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Las mujeres también deciden migrar

En los últimos años se ha observado una feminización del proceso migratorio. Cada vez es mayor el número de mujeres que deciden abandonar sus hogares en busca de una mejor calidad de vida para ellas y sus familias. Según establece la ONU en su documento “Feminización de la migración”, en los últimos cuarenta años cada vez son más las mujeres que migran de forma independiente en busca de trabajo.

Históricamente la migración femenina ha sido invisibilizada, las mujeres eran percibidas como sujetos pasivos que acompañaban a sus parejas en su desplazamiento o que las esperaban con sus hijas e hijos. Los datos evidencian el papel primordial que tienen las mujeres en las distintas etapas del proceso migratorio, en el envío de remesas y en las tendencias del transnacionalismo contemporáneo. Por tanto, es importante tener en cuenta el género en las políticas migratorias que se establezcan.

En este sentido, el incremento del número de mujeres que deciden migrar está relacionado con los cambios globales de los mercados laborales. Concretamente, con la demanda masiva de mano de obra femenina de bajo coste proveniente de países empobrecidos para cubrir las necesidades de cuidados en los países ricos. Si bien es cierto que la migración puede representar una condición emancipatoria para muchas mujeres, también se dan experiencias donde se perpetúan estructuras de subordinación.

Así es como se construyen las cadenas globales de cuidado, sustentadas en la división internacional del trabajo reproductivo. Las mujeres y sobre todo los hombres de los países ricos que se lo pueden permitir delegan sus trabajos de cuidados a las mujeres migrantes, que a su vez delegan el cuidado de sus familias a las mujeres de sus propios países. Tan solo hemos de fijarnos cuando caminemos por la calle en quiénes están cuidando de nuestros mayores y de nuestros menores.

El acceso de las españolas al mercado laboral remunerado no se ha debido a una mejora en las políticas de conciliación o a la inclusión de los varones en las responsabilidades de cuidados. Se ha debido a la explotación de mujeres pobres y migradas que, sin posibilidad de acceder a otro tipo de trabajo, acaban entrando al servicio doméstico, un sector feminizado, infravalorado y poco regulado.

Migración femenina y pobreza laboral

Las mujeres trabajadoras migrantes, y especialmente las nacidas fuera de la Unión Europea, están entre las trabajadoras más explotadas y marginadas. Tal y como refleja el informe de Oxfam Intermón “Voces contra la precariedad: mujeres y pobreza laboral en Europa”, España tiene la tasa más alta de Europa de riesgo de pobreza laboral de las mujeres migrantes: una de cada tres trabajadoras está en riesgo de pobreza. Esto evidencia cómo la migración femenina se sustenta en la reproducción y explotación de las desigualdades de género dentro del sistema capitalista global.

En su mayoría las trabajadoras migrantes son niñeras, empleadas domésticas o trabajadoras sexuales, los sectores con peor remuneración, condiciones laborales, protección legal y reconocimiento social. Así, el género, junto con otras formas de opresión como la etnia, la raza o la orientación sexual y de género, facilita la explotación económica de las mujeres migrantes. Por esto mismo recibimos con grandes expectativas la estrategia valenciana sobre migraciones que plantea la Generalitat y que contará con una perspectiva de género.

Cada 18 de diciembre celebramos el Día Internacional de las Personas Migrantes, pero para comprender la realidad que viven estas personas es imprescindible entender cómo afecta el género a su experiencia migratoria. Este es un trabajo que debemos realizar todos los días, porque los derechos de las mujeres migrantes se violan, sistemáticamente, cada día.