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Sobre este blog

Sobre este blog

El blog que ahora inicio, gracias a la amabilidad de eldiario.es, trata justamente de aquello que anuncia su título. Es decir, trata sobre la ciudad de Valencia- y su área metropolitana, por supuesto- y no pretende otra cosa que aportar “sugerencias en do menor”, expresión que debe interpretarse como la concreción de un espíritu cívico de colaboración en el mundo de aquello que sería posible o deseable en la nueva coyuntura política.

Un espíritu que en ningún se arroga la posesión de la verdad ni pone en cuestión la legitimidad democrática del nuevo gobierno de la ciudad para tomar las decisiones que considere oportunas.Siempre he pensado que conviene diferenciar con mucha claridad la legitimidad de la “bondad” o la razón. Me gusta poner el ejemplo de Galileo. Si en su tiempo hubiera existido un régimen de democracia formal, no cabe duda que la gran mayoría de los ciudadanos hubiera votado en contra de su tesis. Y, sin embargo, Galileo tenía razón.

Por tanto el razonamiento- utilizado con cierta frecuencia en el pasado inmediato de que los votos confieren al gobernante un seguro a todo riesgo es tan falaz como demagógico. Rita llegó a decir el 31 de Mayo de 2007 que “hemos obtenido la mayoría absoluta en todos los distritos y es falsa la idea de una Valencia dual mantenida por grupos de la Universidad y el PSPV” (sic) .. Los votos no determinan la dualidad social, ni la tasa de paro, ni ninguna otra variable. Son la expresión democrática de una confianza depositada ( con o sin razón) en una opción política.

Por tanto, saber escuchar, leer las críticas y actuar en consecuencia no sólo es buena práctica sino elemento sustancial de la tan cacareada gobernanza. Se preguntará el lector, con toda justicia, sobre qué base descansa la presunción de que lo que aquí se diga, argumente, cuestione o pregunte ha de tener algún interés. La respuesta a priori no existe pero sí el juicio a posteriori y la posibilidad y utilidad de discrepar. Y digo utilidad porque uno de los objetivos básicos del blog es colaborar en suscitar una sana controversia. El sapere aude o atrévete a pensar de Kant es siempre una sana costumbre y puedo asegurar que si este blog es capaz de generar discrepancias habrá cumplido alguna función.

Por lo que se refiere a la presunción de interés, sólo puedo afirmar que la ciudad de Valencia y su historia contemporánea han sido para el que suscribe objeto primordial de estudio y difusión durante casi cuatro décadas, lo cual, por supuesto, no es ninguna garantía ni patente de corso. Probablemente son dudas lo que más tengo y me gusta sacar a colación uno de los magistrales chistes de El Roto: “no sé si cada vez lo tengo todo más claro o estoy confundido a un nivel superior”. Dicho esto sólo me queda desear que la generosidad del medio que me acoge tenga algún fruto y que los lectores del blog se animen a decir la suya. Creo sinceramente que si así sucede le haremos un favor a la ciudad.

Cambiado de tercio, es bastante evidente que nuestra ciudad, (producto histórico como todas y fruto de tensiones, conflictos, ideas, aspiraciones de cambio y de permanencia del statu quo, es “manifiestamente mejorable” por emplear un eufemismo. Los 40 años de franquismo, el breve aunque interesante paréntesis (o primavera) del periodo 1979-1991, y los 24 años ininterrumpidos de gobierno de la derecha han dado como resultado una ciudad llena de costurones donde ni la urbs ( la ciudad construida) ni la civitas ( el capital social) presentan un estado aceptable. La burbuja inmobiliaria de principios de siglo, la crisis posterior y la política austericida practicada como supuesto remedio han sido sin duda la guinda del pastel o el peor colofón. Y, sin embargo, la ciudad tiene grandes potencialidades, hay una gran riqueza de iniciativas que hasta ayer se mantuvieron en estado de ebullición latente. Una especie de Valencia subcutánea (olvidada y despreciada por la derecha), acostumbrada a sobrevivir en régimen anaerobio, con muy poco oxígeno. Una Valencia vibrante como preconizan algunos amigos donde vale la pena vivir y trabajar.

La tarea es ingente como iré desgranando a medida que vaya haciendo sugerencias o planteando preguntas. Nos llevará varias décadas alcanzar la normalidad si los ciudadanos renuevan su confianza en gobiernos de progreso y ello depende en parte de la calidad del gobierno local, de que no se fustren las expectativas, de que la transparencia y la participación sean la norma, compatibles con una irrenunciable eficiencia y racionalidad. Si deseamos- y yo me sumo a la esperanza- una ciudad más justa, amigable, culta y eficiente no podemos permitirnos que la derecha política prepotente, autoritaria e inculta de rienda suelta a los más voraces intereses que sólo conciben la ciudad como negocio. Si los años 80 fueron un paréntesis, una corta primavera (no exenta, claro está, de errores que pagamos muy caros) es tarea de todos, pero con más responsabilidad del gobierno local, el que aquello no se repita; el que los bárbaros de Kavafis no vuelvan a reinar en la ciudad; el que podamos recuperar la autoestima ( la lengua incluida) y el respeto activo hacia una herencia natural esquilmada; el que pueda dejar de hablarse de ciudadanos de tercera y que el ciudadano recupere el espacio público. Pero repartir miseria es mal consejo y mantener el 50% de paro juvenil un injusto despilfarro. Tendremos que inventar, que innovar, que detectar en qué somos competitivos…

A medida que escribo parece como si las dificultades se multiplicaran. Consciente de que necesitamos tiempo, mucho tiempo de progreso, me reafirmo en la necesidad de ser críticos, muy críticos si hace falta, con aquellos que hemos elegido para que ejerzan el poder local. Necesitamos prioridades claras, contundencia y coherencia pero también mucha eficiencia en la gestión. Los ciudadanos entendemos, si se nos habla claro, que las cosas a veces son inviables por carencia de recursos financieros u obstáculos legales. No pasa nada. Pero tienen que seducirnos, que hacernos cómplices, que involucrarse en una pedagogía siempre difícil. Han de durar, tienen que aprender el oficio del buen gobierno y, les puedo asegurar que no es nada fácil. Si somos excesivamente complacientes, la ciudad y los ciudadanos lo pagaremos muy caro. Sin dramatismos pero sin pausa.

En este blog que hoy comienza y que acudirá a su cita semanal iré desgranado, sugiriendo y preguntando sobre los temas que piense que tienen más enjundia .Y cuantos más seamos, mejor. Las entregas impares las escribiré en castellano y las pares en valenciano, en el mejor valenciano de que sea capaz. Os espero a todas y a todos. SALUT.

El blog que ahora inicio, gracias a la amabilidad de eldiario.es, trata justamente de aquello que anuncia su título. Es decir, trata sobre la ciudad de Valencia- y su área metropolitana, por supuesto- y no pretende otra cosa que aportar “sugerencias en do menor”, expresión que debe interpretarse como la concreción de un espíritu cívico de colaboración en el mundo de aquello que sería posible o deseable en la nueva coyuntura política.

Un espíritu que en ningún se arroga la posesión de la verdad ni pone en cuestión la legitimidad democrática del nuevo gobierno de la ciudad para tomar las decisiones que considere oportunas.Siempre he pensado que conviene diferenciar con mucha claridad la legitimidad de la “bondad” o la razón. Me gusta poner el ejemplo de Galileo. Si en su tiempo hubiera existido un régimen de democracia formal, no cabe duda que la gran mayoría de los ciudadanos hubiera votado en contra de su tesis. Y, sin embargo, Galileo tenía razón.