“El problema es que el combustible de los aviones es muy denso, aunque el de los barcos lo es aún más y en este sentido, aunque se empieza a hablar de aviones eléctricos para realizar pequeños trayectos, o en el caso de los barcos se habla de hidrógeno o metanol, para todos los grandes medios de transporte no se ve una solución a corto plazo, todo se ve muy lejos aún”.
Así se ha pronunciado uno de los redactores del Informe de Evaluación sobre Cambio Climático del Grupo Intergubernamental de Expertos (IPCC), en concreto el director ejecutivo de Carbon Project, Pep Canadell, sobre hasta qué punto pueden ser contraproducentes con la crisis climática las ampliaciones aeroportuarias de Madrid y Barcelona anunciadas recientemente por el Gobierno de España, y del Puerto de València, el primero del Mediterráneo y el cuarto de Europa, el cual pretende duplicar su capacidad con una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) desfasada, del año 2007, y basada en un proyecto que se ha modificado sustancialmente.
Canadell ha afirmado que “el aumento de capacidad de aviación de Barcelona y Madrid va en contra porque hay sectores que van a tardar mucho más en adaptarse a las cero emisiones previstas para 2050, en el caso de los aviones no creo que se pueda resolver en 30 años”.
En el caso de los barcos, ha explicado que “se están empezando a hacer cálculos ahora, pero hay que tener en cuenta que fabricar un barco y venderlo no es como un coche que es más fácil de vender y de renovar cada cuatro o cinco años hasta que ya puedes ir a un modelo eléctrico”.
Así, ha añadido que “un barco dura muchas décadas, vale millones de euros. Por lo tanto, son muchos años hasta que el metanol o el hidrógeno puedan sustituir al crudo que usan ahora, tan sucio y tan denso que se debe mantener siempre cálido porque si no se solidifica”.
Por este motivo, el experto ha asegurado que una ampliación portuaria como la proyectada en València “con la tecnología que existe en estos momentos sí contraviene la emergencia climática”.
Canadell ha recordado que el transporte portuario y aeroportuario suponen entre un 5% y un 6% de las emisiones de CO2 a nivel mundial: “Aunque no lo parezca, son porcentajes muy altos porque hay otros muchos sectores que llegan a los mismos índices de contaminación”.
Sobre el informe, ha explicado que “España y Europa ya tienen un objetivo de cara a 2050 y ahora lo importante es ver cuál es el camino a seguir para conseguir esas cero emisiones en 30 años porque la mitad de los políticos que han adquirido esos compromisos no estarán en 2050 y por lo tanto hay que activar planes de control, por ejemplo cada 5 años, para ver qué se ha hecho y si se están cumpliendo objetivos; si se cumplen será responsabilidad de los gobiernos y de la sociedad que debe exigir cambios”.
Este documento, “basado en la física”, debe servir, en teoría, para orientar las políticas climáticas. El grupo de 240 científicos de 66 países ha comprobado que la alteración del clima que ha provocado la humanidad ha alcanzado tal inercia que “la temperatura global continuará incrementándose hasta la mitad del siglo XXI” y que el objetivo del Acuerdo de París de contener ese recalentamiento en 2 o 1,5ºC se sobrepasará este siglo “a menos que se hagan profundas reducciones en la emisión de CO2 y otros gases invernadero en las próximas décadas”. Este trabajo es un encargo de los gobiernos inscritos en la ONU para ofrecer la mejor evidencia científica sobre el estado y la modificación del clima.
Según Canadell, “no hay duda de que el calentamiento acumulado hasta ahora es debido a las actividades humanas. Eso no lo había dicho así de taxativamente nunca el IPCC”. Como ejemplo pone la última ola de calor vivida en 2015: “La interferencia humana hace cuatro veces más probable que exista. Si era un fenómeno que se producía antes una vez cada 100 años, ahora se producirá una vez cada 20 años por la inteferencia del hombre en el clima”.
Muchos aspectos del clima responden rápidamente a una subida de la temperatura global. Actualmente, el planeta está 1,1ºC grados por encima de lo que estaba en 1850-1900.
Eso hace que los días más calurosos de cada década estén, de media, 1,2 grados más altos ahora. Las sequías se han multiplicado por dos y las lluvias torrenciales por 1,3. En un planeta 1,5 ºC más cálido, esas jornadas tórridas se irán a casi dos grados y las sequías aumentarán 2,4 veces. Habría un 10% más de ciclones intensos. En el límite máximo marcado en el Acuerdo de París de 2ºC de calor extra, los días de récord marcarán temperaturas 2,6ºC más altas, se padecerá el triple de sequías y casi dos veces más tormentas torrenciales.
Canadell avisa, además, que la situación ha llegado a un punto en el que “la intensificación y la frecuencia de estos desastres van a aumentar muy significativamente casi hagamos lo que hagamos, hasta mitad de siglo. Luego puede parase si hay menos emisiones”. ¿Cuántas menos? “Cualquier estabilización del clima obliga a conseguir emisiones netas cero de CO2 para 2050”. Y darle un buen bocado a otros gases como el metano (CH4) o los óxidos de nitrógeno (NO).