La vuelta a la rutina de las familias de los desaparecidos en la DANA: “Sientes impotencia, no puedes hacer nada”
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Veinte días después de las riadas que provocaron la muerte de 219 personas, todavía hay 13 desaparecidos. Sus familiares y amigos llevan dos semanas conviviendo con la incertidumbre. Samuel Ruiz (28 años) ha optado por volver al trabajo. Su padre, Francisco (64 años) fue arrastrado por el agua aquella tarde del 29 de octubre. Sus dos nietos presenciaron la escena. Francisco iba conduciendo por el municipio de Montserrat, al ver cómo el agua alcanzaba más altura, intentó salvarles. Les colocó en el techo del vehículo y cuando él intentó subir, se lo llevó la corriente.
Samuel y su familia han estado buscando a Francisco desde entonces. Han agotado todos los recursos a su alcance: gestiones burocráticas, difusión en medios de comunicación y batidas vecinales. Ahora, mientras intentan retomar su rutina, viven con la inquietud de cuándo recibirán esa llamada que les brinde información sobre el paradero de Francisco.
Durante los primeros días, vecinos del municipio de Montserrat realizaron batidas junto a Saray, la hermana de Samuel. Revisaron todos los terrenos a los que pudieron acceder, pero el lodo, los suelos inundados y los terreros resbaladizos les impidieron avanzar y realizar correctamente esa misión. “Ahí, como civil, no puedes actuar”, asegura Samuel.
La Unidad Militar de Emergencias y los bomberos fueron los primeros que aparecieron por la zona. Durante esa primera semana de operativo, Samuel no fue a trabajar. Sin embargo, consciente de que, en esta fase, localizar a su padre depende de equipos especializados en emergencias y que él ya no puede hacer mucho más, ha comenzado a reincorporarse a su rutina.
“Te tienes que incorporar a trabajar, porque si no, estás pendiente todo el rato de las noticias, de las redes sociales y, al final, no consigues evadirte de la situación”, explica. Y añade: “Llega un punto en el que sientes impotencia, tú no puedes hacer nada porque ya se ha hecho [todo]”.
En Cheste, el municipio también se ha volcado en buscar a Elisabet Gil (38 años), viajaba junto a su madre en un Ford Focus el día de la DANA y se dirigían al hotel la Carreta, según explicó la tía de la desaparecida en La Hora de TVE. El alcalde José Morel explica que por allí han pasado efectivos de la UME, bomberos, Guardia Civil, policías locales, y los últimos en sumarse al operativo han sido los Topos Aztecas, un grupo de rescate procedente de México. El punto de partida en esta búsqueda fue una localización que ella había enviado a través de su teléfono móvil.
Los dispositivos de búsqueda se están extendiendo por tierra y por agua. Para ello, 42 buceadores militares están trabajando tanto en garajes y aparcamientos, como en espacios naturales como los de La Albufera o la Gola del Pujol Nou. Por su parte, los especialistas de la UME han llegado a realizar inmersiones en tuberías y zonas con un acceso complejo. En estas misiones, se valen de vehículos autónomos que les ayudan a detectar objetos submarinos.
Alexia también ha pasado por la angustia de buscar a un familiar durante días. En su caso, fue el lunes 11 cuando les llegó la llamada que les permitió descansar mentalmente, tal y como reconoce ella misma, aunque el final haya sido “el peor”. El cuerpo de Luciano (58 años), su tío, fue identificado hace una semana. Había desaparecido en Catarroja el día de las riadas.
Su familia estuvo trece días sin conocer el paradero de Luciano. Unas semanas que para esta joven han sido las peores de su vida. Relata que esta experiencia ha sido un horror, que su cabeza se pasó todos los días dándole vueltas y preguntándose qué le habría pasado a su tío desde que los barrancos se desbordaron. Al principio, en los primeros días, ella y su familia tenían la esperanza de que apareciese con vida, poco a poco esa expectativa fue desapareciendo.
En aquellos días, el Ayuntamiento de Catarroja se puso en contacto con la mujer de Luciano para transmitirle la información que iban teniendo del operativo de búsqueda. Les iban contando cómo avanzaban los trabajos de la UME en la zona. A la familia de Alexia le hubiese gustado tener contacto más directo con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que se encargaban de la búsqueda, pero son conscientes de las dificultades y la magnitud de la catástrofe.
Necesidades de las familias
Para los familiares de desaparecidos es necesario contar con información sobre los trabajos que se están realizando para encontrar a sus seres queridos. Así lo corrobora la psicóloga experta en Emergencias y Catástrofes Sara Laguna Bonilla, que explica que es importante aportarles esos datos. Con el objetivo de reducir su desgaste emocional y físico, estos afectados por la riada también deben “cubrir sus necesidades básicas” y darse espacio para la evasión, no estar en todo momento volcado en la búsqueda.
“La incertidumbre es nuestro peor enemigo”, explica Laguna Bonilla, que sostiene que los psicólogos de emergencias son ahora mismo necesarios en las zonas afectadas por la DANA porque tienen la formación necesaria para saber cómo actuar. En el caso de los desaparecidos, considera que los profesionales deben empezar ya a trabajar con sus familiares para evitar en el futuro “duelos patológicos”, sobre todo, en aquellos casos en los que no se llegue a encontrar el cuerpo.
El hallazgo de los cadáveres, afirma la psicóloga, facilita el proceso de despedida. “El duelo ya está iniciado, aparece en el momento en el que comienza la crisis, ya sea con la pérdida de una casa, de un familiar o de un comercio”, indica.
“Es muy importante destacar que la mayor parte de la población tendrá cierto malestar y dificultad para reincorporarse en su día a día, pero no todo el mundo tiene que desarrollar un trastorno psicológico posterior. Alrededor del 70%-80% no lo sufrirá”, señala.
En estos 20 días Samuel ha recibido apoyo psicólogo y se siente arropado, aunque muestra su descontento con la gestión inicial de las denuncias de desaparecidos. “Fue muy lamentable”, reseña. Llamó a un número que habilitó la Generalitat y ahí solo les pidieron el nombre del desaparecido, nada más. Ni la ropa que llevaba la última vez que vieron a Francisco ni la ubicación en la que se encontraba la última que fue visto por sus nietos. Fueron Samuel y su familia los que se encargaron de buscar el teléfono de la Guardia Civil que sí que les hizo una entrevista para facilitar la identificación del cuerpo. Tampoco se muestra satisfecho por la información obtenida a través de canales directos de la administración.
Mientras espera la llamada que confirme la identificación de su padre, este joven reflexiona sobre las medidas que podrían haberse tomado para que el 29 de octubre Francisco no hubiese cogido el coche a las seis de la tarde para conducir por una trampa mortal. “Si hubiesen anunciado la alerta antes, mi padre podía haberse salvado”, concluye Samuel.
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