Cuando Joan Lerma perdió las elecciones, el 28 de mayo de 1995, el PSPV inició un camino tortuoso. En los siguientes diez años se sucedieron congresos conflictivos -cambios periódicos de líder, una gestora, y hasta una manifestación de militantes de madrugada-, y el abandono de la primera línea de los intelectuales del partido, que lo condenaron a años en la oposición. A los socialistas valencianos les costó dos décadas volver a llegar al Palau de la Generalitat, pese a la corrupción y la mala praxis de los gobernantes del PP de la época. Casi treinta años después, el partido se sitúa en un escenario con numerosas coincidencias. Tantas que el temor a que reaparezcan los fantasmas lleva a su todavía líder, Ximo Puig, a ser extremadamente cauteloso con el proceso.
El expresidente de la Generalitat quiere que el congreso se celebre en febrero, que en tiempos políticos es pasado mañana, y ha pedio al partido “cohesión”, unidad, y evitar “errores internos”. Por si quedaban dudas, este lunes, al comunicar que deja el acta en las Corts Valencianes, el dirigente citaba a Joan Lerma, Joan Ignasi Pla, Joan Romero y Toni Asunción.
Puig se quedará al frente de la dirección socialista hasta el cónclave, pilotará un proceso exprés que pretende contener la hemorragia del partido para que no se desangre. La Ejecutiva celebrada este lunes ha acordado convocar un Comité Nacional, que es el órgano que debe poner fecha y decidir sobre el congreso extraordinario del que emane la nueva dirección. Puig celebró los últimos congresos en Alicante, pero este será previsiblemente en Valencia y buscará una candidatura unitaria. No quiere gestoras, ni alargar el proceso más de lo debido: quiere un partido que sea una herramienta, una maquinaria que se ponga a trabajar para estar lista en las elecciones de 2027. “La idea es hacer un proceso democrático y abierto”, ha apuntado Puig, que quiere una “mirada de apertura que ha dado buenos frutos”, con el crecimiento en diputados del grupo socialista como muestra“.
Como en congresos anteriores, la idea de la bicefalia ha vuelto a surgir. A falta de presentación formal, los tres aspirantes oficiosos a dirigir el partido no cuentan con un foro de visibilidad en la agenda valenciana. Son, de un lado, la ministra de Ciencia y exalcaldesa de Gandia, Diana Morant, que cuenta con el respaldo de la dirección nacional del PSOE y del equipo de Ximo Puig, una candidata de consenso en el sector oficialista. Por otro lado, está el alcalde de Mislata y secretario provincial de Valencia, Carlos Fernández Bielsa, que cuenta con el aval de ser el alcalde socialista más votado en España y el apoyo de jóvenes dirigentes del cinturón valenciano que revalidan sus mayorías absolutas, aunque no consiguió la Diputación de Valencia pese a ser la única institución con mayoría de izquierdas. Por último, está Alejandro Soler, de Elche, ahora en el Congreso de los Diputados: próximo a Sánchez, se entiende con el abalismo, la corriente del exministro de Transportes José Luis Ábalos aún poderosa en la provincia de Valencia. Ninguno tiene presencia en las Corts Valencianes.
Ferraz, a través de Santos Cerdán, el secretario de Organización, manifestó la total libertad con la que cuenta el partido y pidió unidad para el congreso. Pero los críticos, que no son pocos, insisten en que hable la militancia. Así lo manifestaron Fernández Bielsa y Soler el sábado, antes del Comité Nacional en el que Puig anunció la convocatoria del congreso extraordinario. El dirigente de Mislata, que tiene detrás un nutrido grupo de alcaldes, planteó abrir un proceso de reflexión para valorar qué hacer. Su entorno ve complicada una candidatura unitaria.
Puig formó parte de las Corts Valencianes en la primera etapa de Gobierno socialista, que abandonó temporalmente para pasar al gabinete de Lerma. Por su trayectoria, el líder de los socialistas valencianos concoe los riesgos que tiene un congreso para elegir a un nuevo rostro tras una derrota electoral. Pilotar la transición de un partido que ha encabezado un gobierno autonómico es complejo: los que no fueron entonces beneficiados ahora esperan ocupar su parte.
Por lo pronto, los socialistas valencianos inician su renovación con José Muñoz al frente del grupo parlamentario. La Ejecutiva de este lunes ha ratificado la decisión de aupar al responsable de Organización del partido y de Hacienda en las Corts Valencianes, que lleva con Puig algunos años. Como síndico adjunto se incorpora Toni Gaspar, el expresidente de la Diputación de Valencia, que los alcaldes de Bielsa entienden como un buen gesto hacia ellos. La diputada Rosa Peris será presidenta del grupo y continuarán en la dirección José Chulvi y María José Salvador, representantes de Alicante y Castellón, respectivamente. La diputada Mercedes Caballero será la coordinadora del grupo parlamentario para Valencia.
La convención institucional del PSPV, que reunirá a todos los alcaldes y representantes parlamentarios, será el 10 de enero y dos días antes, el 8, la reunión del Comité Nacional que preparará el Congreso. La convención tiene por objetivo coordinar la acción del partido, la institución y aupar la gestión del Gobierno de España.
Resuelto el tema de la portavocía, con Muñoz al frente del grupo parlamentario, y de la representación valenciana en el Gobierno central, con sus principales arietes -Arcadi España y Rebeca Torró- como secretarios de Estado, queda pilotar el proceso interno. Y después ya verá su futuro, si París o Bruselas o Morella, su casa, como bromeaba este lunes. Por el momento se queda en el Senado, donde preside la Comisión de Presupuestos.