Los trabajadores 'esclavos' valencianos a las órdenes de un capataz llamado Francisco Franco
La delegación de Memoria Histórica de la Diputación de Valencia ha colgado en su web un listado con los nombres de los 5.422 valencianos que fueron obligados a integrarse en batallones de trabajo forzoso durante la Guerra Civil y la posguerra. El coordinador del proyecto, el historiador Josep Màrius Climent, es nieto de uno de los trabajadores forzosos y uno de los especialistas en este más desconocido aspecto de la represión franquista.
El investigador ha estudiado varios batallones con una importante presencia de 'esclavos' valencianos, aunque con las limitaciones de la documentación disponible resulta imposible aportar cifras definitivas. “Un batallón de trabajadores era un organismo de represión muy activo y constantemente había bajas y altas”, explica a este diario Climent, autor de El treball esclau durant el franquisme. La Vall d'Albaida, 1938-1947 (PUV, 2016). “Los números que tenemos son a la baja”, apostilla. La base de datos incluye el trabajo previo realizado por el Aula de Historia y Memoria Democrática de la Universitat de València.
El historiador Javier Rodrigo ha calculado que 100.000 presos pasaron por los Batallones de Trabajo durante la Guerra Civil y 50.000 durante la posguerra franquista. Originalmente formados por los soldados republicanos capturados durante el avance del ejército sublevado, los batallones de trabajos forzosos conllevaban “unas condiciones extremas de trabajo y una falta de condiciones sanitarias y, especialmente, alimentarias”, señala Climent. “El prisionero que no tenía apoyo desde casa tenía muchas papeletas de morir”.
Climent ha revisado los expedientes personales de los trabajadores forzosos en las 3.000 cajas del Archivo General Militar de Guadalajara que albergan el fondo documental de la Inspección de Campos de Concentración y su sucesora, la Jefatura de Campos de Concentración y Batallones Disciplinarios. “Muchos de los expedientes no aportan una identificación clara del prisionero y, por tanto, no sabes ni de dónde proviene, ni el tiempo, ni el batallón en que estaba destinado, ni si era prisionero o del Cuerpo de Vigilancia”, advierte.
El historiador ha analizado el caso del 27 Batallón en el que se encuadraron entre 600 y un millar de prisioneros, según la documentación del Tribunal de Cuentas consultada. Con un médico por cada 3.000 hombres, medio centenar de 'esclavos' murieron y otros 51 fueron licenciados como consecuencia de alguna discapacidad o enfermedad debido a las duras condiciones de trabajo. Testimonios orales recogidos por Climent también indicaban que, en algunas ocasiones, se producía un expolio del mísero sueldo de los trabajadores forzosos, con el telón de fondo de la corrupción generalizada en la posguerra y del hambre a consecuencia de la política autártica del régimen. “La comida valía más que el dinero”, recuerda el historiador.
“El ejército franquista”, escribe Josep Màrius Climent, “fue el responsable de la retención, concentración y explotación de los prisioneros a quienes se sometió a una violencia continuada para conseguir unos objetivos militares (fortificaciones), económicos (explotación laboral y expolio personal) y políticos (sometimiento y sumisión). La suerte de los prisioneros, así como el sufrimiento de sus familias, eran cuestiones que a los oficiales preocupaban poco, puesto que formaban parte y eran consecuencia del propio sistema represivo, como se desprende de los informes y las visitas de inspección, de la elevada mortalidad y del número de bajas por discapacidad ocasionadas en los batallones”.
Otro de los batallones que ha investigado, el número 12, estaba formado en un 80% por valencianos y fue destinado en el verano de 1940 a las obras del Plan de Defensa de los Pirineos, en el contexto de las fortificaciones que el dictador Francisco Franco ordenó construir durante la Segunda Guerra Mundial. Al menos 21.000 prisioneros trabajaron en aquellas obras hasta 1945. Las obras militares se concentraron en los planes de fortificación de Franco en la frontera con Francia, en el norte de África y en los alrededores de Gibraltar, en el contexto de su alianza con la Alemania nazi y la Italia fascista.
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