El desperdicio de talento por razones económicas no nos es ajeno a los y las estudiantes. Todos sabemos del hijo de una vecina o la prima de un amigo que, no pudiendo pagar, ha dejado la universidad o, incluso, no ha podido comenzarla, a pesar de tener ganas y la nota necesaria. La educación garantiza que vivamos libres e iguales en nuestra sociedad. Es un derecho fundamental, no un negocio, aunque a veces se haya tratado como tal.
Durante 20 años, el (des)gobierno del Partido Popular en el País Valenciano ha abandonado al estudiantado, castigándonos con recortes, denegándonos becas y aumentando el precio de grados y másteres hasta que las universidades valencianas fueron las segundas más caras de España. Cerca de 10.000 estudiantes fueron expulsados de las aulas por razones económicas.
Con la llegada del nuevo Consell progresista encabezado por Ximo Puig, la situación ha mejorado. Se han tomado multitud de medidas para eliminar la desigualdad en el acceso al estudio, muchas de las cuales hemos reivindicado desde el sindicato de estudiantes SAÓ-UV. Entre ellas, la reducción un 15% entre este curso y el siguiente de las tasas, ahorrando a cada estudiante entre 140 y 215€ en la matrícula del 2017. También se incrementa casi un 30% los beneficiarios de la exención de tasas y aumenta a 12 millones la inversión en becas. Con el nuevo sistema de ayudas, la Comunidad Valenciana es la segunda que más becas concede.
Desde SAÓ apoyamos las medidas del Govern para democratizar la universidad. No obstante, no nos conformamos y continuamos luchando para lograr la igualdad de oportunidades. Servicios esenciales para los jóvenes, como el transporte público, mantienen precios elevados y servicios insuficientes, haciéndose necesarios nuevos convenios entre empresas y universidades. Insistimos en las demandas históricas de los movimientos estudiantiles, como la ampliación de los plazos de pago de las tasas y una bajada generalizada de estas presionando al Gobierno Central, así como la prohibición legal de privatizaciones. Reivindicamos la renovación de los campus, para socializarlos creando espacios de compañerismo como las “casas del alumno”.
Asimismo, es urgente frenar de una vez la fuga de talentos, facilitando la búsqueda de empleos dignos después de acabar los estudios.
Somos su colectivo más numeroso. Los y las estudiantes formamos la universidad y somos útiles para su progreso, independientemente de cuestiones económicas. Nuestras acciones son y deben seguir siendo escuchadas. No somos el futuro, también somos el presente.
Meme Elizalde es miembro del sindicato estudiantil SAÓ-UV