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Marzà sustituye las líneas educativas por un programa de seis niveles con certificaciones oficiales de idiomas

Los centros escolares valencianos podrán elegir su proyecto educativo de una carta de seis niveles, acordes a los niveles del “marco europeo común de referencia para las lenguas”, que ejemplificarán el dominio del castellano, el valenciano y el inglés que tendrán sus estudiantes.  Esos proyectos garantizarán un determinado nivel de competencia e implicarán la adquisición por los alumnos, al final de su escolarización, de las certificaciones oficiales equivalentes por parte de la Junta Qualificadora de Coneixements del Valencià y las escuelas oficiales de idiomas. El sistema es integral, en el sentido de que no podrán darse niveles de competencia asimétricos en las tres lenguas. Si alguien alcanza la certificación avanzada en inglés, también lo tendrá que hacer en valenciano, y viceversa.

El conseller de Educación, Vicent Marzà, quiere dar un giro importante a la forma de conseguir que los estudiantes acaben su escolarización habiendo adquirido suficiente destreza en las dos lenguas oficiales, el valenciano y el castellano, así como en inglés. El borrador del esperado decreto de plurlingüismo, que tanto el conseller como el secretario autonómico, Miguel Soler, se disponen a someter a consultas con los agentes educativos, sustituye el actual sistema de líneas en valenciano o en castellano, así como la opción de la inmersión lingüística, por un “programa de plurilingüismo dinámico” que dará oportunidad a los centros de escoger, a partir de su situación actual, el proyecto lingüístico que consideren adecuado a su entorno.

Tras recibir informes de los especialistas en la amteria de las universidades públicas valencianas y consultar con los sectores educativos (sindicatos, asociaciones d epadres y madres y otras entidades), así como con todos los grupos parlamentarios representados en las Corts Valencianes, Marzà y su equipo han constatado dos coincidencias unánimes: el objetivo es conseguir que los estudiantes sean competentes en las tres lenguas, pero el sistema actual fracasa en ese objetivo.

“La idea es no obligar a nadie a hacer algo que no haga ya”, resaltan desde la Conselleria de Educación. El punto de partida es, pues, lo mínimo. A partir de ahí se organiza un sistema que incentive la voluntad de adquirir más competencias lingüísticas. El futuro decreto incluirá una tabla de equivalencias de los niveles de competencia que se habrán de conseguir en los diferentes niveles: básico 1 y 2, intermedio 1 y 2, y avanzado 1 y 2. Los alumnos que hubieran cursado el avanzado 1 y 2 en primaria obtendrían el certificado A1 de inglés y A2 de valenciano. Con el intermedio 1 y 2 en la secundaria, obtendrían el A1 en inglés y el B1 en valenciano. Con el avanzado 1 y 2 en secundaria, el A2 en inglés y el B2 en valenciano. Por lo que se refiere a bachillerato, con el intermedio 1 y 2, tendrían el A2 en inglés y el B2 en valenciano, y con el avanzado 1 y 2, conseguirían el certificado B1 en inglés y C1 en valenciano.

El decreto prevé la implantación gradual del nuevo sistema, empezando entre 2017 y 2018 por la educación infantil; entre 2018 y 2019 en 1º y 2º de primaria; entre 2019 y 2020, en 3º y 4º de primaria, y así sucesivamente. Para 2023, el nuevo sistema, que también se aplicará a la Formación Profesional y a la Formación de Personas Adultas, llegaría al bachillerato.

Garantizar la capacitación lingüística exigirá una evaluación específica por parte de los propios centros, pero también por parte de la conselleria. Desde el departamento que dirige Marzà se considera que la formación del profesorado es la pieza imprescindible para el éxito del nuevo modelo. Por ello, además de remodelar en esa línea los centros de profesores existentes, se creará un centro de formación del profesorado especializado en plurilingüismo que tendrá su sede en Alzira y se fomentarán programas de intercambio de profesores con países extranjeros.

Una de las novedades del decreto es la creación en todos los horarios de los diferentes niveles de una “área de competencia comunicativa oral” dedicada a trabajar el uso efectivo de cada una de las tres lenguas del sistema. El borrador, que se negociará con los agentes educativos para que sea aprobado a finales de año y pueda empezar a implantarse el próximo curso, afecta a toda la escuela pública y también a los centros concertados. Los centros no podrán dar marcha atrás una vez hayan escogido el nivel del programa al que quieren adaptarse (solo podrán mejorar ese nivel en cursos sucesivos), aunque todos prevén una regulación progresiva. El máximo nivel del programa, el A-2, por ejemplo, llegaría en 5º y 6º de secundaria a un programa educativo con dos áreas en inglés, más la asignatura de castellano y otra área en castellano y el resto de áreas en valenciano, en lo que más se acerca a lo que se conoce como un programa de inmersión.