“Després de tanta lluita ve el repòs
i aquell moment d’apaigavar la set
i el descans nocturn. I cau la nit
amb la sorpresa rutilant dels astres.“
Antoni Tàpies-Barba, 1992
La realidad de que los independistas catalanes se pasan de rosca no implica que el resto de españoles sean pusilánimes. Ni que se dejen engañar. Al clásico futbolístico –Barça-Madrid—que concentró la tensión española y a más de 650 millones de espectadores, le ha seguido un insólito pulso entre Madrid y Barcelona sobre la parte del PIB español que aportan a la economía. Y va ganado Madrid a los puntos. Entre ambos se adjudican el 40 por cien de la riqueza de un país perplejo. El INE ha hecho el resto, al adaptar criterios en su cocina. Son dos dimensiones asimétricas. Catalunya es nacionalidad para unos y territorio autonómico cuatriprovincial para la oficialidad. Madrid, uniprovincial, extemporánea, artificial, acumula los resortes de poder del Estado. Es el mayor engendro constitucional en la España de las Autonomías. Carece de atributos y razones para ejercer de comunidad autónoma si pretende ser la capital de todos los españoles. Una cosa u otra. ¿O la riqueza de Madrid proviene de Alpedrete o de sus fértiles huertas?
Bloc-Compromís
Los partidos políticos son un campo de minas. En el tiempo que corre el partido-coalición Compromís, de ámbito territorial en el País Valenciano, ha tenido unos resultados electorales erráticos en las tres últimas elecciones: autonómicas, municipales y generales. En las Europeas, tampoco brillantes, el eurodiputado Jordi Sebastià perdió su acta y la Comunitat Valenciana su único representante genuino en el Parlamento Europeo. Donde se tratan asuntos que afectan a la economía valenciana y a la vida de los ciudadanos. Las cúpulas empresariales autóctonas, ni se enteran ni saben lo que les conviene. Por el camino que van, ni financiación justa y equitativa, ni Corredor Mediterráneo, ni tercer hilo, ni infraestructuras decentes.. La autonomía valenciana está en peligro de permanecer instalada en el furgón de cola. ¿Qué dirán los dirigentes del Bloc firmantes destacados del último manifiesto retórico para anunciar la buena nueva congresual de junio del 2020? ¿Qué aportarán de su bagaje de cinco años, Enric Morera, o Rafael Climent ? Los cargos además de ser confortables, comprometen.
Batalla final
La batalla final en la conocida serie de televisión “Juego de Tronos” no significaba el fin, sino el medio para llegar al final. Un tablero de acción devastado en el que las alianzas mágicas no consiguen neutralizar la profunda rabia del maligno “Rey de la Noche”, Cercel Lamisser. Tampoco resultó un tiempo desperdiciado. Mediante las crisis iniciáticas se preparan los contrincantes para superar las pruebas definitivas. Si para algo sirve la amenaza de la Muerte—del ser al no ser—es para enseñar a todos los protagonistass que su humanidad es lo más preciado que tienen. La pugna entre Compromís y el PSOE les lleva a reinterpretar los intentos de asalto y desplazamiento a la mínima que se advierte signos de debilidad en el socio/contrario. Con un convidado de piedra: Unidas Podemos, que ha tratado de colonizar a la coalición Compromís, sin inteligencia ni éxito.
Fagocitar
Podemos y Compromís coinciden en algunos rasgos progresistas pero permanecen distantes en principios consubstanciales con su razón de ser. Si la estructura operativa de Compromís es básicamente la que le aporta el Bloc Nacionalista Valencià, es difícil que Unidas Podemos y la coalición valencianista coexistan sin fricción. El partido que lideran Pablo Iglesias e Irene Montero tiene muy clara la relación entre el grande y el pequeño, entre la parte y el todo. Sin concesiones como sabe bien Joan Baldoví. Se congracia con el soberanismo catalán por estrategia de posicionamiento político. Aunque no comparte sus ideas fuerza. Podemos, proviene del centralismo positivista y Compromís, si quiere ser algo y representar a los valencianos, ha de afianzarse en la identidad periférica. Postulados sociales y progresistas aparte. Compromís llega al progresismo por el territorio y U. Podemos tienta las tesis soberanistas en razón a la fuerza que ejercen.
Espíritu de Morella
La pugna en el Consell del Botànic se circunscribe al pulso entre las fuerzas políticas que lo conforman. Desde su puesta en escena en 2015, que ya inició sus pasos en la porfía de Mónica Oltra para presidir la Generalitat frente a la posición, entonces débil ,de Ximo Puig como candidato del PSOE. El president Puig consolidó su posición amparado en el diseño del “Espíritu de Morella”. Con una institución autonómica mandurrucheada durante cinco lustros por el PP y arruinada en sus finanzas, el gobierno de Puig y Oltra tuvo que afrontar múltiples desafíos que todavía colean. Las instituciones estaban minadas con directrices, vicios y personal, que procedía de la época anterior y que debía su empleo a la filiación y al nepotismo. A diferencia de cómo actuó el PP de Eduardo Zaplana, la Generalitat del Botànic mantuvo los pilares fundamentales de la situación anterior. Los “rojos, independentistas y revientaconciencias”“ no depuraron. Mónica Otra y Rafael Climent dejaron el campo económico y empresarial a Ximo Puig, para que se congraciara con sus representantes preeminentes. El pacto del sillón al estilo Morella. Cultura, educación, bienestar social y sanidad, son partidas esenciales en los presupuestos de la Generalitat (86%) e insondables agujeros negros de la deuda . Nadie supo encauzarlas por la senda de la regeneración.