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Los casos de sobrepeso entre la juventud valenciana aumentan por una alimentación poco equilibrada

Reunión de jóvenes. EFE/Thais Llorca

Leila El Moudni Guerrero

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Nueve de cada diez valencianos y valencianas que acuden por primera vez al nutricionista lo hacen por problemas de sobrepeso. Así es cómo lo refleja la tercera versión del estudio '¿Cómo comemos en la Comunitat Valenciana?' del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (Codinucova), elaborado en el marco del Día de la Nutrición.

Los hábitos de alimentación de la ciudadanía valenciana varían en cuanto a las franjas de edad analizadas. Los más perjudicados son los adolescentes y las infancias. Según la Encuesta de Salud de la Conselleria de Sanitat en 2022, el 23% de los menores de entre cinco y catorce años sufren exceso de peso.

María Alfonso, miembro del departamento de Proyectos de Codinucova, explica que esta situación se debe a la escasez de tiempo para cocinar y gestionar dietas ricas en alimentos saludables. A ello, se suma “la falta de educación alimentaria” dentro de la unidad familiar.

La ingesta menos saludable entre los menores de 18 años se produce durante el desayuno y la merienda: “Se consumen productos altos en azúcares, sal o grasas de mala calidad, hasta el punto de que nos encontramos que los más pequeños han superado la dosis de azúcar recomendada solamente en el desayuno”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que la cantidad de azúcares libres permitidos por día sea inferior al 10%, lo que equivale a un máximo de 25 gramos.

En el caso de las personas adultas, una de cada dos sufre obesidad, según datos de la Conselleria de Sanitat. Desde el Colegio Oficial aseguran que las mujeres son las que más acuden a consultas de nutrición y dietética. Sin embargo, en esta tercera investigación, los expertos en salud han detectado un incremento de hombres que acuden tanto para “ganar masa muscular, establecer una correcta alimentación o lograr perder exceso de grasa”.

En líneas similares, entre la franja de los 31 a los 45 años, la población valenciana ha experimentado un avance en cuanto a sus hábitos saludables.

Los dietistas-nutricionistas avalan que este grupo poblacional ya no busca solamente bajar o subir de peso, sino que prefieren cambiar su estilo de vida y apuestan por ingerir más verduras, hortalizas y carne.

“Desparece casi por completo el consumo de alimentos ultraprocesados y comida basura. Prefieren optar por alimentos frescos. Suelen informarse adecuadamente, lo que les permite generar cierta conciencia”, explica Cabañes, y añade que la aparición de patologías les ha suscitado una mayor preocupación acerca de su salud, y el reconocimiento a “la figura del dietista-nutricionista como profesional competente”.

En relación a las personas mayores de 45 años, su poder adquisitivo les permite seguir una dieta equilibrada y variada, con multitud de propiedades saludables. Mientras que entre las personas mayores de 60 y 75 años, el cansancio, la falta de interés por cocinar, las limitaciones físicas o la pérdida de memoria son condicionantes que afectan en su alimentación.

La renta familiar, un agravante de la salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró el “El Informe Regional sobre la obesidad” en 2022 en el que se detalla que “esta pandemia no infecciosa” causa más de 1,2 millones de muertes anuales en España, lo que representa el 13% del total de muertes, situándose en cuarto lugar después de “la presión arterial alta, los riesgos dietéticos y el consumo de tabaco”.

Según el estudio Evaluación Nutricional de la Población Infantil de Valencia (ENPIV) del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana, elaborado entre 2021 y 2024 en los barrios de San Marcel·lí y la Font de Sant Lluís, el sobrepeso asciende hasta el 50% en aquellas familias que poseen rentas inferiores a los 12.000 euros anuales.

La muestra de la investigación recoge a 698 alumnos y alumnas entre cinco y catorce años de siete centros públicos de la capital valenciana, de un total de 16 centros educativos (once públicos y cinco privados) en estos dos barrios. Además, se encuestó a 414 familiares o tutores legales.

Algunos de los resultados destacables muestran que el 86% de los niños y niñas participantes no siguen una dieta mediterránea, que según “los nutricionistas valencianos, indica que necesitan mejorar su alimentación”. Además, “el 65% no llega a las recomendaciones mínimas en consumo de fruta o verdura y uno de cada tres excede la cantidad máxima de azúcar que es deseable consumir”.

A ello, se añade que el 30% de los menores no realiza ningún tipo de actividad física fuera del horario lectivo, mientras que el uso de los dispositivos se sitúa entre dos y tres horas diarias.

Mariona Valls, psicóloga especialista en trastornos de la conducta alimentaria (TCA), obesidad, autoestima, imagen corporal y gestión emocional, explica que el coste de los alimentos ultraprocesados suele ser más económico y más accesible en tiendas ubicadas en zonas más desfavorecidas: “La falta de productos frescos crea desiertos alimenticios donde el acceso a una opción saludable es limitado”.

A ello, incide en que los sustentadores principales de los hogares con ingresos bajos suelen tener jornadas extensas y en ocasiones, trabajan en más de un sitio a la vez, lo que dificulta encontrar horas libres para cocinar.

“A veces, este tipo de familias no están informadas adecuadamente de los nutrientes y beneficios de los alimentos saludables, o incluso, pueden estar sesgadas por la publicidad de la comida rápida”, destaca Valls.

Medidas paliativas

Tal y como expone el informe anterior de la OMS, en España existen algunas iniciativas para reducir la tasa de obesidad y las patologías que pueden aparecer. Uno de ellos es el Real Decreto 511/2017, de 22 de mayo, que pretende promover el consumo de alimentos frescos y leche en los centros educativos. Sin embargo, desde su entrada en vigor en 2017, no se ha añadido ninguna modificación.

Otra de las medidas del Gobierno progresista para hacer frente a esta problemática fue incrementar el IVA del 10 al 21% para las bebidas azucaradas y edulcoradas en 2021. Según un estudio de los efectos de esta subida, elaborado por Esade, escuela de negocios privada, los resultados demostraron que los hogares con menor nivel económico decidieron reducir el consumo de estos productos: el 33% de ellos disminuyó la ingesta a 10,8 litros (caída del consumo del 13%). Mientras que en aquellos domicilios con hijos de cinco y dieciséis años, la bajada fue de 25 litros por hogar al año, que se traduce en un 20%.

La psicóloga aboga por que los gobiernos ofrezcan subsidios para facilitar la compra de alimentos saludables, así como incentivos fiscales para las tiendas que dispongan de estos productos en zonas desprotegidas.

“Los programas educativos con alumnos y familias; el fomento de la creación de mercados ambulantes y cooperativas en zonas de pocos recursos; la promoción de huertos comunitarios para que las familias puedan cultivar sus propios alimentos y reducir costes; y la colaboración con supermercados para ofrecer cupones o descuentos serían medidas esenciales para reducir la brecha alimenticia y establecer una igualdad en el consumo saludable”, subraya Valls.

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