Fuera de los focos y sin información en la agenda oficial de actos. Los concejales de Urbanismo, Juan Giner, y de Movilidad, Jesús Carbonell, ambos del PP, empezaron así el proceso de escucha de las entidades vecinales que anunció hace semanas la alcaldesa de València, María José Catalá, sobre el futuro de los terrenos que quedarán liberados una vez finalice el soterramiento de los accesos ferroviarios que actualmente parten el sur de la ciudad.
Como informó este diario, el equipo de Gobierno municipal que lidera Catalá ha rechazado la estretegia Green Leaf aprobada en el pasado mandato que incluye un gran corredor verde en todos estos terrenos y que se impuso como ganadora del concurso de ideas convocado con 81 puntos, lejos de los 68 de la segunda clasificada y de los 36 de la tercera. El corredor tan solo incluye viales de servicio en bucle para dar servicio a viviendas, trasnporte público y emergencias, pero renuncia a los carriles de tráfico longitudinales y transversales previstos anteriormente en favor de zonas de esparcimiento. En su lugar, la alcaldesa anunció la recuperación del proyecto del año 2011 de la paisajista encargada de diseñar el Parque Central, Kathryn Gustafson, en esencia un bulevar ajardinado, pero incrementando las zonas verdes y reduciendo el espacio para el tráfico.
Desde el Ayuntamiento no se ofreció información de ningún tipo sobre los encuentros que se produjeron la semana pasada en dos días alternos, en primera instancia con la asociación de vecinos de Sant Marcel·lí y en segunda con las asociaciones de Malilla, la Torre, Arrancapins-Petxina, Cuidem la Raïosa, Patraix, La Roqueta y Tres Forques. En ambos casos se produjeron pocos acercamientos y quedaron patentes las diferencias existentes entre las entidades vecinales, defensoras del corredor verde, y el equipo de gobierno local, partidario de dar entrada al tráfico.
En el primer encuentro, según ha comentado el presidente de la entidad vecinal Francisco Marí, los concejales les trasladan que no habrá dos carriles y el del bus por sentido, sino menos, pero dicen no tener nada tangible que mostrar: “Hablan de tres calles transversales, para facilitar la permeabilización, dicen, entre barrios. Pero no aportan ningún estudio de movilidad que avale su necesidad. Habrá que esperar a que Gustafson haga sus modificaciones para que el Ayuntamiento nos presente algo sobre lo que hablar seriamente”.
En la segunda reunión, celebrada el pasado jueves 17 de octubre, se produjeron momentos de tensión entre los concejales y los vecinos, según han relatado fuentes vecinales: “Después de mucho insistir conseguimos que nos dijeran que, aunque no estaba aún cerrado, la idea era hacer dos viales longitudinales con dos carriles por sentido, uno para tráfico privado y otro para EMT, y tres viales transversales partiendo el eje verde, uno cada 300 metros. El edil de Movilidad nos dijo bastante molesto que no iba a consentir que los buses fueran haciendo 'zig zag' y el de Urbanismo que estaba harto de ideas que no se podían realizar y que el proyecto ganador del corredor verde no eran más que garabatos”.
Las mismas fuentas consideraron la solución viaria planteada como algo “desproporcionado” teniendo en cuenta que por ese enclave actualmente no hay tráfico rodado y lamentaron que los responsables municipales tratan de confundir diciendo que el corredor verde no contemplaba accesos para residentes y transporte público: “Solo hay que mirar los planos, el Ayuntamiento debería tener más en cuenta a las personas que residimos en la zona y a las que lo harán en el futuro porque tenemos que ver este proyecto con perspectiva y eso pasa por priorizar un eje verde con una movilidad sostenible”
El único principio de acuerdo que hubo entre las partes fue el de articular un mecanismo de participación durante la tramitación de todo el proyecto, aunque no se concretó la fórmula para establecerlo. Las entidades vecinales, por su parte, trabajan en la creación de una gran plataforma para coordinarse y defender sus planteamientos.