Matilde Mas (doctora en Ciencias Económicas y directora de Proyectos Internacionales del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, Ivie) cree que la reconstrucción de València debe coger un tren con el dinero que vendrá de España y Europa: incentivar que, en lugar de reconstruir empresas y casas en las mismas zonas inundables en las que estaban, se reconstruya en un lugar seguro. “Es de cajón”. Ve esencial que el dinero a los afectados “llegue ya”. Y que las empresas arrasadas de l'Horta Sud, casi todas pymes o micropymes, aprovechen para digitalizarse, también con fondos europeos: “No se trata de construir ahora aviones en esa zona, sino de construir las mismas ventanas que antes, pero de otra manera y en un lugar que no se inunde a la próxima”.
Ante una destrucción inédita, ¿cómo hay que reconstruirse?
El primer requisito para la construcción es que nunca más vuelva a ocurrir. A partir de ahora hay que saber cómo proceder y reaccionar ante un riesgo de catástrofe. Las noticias de lo que vamos conociendo sobre lo que se hizo y no se hizo son para echarse a llorar e indignarse.
Si uno copia, gana mucho, por ejemplo de Japón, Países Bajos o EE.UU. Allí hacen frente a emergencias con procesos automáticos, que están ensayados y que todo el mundo entiende. Y aquí nos ha llegado un mensajito que no se entendía, mientras en Japón las alertas se proyectan en todos los pasos de peatones. En 15 minutos, con un buen aviso, toda la gente que murió en casa o garajes –la mayoría, junto a los que murieron en el coche de camino– sube uno o dos pisos y se salva.
¿Y cómo hacemos la reconstrucción económica? Muchos afectados de la zona se quejan de que no ha llegado todavía el dinero.
En el corto plazo, hay que apoyar a las personas en las cosas materiales y darles vivienda. También es esencial, y se ha hecho más o menos, poner a funcionar de nuevo el sistema productivo, recuperando la movilidad de los trabajadores y el transporte de las mercancías. También era importante que el Estado dijera “estamos aquí, no os preocupéis” anunciando ayudas económicas. Eso está muy bien para parar el golpe, pero siempre que se den rápidamente. Tienes que hacerlo ya. Hay gente que se ha tenido que mudar a vivir con conocidos y esto no puede durar. Hay que llevar ya ese dinero a las familias y darle seguridad. Además, como no haya rapidez, hay empresas que van a tener que cerrar.
¿Cómo se debería invertir ese dinero que va a llegar de España y Europa para que se aproveche al máximo?
Para empezar, durante años se ha autorizado construir en los cauces de los ríos, y eso no puede hacerse. Hay que evacuar la parte de los pueblos que está en riesgo, porque sabemos que va a volver a pasar, aunque no sepamos cuándo. El contexto ahora es favorable porque hay conciencia. A la gente no le puedes quitar la propiedad, pero sí puedes crear suelo industrial o residencial e incentivar el traslado de casas y empresas. Los ayuntamientos son muy reacios a ampliar los suelos, quizás porque los propios ciudadanos también son reacios a cambiar su entorno, pero es que lo tienen que hacer. Además, ahora hay un incentivo adicional, y es que hay un problema serio de vivienda.
¿Y en las empresas?
Se deberían aprovechar los fondos europeos e intentar cambiar la especialización productiva de estos pueblos, que en general son de baja productividad y empresas muy pequeñas. Puedes crear polos de conocimiento. Puedes poner un centro de empresas con dinero público y estimular el cambio hacia un nuevo modo de producción. No es hacer aviones de repente, es hacer las ventanas de aluminio que hacías con tecnología más avanzada, digitalizar tu empresa, y para eso también hay fondos europeos. Que arranquen de forma diferente en un sitio no inundable. Dejar pasar esta oportunidad es un error. Y volver a construir la fábrica o la casa en el sitio donde estaba, en un lugar inundable, es un error.
Otro problema que se ha evidenciado tras la riada es la crisis de movilidad cuando desaparecen 130.000 coches...
Estas zonas tan pobladas deben tener en el futuro un mejor transporte público, porque aquí la dependencia del coche es muy alta, aunque también es una cuestión de cultura. La reducción del parque móvil es importante por muchos motivos, pero para eso se necesita una respuesta con transporte público, o con bicicletas como en Países Bajos, también muy inundable. Tenemos aquí otra oportunidad. Sería importante también fomentar el teletrabajo, porque después de la pandemia muchas empresas se han replegado y vuelven a la presencialidad. En las que sea posible, claro, que no es el caso del comercio. Puede solucionar muchos problemas de movilidad si tienes entrenados a los trabajadores.
¿Qué hay que hacer en el largo plazo?
Una revisión de infraestructuras y obras públicas para evitar inundaciones –cauces, barrancos–, pero esto llevará tiempo. Para ello, hay que anticipar una lucha que se está produciendo y se va a producir en este tema, la que hay entre ecologistas y desarrollistas (promotores, constructores). Ese es un equilibrio complicado, pero hay que llegar a acuerdos sensatos.
En la zona cero hay desconfianza con las ayudas que finalmente llegarán, si habrá corrupción, se quedarán por el camino... ¿Cómo se puede evitar?
Hay que aplicar la ley, simplemente. Está todo inventado. La desconfianza es normal porque no hemos empezado dándoles el mejor ejemplo. Esto ha empezado con un enfrentamiento político y sin que llegara la ayuda. También es importante que todas las promesas que se estén haciendo se cumplan, aunque no sea en el corto plazo. Pero que no queden en el aire. Y no me refiero a que el dinero se lo va a quedar alguien. Las promesas se pueden incumplir por incompetencia o porque cambian las prioridades. Si sigues dejando esta duda y no demuestras de forma palmaria que vas a hacer lo que dices, el daño para la credibilidad de las instituciones va a ser irreversible. Es obsceno, en el sentido inglés de la palabra, que estén discutiendo y las calles por limpiar, es de un tacticismo ruin.
¿Ayudaría que hubiera más transparencia en el reparto del dinero o en las adjudicaciones de emergencia?
El primer sistema de transparencia son los ojos, ver cómo le está yendo a tus amigos y conocidos y si han recibido o no la ayuda. Y luego es muy importante la accesibilidad de los datos, el Open Data. Aquí en el Ivie estamos siguiendo los fondos europeos para saber en qué se están gastando, no por desconfianza, sino por saber si va a innovación. Para mÍ transparencia es que tengas acceso a en qué se está gastando el dinero, no como grandes partidas, sino a nivel micro. Pero a veces las instituciones se protegen para que no les miren tanto. Habría que dar acceso siempre y cuando esté justificado y protegiendo la confidencialidad si es el caso.
¿Qué impacto va a tener esta tragedia para la provincia de València en términos de consumo, vivienda o empleo?
El problema de la vivienda se ha agravado, porque ahora busca casa más gente, los que tenían plantas bajas y no pueden volver de momento. En términos económicos, el último estudio del Banco de España calcula que la repercusión será un 0,2% sobre el PIB nacional. Es muy poco porque ha ocurrido en una parte muy pequeña de una provincia cuyo crecimiento está basado en el trabajo y no en la innovación, así que no es relevante a efecto agregado para España, que además vive un momento dulce y donde todos los pronósticos económicos son buenos. El drama no repercute fuera, está acotado en personas concretas, en una zona con muchas pequeñas empresas con un nivel de productividad bajo.
El Gobierno de Mazón ha apostado por un teniente general para llevar la reconstrucción. ¿Aportará algo el método logístico y organizativo militar a la reconstrucción de la zona?
No necesariamente. Veo muy difícil poder gestionar sin hacer política, como ha dicho el nuevo vicepresidente. Ocupando un cargo político, ¿no vas a hacer caso al político? No creo que sea el perfil más adecuado, la verdad. La administración pública es una cosa bastante compleja, facilita no es, e imagino que él dirá lo que hay que hacer y vendrán los funcionarios que sí conocen el sistema y le dirán que no se puede hacer las cosas como uno quiere. Me da la impresión de que va a ser inoperante y fuente de conflictos entre dos mundos muy distintos.