertirlo en una plaza”. Este proyecto ha generado el rechazo vecinal y se ha constituido una plataforma ciudadana para protestar contra esta iniciativa, que prevé la construcción de 130 viviendas y 250 apartamentos turísticos: “Todas las viviendas tendrán vistas al mar desde la primera planta y vistas de 360 grados a partir de la quinta”, tal y como reza la página web de la promotora.
Otro de los proyectos, impulsado por Metrovacesa, prevé la construcción de tres torres, dos de 29 plantas y 93 metros y otra de 25 alturas destinadas a uso residencia y hotelero. En definitiva, si todas estas iniciativas siguen adelante, Torrevieja contará en los próximos años con dieciocho rascacielos que perfilarán la ciudad con otra fisonomía en lo que supone un claro cambio de modelo urbanístico.