València, capital verde europea: las politicas del PP y Vox que chocan contra la distinción
En abril de 2022, la Comisión Europea anunció que València era designada como una de las 100 ciudades europeas que asumirán el reto de convertirse en climáticamente neutras e inteligentes en 2030. Pocos meses más tarde, en octubre, el mismo organismo eligió a la ciudad valenciana Capital Verde Europea, como referente de las políticas de sostenibilidad frente a Cagliari, la otra finalista, y se convirtió así en la segunda capital española tras Vitoria en hacerse con el galardón.
Ninguna de las dos distinciones son casuales y ambas van de la mano. Responden al nuevo modelo de ciudad implementado desde el año 2015 con la llegada de la izquierda al Ayuntamiento de València, con el alcalde Joan Ribó al frente. Un modelo basado en la peatonalización progresiva del centro histórico, evitando su uso por el tráfico privado como un atajo para atravesar la ciudad, la renaturalización de las grandes avenidas, la mejora del transporte público y el fomento de la movilidad sostenible como las bicis o los patinetes.
Así, grandes y céntricas plazas como las del Mercado, la de la Reina o la del Ayuntamiento que históricamente se habían usado como rotondas para el tráfico privado y como dársenas para cientos de autobuses, fueron ganadas para los viandantes, con la mejora ambiental que conlleva.
Por otra parte, el Ayuntamiento, de la mano de Joan Ribó, se convirtió en el principal opositor a la ampliación del Puerto de València precisamente por las dudas existentes en torno a su afección a las playas del sur y a la propia Albufera, pero también a la movilidad en las rondas de la ciudad, teniendo en cuenta que la cuestionada declaración de impacto ambiental (DIA) de 2007 no contempla muchos de estos parámetros. Por no hablar del aumento de emisiones en la proporción que aumenten los tráficos marítimos.
Con el cambio de Gobierno municipal tras las pasadas elecciones, serán el PP y de Vox los encargados de gestionar la Capitalidad Verde Europea y las estrategias para que València cumpla con la neutralidad climática en 2030 como una de las 100 Ciudades Misión.
Pese a que se ha proyectado un ambicioso calendario con 400 actividades, algunas de carácter internacional, y se han planteado importantes objetivos como lograr que la Albufera sea reserva de la Biosfera, el modelo de ciudad que se proyecta en los primeros meses de mandato de la derecha no parece ir de la mano con las distinciones europeas.
Los cambios aprobados en materia de movilidad que van en contra de las políticas de peatonalización, la negativa a aplicar las zonas de bajas emisiones con datos avalados por expertos, la supresión de proyectos de renaturalización de grandes avenidas o el apoyo incondicional a la ampliación del Puerto de València, son claros ejemplos.
La remodelación de líneas de la EMT anunciada por la alcaldesa, María José Catalá, por la que cinco líneas y 600 buses diarios vuelven a acceder a ejes semi-peatonalizados como las calles de la Paz, plaza de la Reina, calle de San Vicente y plaza del Ayuntamiento, unido a la reapertura de la calle de Colón al tráfico privado desde la plaza de la Porta de la Mar, eliminando un carril para el transporte público, es uno de los casos más paradigmáticos, puesto que choca con una zona que los viandantes ya habían interiorizado como de prioridad peatonal. De hecho, ya han sido numerosas las veces que se han tenido que desviar los buses desde la calle de la Paz por Poeta Querol al estar el eje de Reina, San Vicente y Plaza del Ayuntamiento repleto de peatones.
Otro ejemplo es la negativa a aplicar restricciones a los vehículos más contaminantes a través de las zonas de bajas emisiones (ZBE) puesto que finalmente se ha utilizado como tal el Área de Prioridad Residencial (APR) del centro histórico, una pequeña zona controlada por cámaras para evitar restringir el acceso a todos aquellos que no sean vecinos, comerciantes o tengan una plaza de garaje. El Ayuntamiento, además, ha descartado utilizar las mediciones de calidad del aire de expertos de la Universidad Politécnica en la aplicación de las ZBE, ya que implicaría mayores restricciones.
El nuevo Gobierno de derechas y de extrema derecha también ha renunciado a proyectos de renaturalización de avenidas como la del Puerto o la del eje de la calle Xàtiva y Guillem de Castro encaminadas a reducir espacio para el tráfico y ganar zonas verdes peatonales. Además se modificó el proyecto de remodelación de Pérez Galdós para no reducir espacio para el vehículo privado. Proyectos todos estos encaminados a reducir las emisiones y a alcanzar la mencionada neutralidad climática.
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