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ENTREVISTA Exalcalde de València

Joan Ribó: “València no merece un puente con el nombre de una exalcaldesa cuya familia está investigada por corrupción”

Tras dos mandatos como alcalde de València y unos meses en los escaños de la oposición, Joan Ribó, de Compromís, ha anunciado que deja su acta de concejal y la primera línea política para dedicarse a cuestiones más internas de la formación. Los primeros cuatro años los compartió con el PSPV y València en Comú, marca de Podemos, desbancando al PP de Rita Barberá después de dos décadas largas de hegemonía; en 2019 mejoró los resultados al subir de nueve a 10 concejales y mantuvo la alcaldía con un equipo bipartito de valencianistas y socialistas. Perdieron ese concejal en las pasadas elecciones, lo que supuso la vuelta del PP al frente del Ayuntamiento de València con Vox como socio de gobierno. Ribó hace un balance de sus ocho años como alcalde y de los primeros meses de su sucesora, María José Catalá.

¿Cuál es el motivo de su marcha y a qué se va a dedicar cuando deje el acta?

El motivo de mi marcha es que en este momento ya tenemos en funcionamiento el grupo de trabajo de Compromís en el Ayuntamiento de València. Yo he estado trabajando con ellos durante casi un año porque no es fácil el paso de estar en el gobierno a estar en la oposición. Creo que eso ya está funcionando encabezado por Papi Robles y ya toca que me ponga en segundo plano. Tengo 76 años, es una edad razonable para jubilarme, aunque realmente me jubilé hace 13 años ya, pero dicho eso me jubilo del trabajo institucional, no del trabajo como militante de Compromís y como miembro de la ejecutiva. Pienso seguir trabajando para que Compromís vuelva a ser el grupo mayoritario que lleve la alcaldía en 2027.

¿Hubiera tomado la misma decisión de haber sido elegido alcalde?

La decisión hubiera sido más difícil, pero yo tenía claro que no podía repetir en 2027 por cuestiones de edad y tenía la obligación de preparar la sustitución. Esa sustitución se prepara dejando paso a la persona que la organización ya había planteado, que es Papi Robles. Por tanto, en ese caso igual no me hubiera jubilado al año, pero sí a los dos años para dar un plazo razonable a la ciudadanía para conocer a mi sucesora.

¿Por qué cree que perdieron esos votos que les han impedido revalidar el mandato?

Lo primero que hay que tener claro es que ganamos por 17 a 16 concejales en 2015 y 2019 y esta vez hemos perdido por 16 a 17. El cambio no ha sido muy importante. Es cierto que hemos perdido un concejal pero también es verdad que sacamos más votos que en 2015, cuando fui elegido alcalde. En 2023 respecto de 2019 perdimos unos miles de votos por una serie de factores. El primero es que en las pasadas elecciones municipales la gente pensó más en clave estatal que en clave de su ciudad, es algo que pasó en muchas ciudades y que dio la hegemonía a la derecha. También favoreció el hundimiento de Ciudadanos, que desplazó todo ese voto hacia el PP. Y puede que hubiera gente que me viera mayor, es posible.

¿Cómo se encontró la ciudad en 2015 y cómo la dejó en 2023, cuando cedió el testigo a María José Catalá?

El primer elemento que encontré fue una ciudad endeudada hasta las orejas. Una deuda que obligó al ministro del PP Cristóbal Montoro a controlar el Ayuntamiento de una forma impresionante. Deudas en la Marina de València, deudas en todas partes. En estos momentos cualquier observador objetivo como el Banco de España dice que somos la ciudad que más ha saneado sus cuentas en estos ocho años. En segundo lugar, antes a València se la conocía por una serie de eventos como la Fórmula 1 que tuvieron los resultados que son conocidos y ahora mantiene eventos deportivos como el Maratón, pero sin los costes monstruosos que acarreaban los otros. Creo que València es ahora una ciudad reconocida a nivel europeo por sus esfuerzos de sostenibilidad, que espero que se mantengan, aunque tengo alguna duda de ello. Es una ciudad que ha sido Capital Mundial del Diseño, que es Capital Verde Europea, que ha trabajado mucho en proyectos de innovación y es una ciudad plenamente reconocible. Muchas revistas nos han dicho que es una de las ciudades donde mejor se vive del mundo. Eso tiene un aspecto que te enorgullece, pero también me preocupa en el sentido de que favorece la entrada masiva de turistas con todos los problemas que puede acarrear.

¿Ha sido ese uno de los problemas que se les ha quedado por resolver, el de la turistificación vinculado con el alza de los precios de los alquileres?

Sí, creo que los dos temas fundamentales con los que nos hemos encontrado, sobre todo tras la pandemia, son el tema de la turistificación y el de la vivienda. El turismo es bueno y genera muchos puestos de trabajo, pero el turismo masivo genera muchos problemas, como saben muy bien los habitantes de Venecia, de Barcelona o de Ámsterdam. Yo creo que debemos prestar atención a este tema e introducir mecanismos. Algunos sí que introdujimos nosotros desde Compromís, por ejemplo, la tasa turística, que pensábamos que era importante. Pero hay que introducir más cosas, hay que controlar los cruceros, así como elementos de conservación de nuestro patrimonio. A mí me da mucha pena pasear por las plazas centrales de València y ver que cada vez se parecen más las tiendas y los restaurantes a los de cualquier ciudad del mundo. El otro elemento con muchas vinculaciones con esto y con los apartamentos turísticos es el de la vivienda, que se ha convertido en un asunto muy serio. Nos pusimos a abordarlo. Yo estoy muy contento de que empezamos a aplicar el mecanismo del tanteo y retracto aprobado por el Gobierno del Pacto del Botánico para comprar ese edificio tan famoso que en estos momentos alberga a las familias afectadas por el incendio de Campanar. Eso empezamos a hacerlo, pero hay que reconocer que el problema de la vivienda es uno de los dos o tres temas prioritarios de la ciudad. El que la gente se vaya a vivir a las ciudades es un fenómeno mundial y el problema que tenemos aquí lo tienen en París, en Nueva York o en Barcelona, pero hay que darle soluciones como se ha hecho ya en algunas otras ciudades importantes como Viena o Copenhague, ciudades gobernadas por una socialdemocracia preocupada por estos asuntos. Tendremos que decir muy claramente que el mercado no resuelve el problema de la vivienda y que son las instancias públicas las que deben plantearse seriamente abordarlo.

¿Cuáles son los proyectos o actuaciones de los que se siente más orgulloso?

Hay muchos. De 2011 a 2015, cuando concejal de la oposición, planteamos el proyecto del anillo ciclista porque pensábamos que era un elemento que iba a consolidar mucho el que todo el mundo pudiera moverse en bici. Me siento muy orgulloso de ver por las mañanas en la entrada de muchos colegios a muchos padres y madres que llevan a su hijo en bicicleta. Eso ahora se puede hacer porque tenemos una red bien estructurada de carriles bici, hace ocho años era impensable. Además, hemos avanzado mucho en temas de peatonalización de plazas. Ver la plaza cerca de mi barrio, al lado de la finca roja, que era antes un aparcamiento de coches y ahora es un espacio donde juegan los niños es algo que me llena de alegría, igual que la plaza de la Reina, del Ayuntamiento y muchas otras. También me siento orgulloso, y eso no lo empezamos nosotros, del Parque Central, que es un elemento fundamental, igual que toda la renovación de parques que hemos hecho estos años. También me siento orgulloso de que Compromís siempre ha peleado con mucha tranquilidad en defensa del valenciano. Cuando entro en un bar y me conocen me suelen decir “bon dia” y no “buenos días”. Quiero decir que ese elemento, desde ser alcalde, desde ser concejal, que potenciemos nuestra lengua, que nos sintamos orgullosos de nuestra lengua, es un elemento fundamental que ha avanzado mucho estos años.

¿Y cuáles le da más rabia no haber podido acometer?

Me da rabia no haber acabado una serie de escuelas que teníamos que hacer conjuntamente con la Generalitat. Me da rabia un tema general, que las cosas desde que las planteas hasta que están ejecutadas es mucha la cantidad de años que tardan. Nos ha pasado con determinados parques, como el de desembocadura, que ya está proyectado, pero que se ha retrasado muchísimo. Pero lo importante es que está en marcha. Yo tendré la alegría de ver que la señora Catalá en su día lo inaugurará y dirá que es muy bonito y todos entenderán que València tiene un parque más.

¿No le da miedo que se desvirtúe el proyecto que dejaron ustedes con los cambios que quiere introducir ahora el PP en esta y otras actuaciones?

Sí, estoy convencido de que se van a desvirtuar, pero creo que una ciudad se construye por etapas y hay cosas que parten de Rita Barberá, otras de Ricard Pérez Casado y Clementina Ródenas, otras cosas que se han hecho en el periodo en el que yo he estado y otras vendrán con el de la señora Catalá. Yo creo que son pasos que hay que dar y lo importante es que València vaya avanzando. Estoy muy contento de haber sacado junto a la Generalitat una normativa que impide que la huerta se pueda plantear como un solar edificable y que la protege. Es importante que las personas que trabajan en la huerta puedan vivir y tener recursos.

¿Un ejemplo es el plan urbanístico de Benimaclet, que no fueron capaces de sacar adelante y ahora lo hará el PP con otros parámetros?

Ahí tuvimos una diferencia significativa con los compañeros de Gobierno, no pensábamos lo mismo. Nuestras posiciones se acercaban mucho a las de los asociaciones de vecinos y las del partido socialista no fueron las mismas. Eso frenó a Metrovacesa y me temo que ahora la promotora puede desarrollar los planteamientos que le permita la señora Catalá.

¿Hubo riesgo real de ruptura en algún momento con el PSPV por estas disputas?

No porque yo siempre he tenido muy claro que el PSPV y Compromís somos dos formaciones distintas. Somos dos formaciones que vemos la realidad de forma diferenciada y no podemos responder a todo por igual. Yo también tengo que decir que me siento orgulloso de haber demostrado a todos los valencianos y valencianas que la izquierda es capaz de ponerse de acuerdo y de gobernar una ciudad durante ocho años sin problemas graves. València siempre fue la primera gran ciudad en aprobar sus presupuestos. Estoy seguro de que todos los valencianos y valencianas saben que si mañana hay una posibilidad de llegar a un acuerdo se volverá a producir aunque no pensemos igual en temas como el Puerto, como el PAI de Benimaclet, en que no usamos la misma lengua en el pleno, ellos muchas veces hablan en castellano y nosotros en valenciano, pero sabemos ponernos de acuerdo.

Creo que es el primer alcalde que se ha plantado ante la voracidad expansionista del Puerto. ¿Recibió muchas presiones para revertir ese voto en contra de la ampliación y de la terminal de cruceros?

Sí, me sentí un poco como un bicho extraño, todos me miraban un poquito mal. La primera vez que voté que no a la ampliación mientras no hubiera una declaración de impacto ambiental adecuada, sentí una cierta soledad como la del corredor de fondo. Pero al mismo tiempo estaba muy convencido de que tenía que votar eso porque consideraba que era negativo para la ciudad. Está el tema de las playas, pero yo siempre pienso que el mayor problema es el de la movilidad, cómo vamos a mover esos millones de contenedores. Por eso voté en contra con toda tranquilidad y lo mantengo de forma clara y contundente.

¿Las declaraciones de Ricard de Pérez Casado cuando dijo que de lo que más se arrepintió como alcalde fue de aprobar la ampliación sur le influyeron?

Sí, he de reconocer que las declaraciones de Ricard y de alguna otra persona me influyeron mucho, igual que las declaraciones de la gente de la Comissió Ciutat-Port, por lo que estaban planteando. Yo fui profesor de un instituto que estaba delante de la Comandancia que el circuito de Fórmula 1 destruyó y conocía bastante a la gente. Entonces me influyó mucho, yo había ido a bañarme a la playa de Natzaret y había ido a comer a los restaurantes de Natzaret. Todo eso se lo cargó la ampliación sur y eso me influyó por el impacto que tuvo para ese barrio.

Con la ZAL modificó su postura inicial de decir que era complicado revertirla a apostar por ella. ¿Por qué?

Cuando estaban derribando las casas para hacer la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) recuerdo que fui a una escuela de verano con mi hija y fuimos a defender una casa y la policía nos hizo correr un poco. Mi posición en la ZAL es que 20 años después, cuando la Generalitat se volvió a plantear la modificación de los documentos yo pensaba que ya estaba claro. Revertir la historia con la huerta desaparecida me parecía muy complicado. Pero la realidad es que las cosas jurídicamente se hicieron muy mal y estamos donde estamos. Y si estamos así, la cosa tendrá que plantearse de otra manera.

¿Ha sido el tema del estadio del Valencia CF el que más dolores de cabeza le ha generado?

La verdad es que no. Es un tema que no llevaba yo en primera persona. Para mí era un tema urbanístico muy desgraciado, como otros que hay en València, por ejemplo la ZAL de la que hablábamos antes. Yo lo que buscaba era una solución razonable, que no se perdieran los compromisos que había adquirido el propietario del Valencia CF y trabajaba con esa idea, pero desde una posición más fría porque no soy futbolero, y lo veo con más tranquilidad. Ahora evidentemente hay que buscar una solución, que fue lo que intentamos.

¿Pueden los políticos empujar para que el máximo accionista salga del club como les pide la afición?

Me gustaría, efectivamente. A mí en el tema del deporte, insisto, desde la distancia, creo que lo razonable sería que el club perteneciera fundamentalmente a los socios, a los aficionados, que tuvieran al menos una participación directa en el consejo de administración. Eso me parece fundamental. ¿Podemos influir en ello? Ojalá podamos, pero no tengo yo la llave que permita eso.

¿Qué relación tiene con la alcaldesa María José Catalá?

Una relación de cortesía institucional. No tengo una relación significativa, tampoco tengo ningún problema de relación con ella, pero yo estoy en mi sitio y ella está en su sitio. Si quiere cualquier cosa yo estoy encantado de transmitirle mi experiencia y mis conocimientos.

¿De los meses que lleva como alcaldesa, ve algún proyecto de ciudad más allá de tratar de borrar o revertir algunas de sus actuaciones, sobre todo en movilidad?

Sí que hay una serie de reversiones simbólicas clarísimas, pero no tengo claro el proyecto de ciudad que ella tiene. Me da la sensación de que el proyecto de ciudad va un poco a salto de mata y no lo tiene claro. Ante el modelo de una ciudad pensada en coordenadas europeas, sostenible, etc... ella no dice que no, pero frena. Ante otras cosas no dice que sí, pero parece que le hace ilusión. Entonces no sabría decir, me gustaría saber qué proyecto de ciudad tiene.

¿Qué aspectos le han llamado la atención de su gestión junto a la extrema derecha?

Me llamó mucho la atención un gesto que tiene un simbolismo especial. Mientras yo le estaba dando la vara de mando, estaban subiendo la imagen de la Virgen al salón de cristal del Ayuntamiento. Tiene un simbolismo su afición desmesurada por todos los temas vinculados a la Iglesia. No tengo nada que decir de que una persona sea religiosa o no, pero cuando una persona es un cargo público se debe a todos, a religiosos y no religiosos, me produce preocupación. A veces pienso que está intentando devolvernos a planteamientos de hace muchos años, cuando la Iglesia tenía un papel predominante, pero yo creo que el papel de la Iglesia no debe ser el de estar vinculada a las instituciones, sino que debe ser otro. También me ha llamado la atención el intentar proyectar siempre con mucha obsesión que es una persona muy trabajadora y muy eficaz. Eso de que el trabajo santifica creo que ella lo tiene muy claro y lo digo con doble intención, porque creo que no se corresponde con la realidad. Las cosas salen aproximadamente como salían, no hay una diferencia significativa. También veo que es una persona que lanza muchos globos sonda y luego si ese globo sonda no funciona bien lo retira, como por ejemplo con el carril bici que iba a quitar un día y luego no lo quitó, o los mercadillos de l'Horta, que tampoco los ha quitado. Hay una posición de más flexibilidad que por ejemplo en Vox. Esto también indica que no tiene claro qué tipo de ciudad quiere.

Les tapan en la Crida, les sacan del Ayuntamiento, reducen el número de comisiones y preguntas. ¿El tema de la transparencia es uno de los grandes retrocesos en estos meses del PP y Vox al frente del Ayuntamiento?

Eso es un clásico de la señora Catalá, a quien no hay que olvidar que cuando fue consellera el juez la obligó varias veces a dar documentación que se le había pedido desde Compromís y que se había negado a dar cuando tenía la obligación de hacerlo. Es uno de los elementos de la señora Catalá, no da información, hay mucho oscurantismo, y si no cambia sus comportamientos le va a generar problemas hasta en los tribunales, como ya le pasó. La opacidad es una de sus señas de identidad.

¿A usted le gustaría que le dedicaran un puente como a Rita Barberá?

No, sinceramente no. Los puentes tienen unos nombres y por supuesto tengo la alegría de tener las manos muy limpias, tan limpias como cuando entré. Pero por supuesto un puente dedicado a una exalcadesa con la que está lloviendo en su familia me parece que es una ofensa para la ciudad. La ciudad no se merece eso, no se merece tener un puente y hacer alcaldesa honoraria a una persona que en estos momentos, si no está siendo juzgada es por los motivos que todos sabemos, pero toda su familia está siendo investigada por presunta corrupción, por hechos de cuando ella era alcaldesa. No hay derecho. València tiene las manos limpias y tiene el derecho a tener alcaldes honorarios limpios y puentes con nombres limpios. Si en esos temas jurídicos se llegara a la conclusión que es todo mentira, lo entendería, aunque no me gusta. Creo que es más un intento de Catalá de congraciarse con el sector afín a Barberá.

¿Y ya le han dicho algo al menos del cuadro retrato como alcalde?

No, ahora cuando presente la dimisión oficialmente tendré que preocuparme de este tema. No sé dónde lo pondrán, pero estoy seguro de que en el despacho de la señora Catalá no será.

¿Cómo ve a Compromís tras las disputas internas en Iniciativa?

Yo lo veo bien. Estamos en un momento en el que tenemos que plantearnos cómo organizarnos. Compromís lleva años siendo una coalición electoral y tiene que dar un paso adelante. Creo que estamos en un momento de transición, ha habido una serie de problemas en el último año, el caso de Mónica Oltra es el más significativo, pero también la pérdida de gobiernos como el de València o el de la Generalitat. Tenemos que organizarnos. Yo no veo demasiados problemas a ese nivel. ¿Hacia dónde vamos? Creo que vamos a una federación de partidos estructurada, donde el elemento fundamental sea una persona un voto y con una dirección unificada. Vamos en ese camino.

¿Deben seguir yendo de la mano de Sumar?

Depende, yo creo que en las municipales y autonómicas Compromís es Compromís. En las generales y europeas creo que nosotros solos no podemos hacer nada, tenemos que ir con una plataforma que ha de ser confederada y ha de ser con Sumar. Es verdad que es complicado organizar eso porque hay que respetar las pluralidades nacionales de cada partido pero hay que montarlo y estoy convencido de que lo haremos.

¿Ve a Papi Robles como su sucesora de candidata a la alcaldía?

Por supuesto que sí. Y quiero recordar que es una persona que en su momento propuse que fuera la portavoz del grupo autonómico pensando ya en eso porque pensaba que era importante que fuera saliendo. Creo que es una persona muy trabajadora, de izquierdas, y que defiende muy bien los intereses de nuestra comunidad y de València