Pedro Sánchez podría dar vacaciones ya a su dircom, asesor mediático o lo que sea. Cuanto antes, mejor. Lo puede despedir tranquilamente. Se lo merece. Las minivacaciones en la playa de la familia Sánchez al completo son un despropósito. El líder de los socialistas aparece embadurnado de arena en una playa atestada de bañistas, sobre una hamaca de alquiler leyendo a un autor japonés. ¿Ningún directivo del IBEX 35 se ha apiadado de él? Un político de su talla compartiendo táper de tortilla, tinto de verano en un bolso nevera y bañadores descoloridos de Carrefour con miles de asalariados de la meseta. No podían haber previsto otra estética menos hipócrita. ¿Pedro Sánchez pillado in fraganti? ¡Venga ya! Va y me lo creo. El disimulado posado mirando hacia otra parte no fue avistado ni siquiera por sus guardaespaldas. ¿Un fotógrafo camuflado de sombrilla? ¿No había otro lugar en toda España para zambullirse más discretamente?
En vez de navegar enrolado en el yate de algunos de los poderosos amigos de Felipe González, o en cualquier velero de cualquier miembro destacado de su sanedrín, o al menos en una zódiac de algún diputado de provincias, va y se embarca en un patín de pedales, ¡un patinete de alquiler!, eso sí dotado de todos los extras como un tobogán en espiral y un timón manual. Un patinete sin eslora, sin GPS, sin aire acondicionado, sin tripulación a bordo, sin camarotes de invitados, sin barra libre, sin nada. Como si fuera un españolito de a pie, sin serlo. Los gestos en este perenne debate de investidura cuentan mucho, ya ven, demasiado.
Son fotos pactadas por un asesor del líder socialista para una revista cutre. Luego la portada y las páginas interiores ya saldrán rebotadas en los espacios televisivos, los sálvames y los refritos de sociedad. Pedro Sánchez, con taparrabos y chanclas de ocasión de mercadillo, se hace el pasota ante las negociaciones PP-Ciudadanos confundiéndose con la plebe. ¿No tiene Zapatero ningún amigo artista de la ceja que le pueda prestar una chalecito en la Costa Brava o alguna finca de recreo en alguna playa gaditana de ensueño? ¿A dónde hemos ido a parar? Ser el jeje de la oposición, y quizá algún día presidente, no da, parece ser, para una minivacaciones más glamurosas. Por lo visto quieren que Sánchez nos parezca un tipo de lo más normal, pero que no nos tomen por tontos.
Los gestos en política están solapando los debates; las fotos y las ocurrencias arrinconan las negociaciones. Todo sirve, menos hablar de política, para caer mejor a unos espectadores saturados de cábalas postelectorales: un look informal sin corbata, una caminata informal por un bosque gallego sin quemar,… todo sirve para aparentar que son personas mortales, del montón. Menos mal que hay juegos olímpicos para poder evadirnos de esos torpes montajes veraniegos, de esas poses impostadas, de ese tráfico de intimidad forzada con toda la familia en una playa almeriense donde nadie le pide ningún selfie porque Sánchez está camuflado de turista, de turista unmillónsetencientoscincuentamil…
¡Qué verano! Así todo. Propongo una crowdfunding de esos para pagarle unos días de asueto estival más exclusivos al señor Sánchez. Al parecer el sueldo de jefe de su grupo parlamentario, el de número uno del partido o las ganancias de su preparada esposa no les alcanza para ello. Los españoles no renunciamos a ser solidarios con esos líderes tan cercanos con los que casi tropezamos con ellos en cualquier playa próxima. Mañana nos venderán la ración de bravas de Rajoy en Sanxenxo con unos amigos de colegio que le pagarán la ronda por si no lleva suelto encima. Les mola parecerse a nosotros, ¿por qué será?